Los productores argentinos, certificando su producción de soja desde el origen, tienen la posibilidad de obtener mejores rentas con la colaboración de los diferentes sistemas de gestión, lo que ayuda a encontrar más mercados sustentables.
Los mercados desarrollados son cada vez más exigentes. Su tendencia apunta a explorar nuevos caminos de comercialización, donde se persiguen sellos “verdes”, certificaciones ambientales y todo tipo de señales que garanticen productos sustentables, pero, a su vez, proponiendo una mejor rentabilidad en el negocio de los productores.
En nuestro país, ya existen empresas que giran su dirección hacia estos destinos. Una de ellas es Louis Dreyfus Company (LDC), quien procesa un gran parte de su soja en su complejo agroindustrial, certificada como sustentable debido a que fue producida en tierras que no han sido desmontadas después de 2008, de acuerdo con los requerimientos de las certificaciones 2BSvs y EPA.
Es que el mundo se ha tornado un lugar más hostil. La disputa comercial abierta entre Estados Unidos y China, la guerra de Ucrania, la presión sobre el dólar como moneda de reserva y las tensiones internas en la Unión Europa, plantean un escenario donde las fronteras son cada vez más cerradas.
En esa línea, el Pacto Verde europeo tiene como objetivo ser carbono neutral en 2050. Y en esa inteligencia fijó regulaciones cada vez más duras.
LA OPORTUNIDAD DE LA SOJA “SUSTENTABLE”
Es cierto que las restricciones impositivas para los productos con exceso de carbono son un riesgo para la competitividad, pero también brinda una oportunidad para la Argentina, que desde hace mucho tiempo intenta hacer las cosas bien desde lo ambiental.
Es por eso que el agro visualiza una tendencia clara que proyecta una sobreoferta de soja en el mercado, sobre todo en Brasil, que impide que el precio de la oleaginosa sea competitivo para los productores argentinos.
Por lo tanto, las empresas innovadoras impulsan el cultivo de soja sustentable que le permite al productor obtener un plus económico de acuerdo a la demanda existente en muchos países del mundo, sobre todo Europa.
“Si bien hoy tenemos una buena demanda de aceite de soja, que podríamos decir que está resuelta, los procesadores de soja se enfrentan a una sobreoferta de harina de soja en el mercado global”, sostuvo Mateo Vergniaud, Trader Junior de oleaginosas en el LDC.
Pero, la posibilidad de obtener harinas sustentables les abre el camino a los productores, puesto que su demanda está mucho más sostenida y forma parte de una gran tendencia global.
“El mundo va hacia la sustentabilidad y esto es el inicio de algo que a futuro cada vez va a valer más, mientras que la soja no sustentable valdrá menos y va a quedar rezagada. El mercado de grandes empresas que hacen alimentos tiende a comprar solo sustentable. Es lo que se ve a futuro”, agregó en diálogo con Infocampo.
CRECIMIENTO EN SOJA
Según Vergniaud, el mercado muestra proyecciones claras en cuanto a producción de soja en el país. “Hacia 2032 esperamos crecer en 8 millones de toneladas aproximadamente. Esta tendencia nos muestra que en ese año, Argentina podría estar produciendo unas 58 millones de toneladas dadas las condiciones correctas”, comentó.
De acuerdo a la demanda, el entrevistado, argumentó que “debemos apuntar a China” como principal socio estratégico y comercial.
“Argentina en estos momentos debe mirar a China como principal país importador de soja tradicional. Pero siempre pensando en Europa si tomamos la decisión de sumarnos a la ola de la sustentabilidad”, dijo.
En este sentido, nuestro país enfrenta el desafío de mantener su competitividad en la exportación de harina de soja con sustentabilidad, especialmente ante la creciente capacidad de producción en otros países, básicamente Estados Unidos, quien duplicó sus exportaciones.
EL DESAFÍO ARGENTINO
No hay dudas que la quita de las retenciones puede revitalizar la producción de granos y de biocombustibles en Argentina. En el país, existe una difícil situación que enfrenta la industria de la soja, dado que la producción permanece estancada entre 45 y 50 millones de toneladas durante más de una década, mientras que Brasil ha duplicado su producción.
“El desafío que tenemos como país radica en aprovechar el aumento de producción de soja que se espera en los próximos años, tomando el camino de la sustentabilidad definitivamente, donde Argentina tiene una ventaja competitiva muy grande”, recordó el Trader Junior de oleaginosas de LDC.
Esta ventaja radica en que nuestro país trabaja con programas de sustentabilidad como EPA, 2BSvs y ahora en el UDR no se encuentra en otros países.
“En trazabilidad estamos muy adelantados respecto a los competidores del mundo, incluso la carta de porte es una herramienta fundamental que no existe en muchos países importantes y nos permite conocer el destino de la mercadería que se transporta con absoluta claridad”, concluyó Vergniaud.
Fuente: Infocampo