El plan y los objetivos de Horacio Marín, el ex Techint que asumió la presidencia de YPF con el Gobierno de Javier Milei. Los pasos que ya dio y hacia dónde busca llevar a la petrolera, la empresa más grande de la Argentina, durante los próximos cuatro años.
Todos los días, Horacio Marín llega a su encumbrada oficina de Puerto Madero a las 6.50. Se va las 11 y media de la noche. “No tengo mail“, suele contarles a sus conocidos el verborrágico ejecutivo, de 60 años. No es porque no hay una casilla electrónica corporativa a su nombre. Optó, directamente, por no mirar el flujo de mensajes que, de a miles cada 24 horas, se acumulan en su bandeja de entrada.
“Ser CEO de YPF es algo único. Indescriptible“, se le escapó, fascinado, en un call con bancos, donde buscó la aprobación, cómplice, de uno de sus antecesores (tal vez, quien más haya personificado esa vivencia de rockstar). “En otras empresas, llegás al campo y te ignoran, no te saludan: sos el que viene a presionarlos para que trabajen“, describió. “Acá, seguís siendo ese mismo malo. Pero te palmean el hombro, se sacan una selfie con vos y te dicen: ‘Vamos, a no aflojar’“, le escucharon. Ex tenista -como juvenil, peloteó con Guillermo Vilas y José Luis Clerc y jugó en Roland Garros, Wimbledon y el US Open-, les aseguró a los empleados de la refinería de La Plata: “YPF es mi Wimbledon“.
“Yo siempre quise jugar Wimbledon. Cuando lo logré, tuve una adrenalina que no pude explicar“, afirmó. “Cuando empecé a trabajar en la industria energética, siempre soñé con trabajar en YPF. Era mi Wimbledon. Siento ahora algo que nunca sentí“, dijo durante la visita, realizada el 19 de diciembre, apenas horas después de su llegada a la empresa. Marín confesó que YPF es “lo máximo” que le ocurrió en su carrera.
Esa recorrida a La Plata -su ciudad natal, además- fue, también, reveladora de hacia dónde va. O, al menos, de a dónde quiere conducir a la empresa más grande del país, una compañía que, por su historia, genera un sentido de pertenencia entre sus 22.300 empleados más propio de un equipo de fútbol que de una petrolera. “Vengo a trabajar con todos ustedes en un plan que llamé ‘4×4′, con el objetivo de cuadruplicar el valor de la compañía en cuatro años y, además, saber que, como personas de YPF, nada nos va a poder frenar en esta transformación de la empresa“, develó.
“Tenemos que convertir a YPF en una gran exportadora de crudo y hacer realidad el proyecto de GNL para el país. Si logramos eso, vamos a contribuir a cambiar la Argentina con el ingreso de divisas y el impulso del crecimiento de la economía“, remarcó, en relación al proyecto de la empresa con la malaya Petronas, cuya inversión inicial sería de US$ 10.000 millones.
Motor 4×4
Ya en febrero, YPF dejó trascender las grandes líneas del plan 4×4 de Marín, cuyo benchmark son empresas regionales como la brasileña Petrobras y la colombiana Ecopetrol. En privado, suele sacar su celular. Abre un chart con la evolución de la cotización de su compañía. “Mi objetivo es llegar acá“, le oyeron contar, señalando con su índice el valor de la acción antes de abril de 2012, cuando se le expropió la empresa a Repsol. Después de un pico de US$ 68,70 en septiembre de 2005, YPF rondaba los US$ 45 en abril de 2011, un año antes de su estatización. Se derrumbó hacia los US$ 14 -y a la baja- tras el despojo a los españoles. Tocó piso en julio de 2022 –US$ 2,91– y no logró superar los US$ 18 desde entonces. Al cierre de esta edición, valía US$ 17,83 (1º de marzo), lo que le da un market cap de US$ 8817,16 millones.
Marín apunta a que, a fines de 2027, el final del mandato de Javier Milei, YPF supere los US$ 25.000 millones. Concentrará recursos en su mayor activo: Vaca Muerta. Lo aprendió en los pedregosos y áridos campos de la Patagonia (viene de ser director de Exploración y Producción de Tecpetrol, donde desarrolló en tiempo récord Fortín de Piedra, el mayor yacimiento de gas no convencional del país). Pero, también, en el césped y el polvo de ladrillo de los courts.
“El tenis es igual que el petróleo“, había sorprendido durante una exposición en el Instituto Argentino de la Energía General Mosconi. Fue a fines de septiembre, cuando Milei todavía era el tercero en discordia después de los resultados de las PASO. “Tenés las convencionales marginales, las convencionales core y las no convencionales, que son los Challenger“, explicó esa mañana Marín, todavía hombre clave de Techint.
“¿Cuántos torneos Challenger juega Djokovic, que es el número uno de la historia? Ninguno. ¿Por qué? Porque se da cuenta de que es un esfuerzo que no vale la pena y porque, seguramente, en un momento, va a perder“, continuó.
“¿Dónde es eficiente? En los Masters 1000 y en los Grand Slam. Entonces, hay que concentrarse con los recursos financieros y humanos donde uno está. Lo mismo pasará en nuestra industria acá, en la Argentina. Si pasa eso, será mucho más eficiente, habrá mucho más trabajo y los gremios estarán mucho más contentos“, planteó en el evento.
Plasmó esa idea en su plan 4×4. YPF, cree, debe ser el Nole de la energía argentina: jugar pocos torneos -los importantes- y ganarlos. En su cabeza, son Vaca Muerta, el off shore y el gas natural licuado (GNL). Otros activos son los ATP 500 y 250: torneos inferiores, en los que otros players -más chicos y especializados- pueden lucirse con más eficiencia, productividad y menor estructura de costos.
En tal sentido, Marín ya hizo el saque del primer set. A inicios de marzo, el directorio de YPF aprobó un proceso de “racionalización y optimización de recursos de su porfolio de campos maduros”. La empresa se desprenderá de 55 áreas convencionales. A la vez, revaluó todos sus activos convencionales, con una pérdida de US$ 1800 millones. Eso provocó que el balance 2023 arrojara un resultado neto negativo de US$ 1277 millones, pese a que la producción total de hidrocarburos creció por segundo año consecutivo (2 por ciento, a 514.000 barriles diarios) y las ventas domésticas de combustibles subieron 3 por ciento, a un nuevo récord histórico anual.
Las áreas convencionales que dejará están en Chubut, Santa Cruz, Neuquén y Mendoza. YPF, informó, podría vender totalmente cada uno de esos activos, asociarse con alguna pyme del sector para operar el área o devolver la concesión. Representan el 60 por ciento de la producción de petróleo convencional y el 40 por ciento de la de gas convencional pero menos del 1 por ciento del ebitda de la empresa.
Los yacimientos maduros de los que quiere salir, agregó, son aquellos que pasaron su “pico óptimo de producción“, explicó YPF. “Las buenas prácticas de la industria petrolera establecen que, para las compañías de escala como YPF, no resulta eficiente ni rentable producir petróleo en este tipo de yacimientos, los cuales, en general, son operados por operadores más pequeños, que puedan dar continuidad a la actividad“.
YPF, le explicó Marín a sus inversores, busca racionalizar significativamente sus costos operativos, reduciendo un 50 por ciento el lifting cost en los próximos dos años y redirigirá alrededor de US$ 800 millones de inversiones al desarrollo de Vaca Muerta. Contratará a una consultora internacional para que haga una licitación transparente. La intención del CEO sería conservar un yacimiento por provincia: el más eficiente o el de mayor potencial. No sólo por razones económicas. El 24 por ciento de las acciones de YPF son de Río Negro, Tierra del Fuego, La Pampa, Santa Cruz, Chubut, Neuquén, Salta, Mendoza, Jujuy y Formosa. Lo que significa que las provincias también tienen voz -y voto- en el directorio.
Marín quiere enfocarse en las áreas de alta productividad y eficiencia de clase mundial. Así, planea lograr otro de sus targets: duplicar la producción de gas y petróleo no convencional hacia 2030. Este año, YPF invertirá el récord de US$ 3000 millones en Vaca Muerta, sobre el total de US$ 5000 millones previstos para 2024. La aceleración de la producción de petróleo en esa formación es uno de los pilares de su plan 4×4. Marín se propuso pasar de los 97.000 barriles diarios de 2023 a 250.000 en 2027, lo que hará que el 80 por ciento de la producción total de petróleo de YPF será no convencional.
Además de una fuerte disciplina para mejorar eficiencias en todas las áreas, en downstream, la meta es crecer 10 por ciento en los niveles de procesamiento de sus refinerías y reducir costos operativos que le permitan mejorar los márgenes del negocio hasta los US$ 3 por barril en 2027. En upstream, aparte de Vaca Muerta, YPF jugará el partido del off shore. En abril, empezará a explorar el pozo Argerich, ubicado a 300 kilómetros de la costa de Mar del Plata, en conjunto con Equinor y Shell. Otra marca en el fixture de Marín es Palermo Aike, formación no convencional de Santa Cruz y cuyo primer pozo exploratorio YPF y su socia en ese proyecto, Compañía General de Combustibles (CGC), activaron en septiembre. Palermo Aike son 12.600 kilómetros cuadrados en la Cuenca Neuquina. Es la segunda formación no convencional del país después de Vaca Muerta. Podría tener recursos por 10.000 millones de barriles equivalentes de petróleo (Vaca Muerta tiene 16.200 millones).
El Grand Slam de Marín se completa con el GNL: alcanzar la producción para, luego, exportar a gran escala. La apuesta es el proyecto con Petronas, anunciado en 2022. Para 2027, debería iniciar con la conversión, a través de un barco licuefactor, del equivalente a unos 6 millones de m3 diarios de gas natural. Ese volumen será solo aportado por YPF. Entre 2029 y 2030, debería sumarse el resto de la industria y se consolidarían 40 millones de m3 por día. Entonces, se lanzará la planta onshore de Bahía Blanca, que duplicará capacidad. Eso exigiría desembolsos anuales por US$ 16.000 millones. En total, el emprendimiento implica US$ 20.000 millones de inversiones hasta 2031, más otros US$ 20.000 millones para pozos nuevos en Vaca Muerta y US$ 10.000 millones en infraestructura.
En enero, Marín recibió a los ejecutivos de Petronas y anticiparon que, este año, invertirían ya US$ 180 millones para hacer la ingeniería del proyecto. Lo confirmaron en una reunión en la Casa Rosada con el Ministro de Economía, Luis Caputo, y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse.
Posse fue, precisamente, quien le ofreció el cargo a Marín, quien, por su conocimiento de Vaca Muerta, aportaba ideas y contestaba preguntas de los equipos de La Libertad Avanza en materia energética. “¿Estás convencido?“, es lo único que le preguntó el CEO del Presidente, cuando, después de aceptar, le presentó su plan. “Sí“, habría sido la respuesta. “Entonces, dale. Metele para adelante“, se cuenta que fue el cierre de la única indicación que, aseguran en su entorno, hubo en la Casa Rosada. Ni siquiera, cuando ajustó precios de combustibles, todavía atrasados del “óptimo de Marín”: US$ 1 a US$ 1,20 por litro de nafta súper. En otros gobiernos, esto activaba el teléfono rojo entre Balcarce 50 y Puerto Madero.
Marín no sabe si, en cuatro años, aún estará al volante de la “4×4”. Pero se sentirá orgulloso de haber sido quien puso primera cuando vea que YPF se acerca a la cima de ese empinado sendero.
Fuente: Cronista