España no tiene dependencia del gas ruso y aventaja al resto de Europa en su infraestructura de regasificadoras; Argentina sueña con exportar gas licuado, ¿cuál es el punto de encuentro de estas dos situaciones?
El punto relevante está justamente en la infraestructura que ha logrado desarrollar España para recibir gas licuado: existen actualmente 6 regasificadoras en territorio español, siendo el país europeo con mayor cantidad de plantas de tratamiento de gas licuado (son 32 en toda Europa). Esta capacidad le permite hoy tener el precio del gas más bajo del continente y proyectarse como un hub de suministro alternativo al gas ruso.
Aquí juega un papel preponderante el mayor proveedor de gas licuado a España: Estados Unidos, país que espera este año convertirse en el mayor exportador de GNL del mundo, por encima de Australia y Catar, y se ha transformado en la actualidad -y debido al cierre del MEG- en el principal abastecedor de la totalidad del gas que importa el gobierno español.
Seguramente no lo teníamos a Estados Unidos en el radar del gas en el mundo, pero a partir de la evolución de la tecnología de fracking y las grandes reservas de shale gas que detentan han alcanzado el status de gran jugador en el mercado energético. Washington ha logrado recientemente la autonomía energética y ahora domina la provisión de GNL a Europa, habiendo desplazado a los tradicionales proveedores de gas del continente: el mencionado Catar, Rusia, Nigeria y Argelia. Sus números prometer mantener este reciente liderazgo por varios años hacia adelante.
Volviendo a Europa, claramente la guerra ha hecho que todo el continente mire con mucho mayor atención a los metaneros que andan surcando las aguas del mundo y, en este escenario, España tiene la gran ventaja de una infraestructura ya armada que le permitiría almacenar un tercio de las necesidades de gas que tienen los países europeos. Tal es así que existe un proyecto de gasoducto a Francia atravesando los Pirineos orientales que había sido en su momento descartado por Paris y que ahora las circunstancias lo han desempolvado, volviendo a estar en carpeta: se trata del MidCat, que conectaría el norte de Cataluña con Occitania, sur de Francia y le permitiría a España duplicar su capacidad de transporte.
¿Qué impacto puede la situación del gas y el GNL para Argentina?
Sin dudas que en el actual statu quo el escenario es particularmente desfavorable, de la mano del incremento en el precio del GNL a nivel global por sumar una mayor demanda desde Europa. Ahora, también lo podemos pensar como una oportunidad (una gran oportunidad) de mediano plazo si rápidamente se concretan las obras de infraestructura necesarias para transportar todo el shale gas que potencialmente se puede extraer de Vaca Muerta y si se complementa con una estructura de plantas de licuefacción que en lugar de recibir buques metaneros llenos justamente hagan lo contrario: que los llenen aquí para ser descargados en puertos del extranjero.
Esta prometedora alternativa no solamente nos aseguraría nuestro propio abastecimiento, sino que generaría por varios años un saldo positivo de divisas que, en el mejor de los casos y sin salir del rubro, permitiría a nuestro país invertir en la transformación energética que nos lleve al desarrollo de energías renovables como el hidrógeno verde, la eólica y la solar.
Y allá estarán esperando las regasificadoras españolas para inyectar el gas de Vaca Muerta en el sistema interconectado europeo, transportado por el MidCat a Francia y desde ahí al resto del continente.
El escenario es propicio. Los recursos naturales están. La tecnología existe y es altamente viable -como lo demuestra Estados Unidos-. ¿Qué esperamos para subirnos a la última ola de los combustibles fósiles en el mundo?
Analista de Relaciones Económicas Internacionales, Tecnología y Geopolítica. Autor de “5G, La Guerra Tecnológica del Siglo”. En Twitter, @G_Balbo
Fuente: Ambito