Durante las próximas semanas, el sector observará cómo se define en gran medida el futuro económico del país. Inflación global, acuerdo con el FMI, sequía, insumos, retenciones y ley sectorial.
Inflación global
El escenario que se presenta para la Argentina es complejo. A la crisis interna hay que sumarle la ¿salida? de la pandemia y el conflicto militar en el este de Europa, que sin dudas tendrá consecuencias negativas para la seguridad alimentaria y el comercio mundial. Con el valor del barril de petróleo por encima de los u$s100 y commodities en precios máximos históricos, el conflicto podría provocar mayor inflación mundial y ralentizar la recuperación económica de países que comercializan con la Argentina.
Acuerdo con el Fondo
Según el borrador que circuló días pasados respecto del acuerdo que podrían alcanzar nuestro país y el FMI, “es posible que las políticas tengan que recalibrarse según corresponda”. Esto no sólo está vinculado a las complicaciones que podría generar la pandemia ante la aparición de una nueva variante sino también por “eventuales” perturbaciones del comercio, como las que hoy estamos viviendo.
El crecimiento de nuestros socios comerciales podría decaer y los precios mundiales de los productos agrícolas podrían descender marcadamente. El presente no es bueno pero el futuro puede ser aún peor ya que sin precios altos en los granos, la economía puede requerir un esfuerzo extra del sector privado y, al mismo tiempo, del Gobierno para combatir informalidades en el comercio exterior.
El clima y la sequía
La variable climática tuvo un impacto directo en la actividad productiva y aún no es posible contabilizar qué ingresos generará la campaña 2021/22. Lo que sí se sabe que habrá fuertes recortes en las cosechas de soja y maíz, y es probable que los mejores precios internacionales no logren compensar las pérdidas por volumen.
Importación de insumos
No sólo será un problema su costo, sino también su disponibilidad. El conflicto entre Rusia y Ucrania presiona sobre los precios del petróleo y el gas natural, materias primas para la generación de fertilizantes y productos químicos esenciales para el agro, con lo cual al problema doméstico de la falta de dólares para importar, habrá que sumarle altos costos y una logística compleja pospandemia.
No es un tema menor: se trata de los insumos necesarios para un sector que según la balanza de divisas de 2021 permitió la llegada de más de u$s42.000 millones al Banco Central, es decir, más del 95% de los dólares que ingresaron durante el año.
Retenciones
Serán parte de la agenda económica, legislativa y ejecutiva del Gobierno durante las próximas semanas, mientras se posan todas las expectativas en la firma de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. No habrá lugar para darle paso a una propuesta que circuló en el sector productivo, que proponía tentar con una fuerte baja impositiva a los dueños de 85 millones de toneladas de granos (soja y maíz), que aún no tienen precio. Las divisas están en nuestro país. Sin embargo, mientras el Gobierno negocie con el FMI queda completamente descartada cualquier medida económica.
Una ley para la agroindustria
Con el inicio de las sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación, el campo renueva las esperanzas de que sus proyectos vinculados al fomento de la actividad, encuentren el camino legislativo que los convierta en ley.
Si bien el oficialismo impulsó el tratamiento de la ley, a partir de ahora todas las definiciones vinculadas a la economía tendrán que pasar por el tamiz del FMI y habrá que encontrar el momento propicio para que la medida, de bajísimo impacto fiscal, no quede descartada antes de ser analizada, más allá de su potencial.
Fuente: Ambito