Llenar el tanque sigue siendo muy caro y más si se lo compara con lo que ocurría un año atrás en las estaciones de servicio. Qué pasará los próximos meses.
Un comportamiento de mercado más que habitual en el mundo fue novedad en la Argentina, cuando en las primeras horas de octubre las principales petroleras decidieron una reducción del 1% en el precio de las naftas y del 2% en el gasoil, para sus estaciones de servicio en todo el país. Es algo que no ocurría desde marzo desde 2019 en condiciones que guardan algunas pocas similitudes, pero qué factores deberían darse para que los surtidores se corrijan nuevamente a la baja en algún momento de lo que resta de este 2024.
En el país, a diferencia de la experiencia internacional, el movimiento de precios tiene multiplicidad de factores a analizar de manera conjunta, ya que su fijación atiende el precio internacional del crudo tipo Brent (el que se produce en el Mar del Norte y es referencia para la Argentina), los impuestos internos, el precio de los biocombustibles, el costo de refinación y transporte, y la variación del tipo de cambio. Un combo que casi siempre tiende al alza en una macroeconomía inflacionaria con problemas estructurales y definidos sumamente distorsivos.
Combustibles: ¿qué pasará con el precio en lo que queda del año?
De todos esos factores, el valor del crudo en los mercados globales es el más volátil y el que marca el ritmo en casi todos los países, y lo hizo en esta oportunidad y en 2019 en la Argentina. Es que la reducción del Brent de inicios de septiembre, que cotizó a u$s77,18 por barril hasta un piso de u$s68,83 en apenas diez días, permitió la jugada de las petroleras locales de dar un golpe de efecto con el anuncio en las estaciones.
Este movimiento solo puede darse en una situación como la actual, en la cual el precio del crudo que las petroleras venden a las refinerías tiene una paridad de exportación casi idéntica con los valores internacionales. Es decir, ese punto en el que a las compañías les resulta lo mismo en dólares vender al mercado interno que exportar el mismo producto, al que se le debe restar el 8% retenciones, la gran diferencia con el esquema de distorsión que rigió en gran parte de este siglo a través del denominado barril criollo que llevó a insólitas brechas.
Ese mismo espejo en el que se mira el precio local con el internacional del barril de crudo es la llave principal de lo que se espera pueda ocurrir en el downstream, es decir, aguas abajo, con la refinación y comercialización de los distintos tipos de combustibles. Ya en octubre, ese factor haciendo gala de su volatilidad y como eco de la intensificación del conflicto en Medio Oriente, volvió a dispararse y ya en la primera semana de octubre trepó hasta los u$s80,93 el barril para luego buscar una estabilización nuevamente en torno a los u$s77,00.
La consecuencia casi automática es que las compañías ya avisan que será necesaria una suba para no perder esa paridad de exportación, una referencia casi sagrada para la industria.
Si bien puede durar poco, la baja en el surtidor podría haber sido de hasta 4% y 5% según el producto, que es el precio que se reflejaba a la salida de las refinerías, pero la incidencia de los otros componentes morigeró la reducción a valores más magros. En particular, la pauta este mes la marcó la actualización del impuesto a los combustibles líquidos (ICL) y al CO₂, los que deben actualizarse trimestralmente de acuerdo a la variación del IPC Nacional, pero que cada gestión de gobierno fue manejando según las circunstancias.
El impacto de ambos impuestos este mes fue para ICL de $13,1 por litro y para el CO₂ de $10,8 por litro, mientras que todo el acumulado atrasado que volvió a postergarse para noviembre y meses sucesivos es de $172,8 y $100,5 respectivamente, una escalada que ya se puede dar por descartada teniendo en cuenta el peso que los combustibles tienen en la conformación del índice de precios que el Gobierno quiere mantener en descenso, a pesar de que significa una pérdida de recaudación estimada en u$s225 millones al mes.
¿Cuánto cuesta llenar el tanque de nafta?
Así, en este octubre, llenar el tanque de un automóvil casi estándar de 45 litros demanda $47.160 ($1.048 el litro) para los que carguen nafta súper en una YPF de la ciudad de Buenos Aires o $58.320 ($1.296) en el caso de la Premium. En tanto, para un vehículo con motorización diésel, que en el caso de una pick-up puede cargar 80 litros promedio, el impacto en el bolsillo es de $ 84.960 ($1.062) para llenar con gasoil grado 2 o $ 104.560 ($1.307) para la versión premium.
Para los nostálgicos, un dato importante. Hace 12 meses, en octubre de 2023, llenar un tanque de 45 litros con nafta súper a un valor de $248 por litros demandaba un total de $ 13.640 —siempre en YPF de CABA—, mientras que a $363 los 80 litros para una pick-up con gasoil Premium el gasto total era de $29.040 pesos. Es decir, aumentos interanuales de 245% y 260%, respectivamente.
Los montos pueden variar, claramente, de acuerdo a la política comercial de cada marca, en particular las cuatro grandes que dominan el mercado minorista, que son YPF, Shell, Axion y Puma, pero que suelen moverse en porcentuales casi idénticos en los últimos años.
Ese comportamiento que podría, para algunos, asemejarse a una cartelización en la determinación de precios, no es otra cosa que un equilibrio hasta racional de la oferta para evitar que un gap muy importante entre una y otra cadena signifique un casi automático vuelco de la demanda a esas estaciones de servicio, provocando en pocos días el quiebre de stock para los surtidores de esa bandera.
Más allá del comportamiento de mercado de un sector complejo, se puede decir que las petroleras prácticamente no compiten por precio, ya ni siquiera por calidad ante las inversiones millonarias realizadas en sus refinerías locales para llevar sus combustibles a normas que se exigen internacionalmente para la reducción de azufres, sino cada vez más por fidelización, incentivos y diferenciación de servicios.
Ese equilibrio mantiene sin grandes alteraciones una participación de mercado de naftas de 55% para YPF, 22% Shell, 13% Axion y 5% Puma, es decir, un 95% del total comercializado cada mes. En cuanto a gasoil, sucede algo similar con la presencia dominante de YPF con 54%, Shell 17%, Axion 16% y Puma 7%.
¿Cuánto vale el litro de nafta en otros países de América Latina?
Ahora, lo que ofrecen estas marcas pueden resultar caro o barato según para quien analice los precios relativos internos, pero es necesario en este punto analizar de cuánto es el precio local con respecto, por ejemplo, a los países de la región. En la Argentina, el litro de nafta súper es de u$s1,18 por litro, de acuerdo a referencias internacionales, por debajo de países como México (u$s1,26), Chile (u$s1,41) y Uruguay (u$s1,92), por a la vez por encima de Brasil (u$s1,08) y Paraguay (u$s0,90).
En el caso del gasoil, el país se posiciona entre los más caros con un valor por litro de u$s1,25, por debajo de México con u$s1,27, pero por encima de países como Brasil con u$s1,05; de Chile con u$s1,04 o Paraguay con u$s0,96, siempre de acuerdo a precios de combustibles grado 2 publicados por Global Petrol Pirces.
Fuente: iProfesional