La carne se incrementa también por debajo del nivel promedio del resto de los alimentos. Menor demanda y mayor oferta, entre los factores que explican este escenario.
El menor incremento en la carne vacuna contuvo, de alguna manera, la inflación del mes pasado. Es que, tal como remarcaron desde Ecolatina, “su peso es de casi 5% en el IPC y representa el 15% dentro de Alimentos y bebidas, por lo que el impacto de las variaciones de su precio sobre el gasto de las familias no es menor”.
En ese escenario, en el último semestre se registró un marcado abaratamiento del valor de la carne, contrario a lo que ocurrió en 2020 y 2021. “De acuerdo al relevamiento del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), en noviembre el precio minorista promedio de la carne vacuna en el AMBA volvió a caer en términos reales por sexto mes consecutivo, resultando 25% más barata que en mayo y 20% más económica que un año atrás”, analizaron desde Ecolatina.
Son, a grandes rasgos, dos factores lo que explican este escenario. Por un lado, se debe a una caída en la demanda. “Son dos los motivos que hacen que la carne se mantenga en los valores que está. El primero de ellos es la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, producto de la enorme emisión monetaria”, explicó a Ámbito Miguel Schiariti, presidente de la Cámara la Industria y el Comercio de la Carne (CICCRA).
“Por otro lado, la sequía está generando que los productores no puedan quedarse con los animales en el campo y entonces, a pesar de que pierden plata, los terminan rápidamente en un corral y los mandan al mercado. Esto genera, para la demanda que hay hoy, una oferta muy abultada, que impide que los precios se acomoden a los valores reales”, remarcó Schiariti.
Alarmas a futuro
Por estos factores, destacan desde el sector, es que no se observó (al menos hasta el momento) un incremento mayor en el precio de la carne en diciembre, como suele ocurrir otros años, debido a cuestiones estacionales y por una mayor demanda para las Fiestas.
Sin embargo, las alarmas podrían encenderse en el futuro cercano. “La mayor oferta actual presenta riesgos de mediano plazo, con un impacto potencial sobre los precios”, destacaron desde Ecolatina, y agregaron: “El adelantamiento tanto de la salida de animales de los campos como de la zafra, sumado a que en escenarios de sequía cae la tasa de preñez y destete, provocarían una menor oferta en el futuro, que a la vez llegaría con menos kilos logrados producto de la pérdida de rentabilidad de los feedlots. La falta de lluvias también dificulta la posibilidad de cría, ante un mayor porcentaje de vacas vacías que por su estado físico no sólo no ingresan al ciclo reproductivo, sino que tampoco pueden criar a los terneros”.
En ese escenario, se prevé una caída en el nivel de faena para el próximo año en torno al 9% con respecto al 2022. “Aún con un cambio de fase climática, la oferta también podría caer. Si esto sucede, tal como revelan los principales modelos climáticos, y a partir de febrero comenzamos a transitar desde una fase de neutralidad hacia un otoño-invierno más lluvioso, podríamos esperar una mayor retención de hacienda en los campos, dado que mejoraría el escenario para producción a base pastoril. Así, estos ciclos de engorde más largos derivarían en un bache transitorio de oferta que se sentiría especialmente durante la primera mitad del año”, concluyeron desde Ecolatina.
Esta menor oferta, en consecuencia, podría traducirse en un incremento del precio que paga el consumidor. Una corrección que, para recuperar lo perdido en los último seis meses, debería ser de algo más del 30%. De todas formas, la cifra dependerá también de cómo se encuentre entonces la demanda, que continúa contrayéndose mes a mes en comparación con años previos.
Fuente: Ambito