Ahora, la clave es la macroeconomía. El fin del decreto 566 permite ver los efectos de una medida desacertada. La industria está a la espera del plan energético de Alberto Fernández.
Este perfil le permite actuar como el principal parámetro para el precio de las naftas -con los aumentos, todas las marcas esperan a que YPF remarque- y también los del crudo.
En este contexto, parte de los principales problemas lo tienen las compañías no integradas, aquellas que deben ir a vender su producción, en un mercado nuevamente liberado luego del fin del decreto de necesidad y urgencia 566, que le ponía un techo al precio interno del crudo y el dólar por debajo de la cotización oficial.
En este escenario, el precio de los combustibles sigue sin trasladar del todo el valor internacional del crudo, en torno a los 60 dólares, al valor de comercialización de los combustibles.
La salida del marco restrictivo del DNU impactó en una primera suba del 5%. Las petroleras esperaban comercializar su crudo en torno a los 54/56 dólares tras la salida del decreto. Pero acaso ese sea el valor que terminen pagando las refinadoras en las sucesivas escalas que se acuerden para la recuperación del precio, algo que podría suceder en tandas hasta el próximo mes.
“Esperemos que el downstream no castigue al sector de la producción con el precio, ya que fue el más perjudicado durante lo que duró el decreto 566”, planteó una fuente de la industria acerca de lo que viene.
Para las provincias productoras será crucial la recuperación del precio pleno, para despejar dudas en momentos en que las compañías calibran la transición y el rumbo que tomará la política energética del presidente electo Alberto Fernández.
Al mismo tiempo, el escenario macroeconómico sigue siendo el principal factor de preocupación: aquello de cómo hará el gobierno nacional para atraer inversiones en un contexto de escollos para el giro de utilidades en dólares al exterior.
Al mismo tiempo, el escenario pos-DNU dejó un contexto complicado en el sector pyme y en los campos de Vaca Muerta. Por un lado, las empresas afectadas por los contratos pesificados, algo que debería volver a modificarse, toda vez que rige en el país el precio internacional del crudo y el dólar oficial. Y, al mismo tiempo, la situación de los trabajadores afectados por la caída de la actividad.
El frente sindical también tiene que atenderse. Durante los noventa días del DNU 566, los gremios de todo el país intentaron mejorar sus sueldos por la inflación.
La revisión estaba dentro del acta paritaria firmada en mayo para discutirse en septiembre con los números del IPC sobre la mesa.
Sin embargo, las cámaras empresariales aceptaron pagar un 4,2% retroactivo a octubre para compensar la pérdida del valor adquisitivo. Unos 1800 trabajadores están suspendidos y hay analistas del sector que piensan que la situación podría tensarse si la actividad continúa en una meseta.
El nuevo gobierno
Durante una conferencia brindada en la Universidad de Miami, Guillermo Nielsen, quien se haría cargo de la cartera de Economía de Fernández, se refirió a las diferencias entre la actual coyuntura y la crisis de 2001, la inflación y Vaca Muerta.
Respecto de la formación shale, el ex secretario de Finanzas la planteó como una de las respuestas al interrogante de la capacidad de pago del país.
“Por eso, en la concepción que tenemos, la Argentina necesita desarrollar otro sector, una alternativa de generación de dólares y empleo de la importancia del sector agropecuario de la Argentina. Ahí está el trabajo en no convencionales (combustibles)”, afirmó Nielsen, quien aseguró que el bloque del Frente de Todos presentará un proyecto para un marco regulatorio del sector.
Nielsen ya había planteado esto en Neuquén, durante el Precoloquio de IDEA Vaca Muerta que se desarrolló en junio en la capital provincial.
El gobierno neuquino, por su parte, viene hablando con quienes integrarán la gestión de Fernández para plantear el tipo de contexto que necesita Vaca Muerta para desarrollar todo su potencial y que eso redunde en la llegada de dólares frescos.