Derrames de petróleo de origen desconocido, que comenzaron hace ya un mes y medio, esboza un desastre ambiental sin precedentes en las playas atlánticas brasileñas. Son 7.400 kilómetros de costas y la tercera parte, unos 2.000 kilómetros, están con sus arenas contaminadas por las manchas negras y oleosas.
Desde que comenzó el desparramo del combustible, nadie pudo aun determinar de dónde procede semejante cantidad de crudo. Apenas se supone que pudo proceder de un barco. Permanece en el misterio cuál embarcación y dónde estuvo localizada. Lo cierto es que la desgracia continúa. Entre este domingo y anteayer, más de 30 toneladas de esa materia primera fueron recogidas en un balneario de Pernambuco y en otro de Bahía.
La “mancha” llegó a los paraísos más frecuentados del Nordeste. Es el caso de Porto de Galinhas, la Playa de Suape y el Cabo de Santo Agostinho, en el litoral sur de Pernambuco. Pero los manchones negros aparecieron en Alagoas, en Río Grade del Norte, en Ceará, Piauí, Maranhao y Sergipe. Los dueños de posadas, quienes trabajan en turismo y los pescadores de la región, están muy atemorizados. Saben que la próxima temporada veraniega, que ya se aproxima, puede resultar un fiasco. Ellos reciben, y viven, del turismo nacional pero también del extranjero. Es que esas maravillosas arenas blancas, con ese mar azul y tranquilo, nada tienen que envidiar a los balnearios del Caribe.
En Pernambuco (cuya capital es Recife) el miedo se propaga no solo entre los vecinos sino en el propio gobierno de ese estado provincial. “Es el tercer día consecutivo que hemos conseguido retirar las manchas de altamar. Hoy avanzamos en la colecta de residuos porque el gobierno pudo contratar empresas para recoger el material”, declaró a la prensa el secretario de Medio Ambiente pernambucano José Bertotti. El funcionario provincial admitió que en varios locales “se observan enormes manchas negras en el mar. Y numerosos barriles de petróleo han llegado a la costa”.
¿El origen? Hasta ahora nadie pudo identificarlo. Entre tanto, mucho más al sur, las “manchas negras” ya se extendieron a Bahía. Ese estado está directamente conectado con el Sudeste brasileño, que comienza en Espíritu Santo, continúa en Río de Janeiro e incluye San Pablo y Paraná. ¿Será cuestión de días que el venenoso petróleo contaminen las fantásticas playas de la Costa Verde? Son esas que pueblan con una belleza tropical única el litoral fluminense y paulista, que los argentinos comenzaron a explorar hace un par de décadas.
Por ahora, el fenómeno se detuvo en el norte de Bahía. Y azota, con inclemencia, la región nordestina. Allí, entre anteayer y ayer, centenas de voluntarios se sumaron a las filas de los técnicos brasileños que buscan desesperados contener esas horribles corrientes de petróleo.
“Estamos en una región donde hay gran cantidad de arrecifes de corales, que son extremadamente sensibles a cualquier variación ambiental. Ese residuo (de crudo) que fluctúa y cubre los corales, acaba matando a todos. Habrá una enorme mortalidad entre organismos marinos invertebrados y las algas que habitan en esos arrecifes. Son decenas de tipos de animales afectados”, advirtió Mauro Maida, profesor del departamento de Oceanografía de la Universidad Federal de Pernambuco. (…)
Fuente: Revista Petroquímica