Riesgos. El ataque a Arabia Saudita abrió interrogantes sobre el futuro de la economía.
Un ataque coordinado con drones golpeó el sábado 14 de septiembre a la producción petrolera saudita, provocando un enorme incendio y obligando al reino a cerrar aproximadamente la mitad de su producción de crudo. El cierre de la producción saudita equivale a una pérdida de aproximadamente 5 millones de barriles por día, alrededor del 5% de la producción diaria mundial de petróleo crudo. Arabia Saudita produce 9,8 millones de barriles por día.
Aunque aún no se conoce con total seguridad quién perpetró este ataque, en las últimas horas, tanto Estados Unidos como su aliado, Arabia Saudita, indicaron que el régimen iraní estuvo detrás del peor ataque de la historia a unas instalaciones petroleras sauditas.
El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, primero confirmó que tienen suficientes pruebas para confirmar que Irán es el responsable, y horas más tarde, Donald Trump anunció que había encargado a su secretario del Tesoro, incrementar las sanciones económicas a este país de Oriente Medio. En línea con sus pares norteamericanos, Arabia Saudita culpó directamente a Irán, recalentando así una vez más el riesgo geopolítico en esa región.
En la noche del domingo 15 de septiembre, cuando los mercados asiáticos abrieron sus puertas, el precio del petróleo trepó hasta un 20% para después cerrar 15% arriba (la mayor suba diaria desde 1988). Los mercados internacionales inmediatamente acusaron el impacto con bajas generalizadas en las cotizaciones de acciones.
Rápido de reflejos, Donald Trump autorizó el uso de las reservas estratégicas de EE.UU. para evitar una crisis petrolera. La Reserva Estratégica de Petróleo norteamericana, administrada por el Departamento de Energía, se encuentra en cavernas subterráneas fuertemente protegidas en las costas de Texas y Louisiana. La reserva de petróleo más grande del mundo contiene casi 645 millones de barriles de petróleo.
Por otro lado, Arabia Saudita se encargó de tranquilizar a los mercados diciendo que en tres semanas se restablecería la normalidad absoluta en la planta, lo que revirtió la tendencia alcista inicial del domingo.
Sin embargo, por más que Arabia Saudita y EE.UU. decidan utilizar sus reservas, el ataque dice mucho de la vulnerabilidad de sus plantas y, a su vez, de la vulnerabilidad de una parte vital de la infraestructura energética global.
Los temores
Al ya desacelerado crecimiento global, se le suma una nueva incógnita de corto plazo. ¿Qué harán los bancos centrales alrededor del mundo si observan que el precio del crudo empieza a impactar en forma directa a las economías? Esta semana, la Reserva Federal norteamericana cumplió con las expectativas del mercado y redujo la tasa de interés de referencia 0,25%. Aunque este recorte estaba previsto antes de los ataques, ayuda a que otros bancos centrales consideren adoptar una política monetaria más laxa en las próximas semanas, especialmente si el precio del petróleo continúa subiendo.
También hay temores de que la suba del precio del petróleo no solo pueda mantenerse, sino que también pueda acelerarse más adelante, a pesar de las promesas de la OPEP y de Rusia de aumentar la producción. De ocurrir esto, la economía mundial podría comenzar a crujir muy pronto.
De acelerarse el precio del crudo, podría alcanzar los US$80 por barril de WTI como respuesta del mercado a los ataques y a las muchas incógnitas y temores que aún rodean a la Región del Golfo Pérsico, por donde pasa un tercio de la producción mundial. La prima de riesgo, al menos, podría mantenerse en el tiempo alimentando el riesgo de desaceleración económica más fuerte.
El talón de Aquiles de la infraestructura energética global son las rutas marítimas que atraviesan el estrecho de Ormuz. Arabia Saudita no es el único Estado que sufre fluctuaciones en la producción de petróleo como resultado de las actividades desplegadas por grupos terroristas: Libia y Nigeria también los sufren.
El riesgo geopolítico en el Golfo Pérsico aumentó y de fondo se plantea hasta la desnuclearización de Irán. En este momento el Congreso de los Estados Unidos no está preparado para aprobar una nueva guerra en el Golfo, ni la sociedad norteamericana para tolerar una guerra. Ni tampoco el presidente Trump quiere empezar la campaña para la reelección con una guerra sobre la mesa, justo en momentos en los que EE.UU. se jacta de ser el mayor productor mundial de petróleo sobre la base de la extracción no convencional que pudo abaratar los costos de muchas empresas en los últimos años. ¿Adiós al petróleo barato?
Noticias desde la Argentina
La reciente suba en el precio del petróleo no hizo más que retrasar el precio de los combustibles en la Argentina, dado que hace menos de dos meses que los precios de las naftas estaban congelados. Este congelamiento acumulaba un atraso mínimo de 30%, según los costos de importación de crudo internacional.
Por esto mismo y tras varias presiones de las petroleras al Gobierno nacional, el jueves 19 el Ministerio de Hacienda convalidó un incremento de 4% en el precio de las naftas y el gasoil. Inmediatamente, YPF, Axion, Puma y Shell subieron los precios de los combustibles.
De todos modos, la constante intervención del Estado (nacional y provincial) en el libre comercio de los hidrocarburos, está creando dificultades en Vaca Muerta, el principal reservorio de hidrocarburos del país. Estas intervenciones desalientan la inversión en el sector, que hoy llega a cuentagotas.
Ni hablar de los contratos con proveedores de servicios y maquinaria petrolera que vieron sus contratos “pesificados” a un valor de $45 por cada dólar, produciendo así más distorsiones en la cadena de pagos.
El daño es distinto por los intereses bastante contrapuestos entre aquellas empresas que operan solamente en el upstream (exploración y producción), como Tecpetrol, Vista Oil & Gas, Pluspetrol, Sinopec, Chevron y Petronas, y las que están integradas en toda la cadena como YPF y PAE. En 2018, Argentina produjo casi 29 millones de metros cúbicos de petróleo, un incremento del 2,1% con respecto al año anterior.
Vaca Muerta es la futura fuente de generación de divisas genuinas del país. El gas puede utilizarse internamente, por lo que se prevé una reversión en la matriz energética nuevamente hacia un uso más intensivo del gas. El petróleo es demasiado liviano para la capacidad de procesamiento interna de nuestras destilerías, por lo que la mayor parte deberá ser exportada.
Hacen falta inversiones y muchas. Pero la exploración y producción de petróleo es una industria de capital intensivo que requiere grandes desembolsos de capital y con un considerable riesgo. Gasoductos desde Vaca Muerta a Rosario y a otros destinos para reemplazar el gas importado de Bolivia, así como nuevas refinerías y usinas de procesamiento de gas para exportarlo en forma líquida por buques (conversión a LPG), son esenciales para el crecimiento sostenido de Vaca Muerta.
La producción de petróleo en Argentina tiene un final abierto. Con un recambio político en el medio y la posible llegada de un nuevo Gobierno cuya estrategia energética es desconocida, y con una inflación que se encuentra acelerando peligrosamente, es difícil convencer a multinacionales energéticas que opten por invertir en nuestro país, al menos en el corto plazo.
Fuente: Clarin