Los programas de incremento exportador reportaron ganancias extraordinarias para productores y un apoyo para las reservas del Banco Central. Incluso, algunos señalan que equivalió a una quita de retenciones. En esta nota, el análisis de esta medida.
Dólar para el agro: cómo se benefició el campo
“Esos dólares diferenciados ayudaron a que el campo ganara más plata, sin dudas”, afirma. De hecho, fuentes del sector reconocieron a este medio que, “si bien los exportadores pagaron las retenciones en todos sus embarques al 33%, los productores en la práctica tuvieron una baja sustancial de las retenciones desde que Massa es ministro”.
Asimismo, el porcentaje equivalente a las retenciones fue del 14% en la primera edición, del 7% en la segunda, del 20% en la tercera y del 14% en la última, si se tiene en cuenta el ajuste especial del tipo de cambio y en función del alivio que implicó esta medida para los productores.
Dólar soja: no es una quita de retenciones, aunque se le parece
Sin embargo Salvador Vitelli, analista financiero de Romano Group, opina que “no se puede hablar de que esto equivalió a una quita de retenciones porque el Estado siguió recaudando los derechos de exportación”.
Señala que lo que se hizo fue implementar un sistema de cambio distinto, que, si bien le significó al exportador una mejora en los ingresos que podría ser equivalente a la quita de retenciones, asumir eso implicaría no reconocer que hubo una mejora en el tipo de cambio.
“Me parece que eso es tergiversar el dato y eso puede llevar a análisis erróneos. Lo que se hizo fue ajustar el tipo de cambio exportador porque el oficial está realmente muy atrasado”, apunta Vitelli.
Y considera que lo justo es decir que, si bien el incremento en el precio de la soja equivale a la quita de los derechos de exportación, lo cierto es que el fisco siguió recibiendo los mismos beneficios. “Lo que se hizo fue mejorar el precio del dólar exportador”, resume.
Lo que hizo Massa fue darle una gran ayuda al tenedor de soja en las primeras versiones del programa y luego incorporó al maíz y a las economías regionales en las sucesivas renovaciones. Eso fue beneficioso para el BCRA y para el campo porque el primero logró embolsar más dólares a sus reservas, por un lado, y el segundo pudo mejorar sus ingresos.
Pero, algunas voces advierten que el efecto colateral negativo fue una suba en el precio de los productos del agro que requieren de los granos como insumo básico para agregar valor (como la cría avícola y ganadera), lo que repercutió en el bolsillo del consumidor final, el argentino que fue a hacer las compras. Eso, por un lado, pero, por otro hizo “que no haya más soja guardada”, advierte Di Stefano.
Así, esos serán los dos principales desafíos para el gobierno hacia adelante: cómo controlar el impacto en inflación sin afectar las reservas y cómo mantener el flujo de liquidación de exportaciones.
Fuente: Ambito