Habilitarían aumento de 3% después de las elecciones, incluso en medio del congelamiento. En las empresas aducen un atraso de 17% en los precios y que pararán sus inversiones el próximo año.
Aunque el congelamiento de precios de los combustibles líquidos (naftas y gasoil) se extiende formalmente hasta el 13 de noviembre, el Gobierno analiza desde hace dos semanas el momento preciso para habilitar un nuevo aumento, tal como lo hizo a mediados de septiembre con un 4%.
Así lo contaron a El Cronista fuentes oficiales, que advirtieron que dependerá exclusivamente de la decisión del presidente Mauricio Macri.
Luce improbable que suban los combustibles a dos semanas de las elecciones generales, por lo que el rumor que corre en el sector es que el congelamiento caería el lunes 28 de octubre, derogación de decretos mediante.
Según una empresa consultada, el Gobierno planeaba habilitar un incremento de 3% para recompensar en parte la inflación de septiembre y que no se siga acumulando un atraso en los precios, que los directivos de las petroleras ubican en un 17%.
Esto podría abrir un frente de conflicto entre Macri y Alberto Fernández, si se repitieran los resultados de las elecciones PASO y el candidato del Frente de Todos (FdT) fuera electo en primera vuelta.
En la supuesta transición, se impondrían medidas consensuadas para evitar una profundización de la crisis y una aceleración inflacionaria.
El congelamiento de precios, dispuesto en agosto, impactó en toda la cadena petrolera y produjo incertidumbre en los ejecutivos.
De hecho, hace semanas vienen señalando que la inversión caerá en 2020: en petróleo por las malas señales de la política, mientras que en gas falta capacidad de transporte y demanda local.
Mientras tanto, YPF, la compañía líder, logró instalar en la agenda sectorial que los aumentos en los combustibles no están ligados de manera directa con la inflación.
Su presidente, Miguel Ángel Gutiérrez, exhibió que las naftas y gasoil subieron 22% en lo que va de 2019, contra una inflación acumulada a septiembre que estimaron cercana a 39% (solo el mes pasado el índice de precios habría saltado 7,1%).
“Si de golpe incrementamos un 17% los precios, el efecto va a ser peor porque caerán fuerte las ventas”, matizaron en una petrolera.
En agosto, incluso, bajó por primera vez el consumo de nafta súper, la variedad más barata. La crisis ya se manifestaba en la demanda de nafta premium, que baja a más de 20% interanual.