La china Chery haría una fábrica de autos eléctricos en la Argentina y se anunciaría durante la gira presidencial al país asiático. Era un viejo anhelo de Franco Macri pero ese proyecto pasó de sueño a pesadilla. Ahora, sería realidad con un gobierno que mantiene una batalla a vida y muerte contra los restos (y los herederos) de su imperio
La automotriz china Chery construiría una fábrica de autos eléctricos en la Argentina. Así lo develó el embajador en ese país, Sabino Vaca Narvaja, en una entrevista publicada este martes por el portal elDiarioAR. El anuncio se haría en el marco de la gira que emprenderá Alberto Fernández la próxima semana a Rusia y al gigante asiático, con una escala en Barbados. Chery vende sus autos en el mercado local desde hace más de una década, cuando constituyó un joint venture con quien, todavía, es su representante: Socma, el holding de empresas de la familia Macri y al que el Gobierno pidió la quiebra por su disputa en torno al Correo Argentino.
“Ya tenemos muchas empresas chinas interesadas en invertir en el tema de minería, de litio. Pero, además, en un proceso de industrialización en baterías de litio, tenemos el anuncio, por ejemplo, de Chery, que va a instalar una fábrica de autos eléctricos“, declaró Vaca Narvaja, en su entrevista con el DiarioAR. Según fuentes oficiales, se radicaría en la provincia de Santa Fe.
“En el marco del desarrollo industrial que Chery Socma Argentina viene
analizando, junto a Chery internacional, y con el impulso del proyecto de Movilidad Sustentable promovido por el Gobierno en el Congreso, se está estudiando un proyecto de radicación de planta de vehículos eléctricos en el país para abastecer al mercado local y exportar a América latina. Creemos que las energías renovables y limpias son el futuro, no sólo en la industria automotriz, sino en la sociedad en general. En este camino, que desde ya será largo, queremos ser actores protagónicos del cambio”, confirmaron ante la consulta de este diario fuentes de Chery Socma, la empresa que representa, distribuye y comercializa los productos de la automotriz china en la Argentina.EL MAYOR EXPORTADOR CHINO DE AUTOS
Fundada en 1997, en la ciudad de Wuhu, Chery es una de las principales automotrices chinas. Lleva 19 años como la mayor exportadora de vehículos de su país: de las 961.000 que vendió en 2021, más de 250.000 fueron en el exterior. El Estado es su controlante y otro gigante automotor chino, la Shanghai Automotive Industry Corporation (SAIC), tiene el 20% de sus acciones. Aunque hoy es reconocida también por productos como el utilitario deportivo Tiggo, el modelo que la hizo famosa en el mundo fue el QQ, auto compacto por el que la surcoreana Daewoo (actual GM Corea) le inició un juicio, y perdió, en la que la acusó de haberle copiado su producto más exitoso en la región, el Spark.
A fines de 2007, Chery constituyó un joint venture para aterrizar en la Argentina. Su socio fue Franco Macri, hombre que canalizó buena parte -por no decir la mayoría- de los negocios de China con la Argentina en la década K.
Chery Socma nació con un doble objetivo: la inserción de los productos de la marca asiática -la primera de ese país en vender sus autos en el mercado automotor local- y la construcción de una fábrica en el país.
Hacía ya algunos años que Macri soñaba con volver a la industria automotriz, en la que, con Sevel, llegó a producir más de la mitad de los vehículos que se comercializaban en la Argentina en los años ’80 y ’90. Jugador audaz, echó sobre la mesa la carta de comprarle a sus ex socios italianos la planta cordobesa de Fiat, paralizada desde la crisis de 2002. Pero, bluff o no, Cristiano Rattazi lo repelió rápido, duplicándole la apuesta. “La planta de Ferreyra costó u$s 600 millones. Por u$s 400 millones, se la dejamos“, cerró el tema, con su clásico tono, siempre entre irónico e inocente.
Macri ya era socio de los chinos en el ferrocarril Belgrano Cargas. Enlazó rápido esa conexión con su viejo deseo de fabricar un auto económico y popular, algo que, descartó, tendría la bendición de Néstor Kirchner, con quien claramente tuvo más afinidad que su primogénito, Mauricio, ya electo jefe de Gobierno de la Ciudad y marcado, desde tiempo antes, por Él (y Ella) como el enemigo, la encarnación del plan de restauración neoliberal.
UNA FÁBRICA ARGENTINA: DEL SUEÑO A LA PESADILLA
Para el lanzamiento de Chery Socma, Franco llamó a servicio a algunos de sus viejos coroneles, ya retirados. Descartada por costos la opción de utilizar la vieja fábrica de Sevel en Berazategui, inmueble cuya propiedad conservó Arnaldo Amasanti, uno de esos recuperados lugartenientes, Macri acondicionó otro activo de su antiguo imperio industrial: la ex Oferol de Uruguay, un engranaje clave de la célebre causa por contrabando que estigmatiza hasta el día de hoy a su ex delfín.
En Uruguay, sin el 35% de arancel a las importaciones de autos fabricados fuera del Mercosur, Chery Socma empezó a ensamblar el QQ y el Tiggo para consumo doméstico. Macri padre nunca resignó su intención de montar una fábrica de autos en la Argentina, un proyecto que cuantificó en u$s 500 millones en el lanzamiento, realizado una noche de invierno en el desaparecido Clo Clo de Costanera. Cuando lo decía, flameaba el viejo fuego sagrado -más chico pero igual de ardiente- al fondo de su aquileña y celeste mirada. El último emperador, seductor eterno, coqueteó con Jorge Capitanich la radicación en el Chaco, durante la primera gestión del “Coqui” como mandatario (2007-2011). Costos y, sobre todo, déficit infraestructura resultaron insalvables.
Pero ese sueño pasó a ser pesadilla en 2014. Chery inauguró en Brasil su primera planta en América latina. Ubicada en la localidad de Jacareí, ciudad en el interior del Estado de San Pablo, arrancó con una producción inicial de 50.000 unidades -con capacidad anual del triple-, para abastecer al mercado brasileño y exportar a la Argentina, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela y Uruguay. En esa fábrica, el grupo chino invirtió u$s 400 millones, más u$s 130 millones en una planta de motores. Hubo otros u$s 22,7 millones para un centro tecnológico y de investigación y desarrollo de productos.
El negocio automotor había cambiado en la Argentina. Ese año, por el cepo, las automotrices mendigaban dólares, que el Gobierno entregaba en cupos para los que privilegiaba a las empresas con producción local. Algo que pegó fuerte en las empresas que, como Chery Socma, tenían su negocio basado en la importación. En 2014, Chery registró 3777 patentamientos en el país, según datos de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara). Una caída del 51,8% contra los 7840 de 2013, año que, con 956.884 ventas al público, todavía hoy es el record del sector. En 2014, el mercado total perdió casi un 29 por ciento.
En noviembre de 2017, Chery se asoció con el grupo brasileño CAOA. La flamante CAOA Cherry hoy es la dueña de la planta de Jacareí, donde produce los modelos Tiggo 3x, Arrizo 5 y Arrizo 6. En Anápolis (Goiania), hace los Tiggo 5x, Tiggo 7 PRO y Tiggo 8. La automotriz china ya había cerrado definitivamente su planta uruguaya en mayo de 2015. El motivo: un derrumbe, de más del 60%, de sus exportaciones a la Argentina por los controles aduaneros y cambiarios existentes en la otra orilla del Río de la Plata. Punto final para un proceso que se había iniciado con suspensiones algunos meses antes. Alea jacta est.
Chery Socma reconvirtió su negocio en la Argentina. Con el hijo pródigo en la Casa Rosada, y su hermano Gianfranco más encima de los negocios familiares, se removieron obstáculos para el comercio de vehículos. En 2017, Chery vendió 6250 unidades, 65% más que en 2016. El volumen se mantuvo estable al año siguiente. Para entonces, Socma había ampliado su negocio automotor con la incorporación de otras dos marcas chinas: DFSK y JAC Motors. En 2021, entre las tres, comercializó 1614 unidades.
Franco falleció el 2 de marzo de 2019. Ya hacía un tiempo que la salud -y la mediación de sus hijos- lo había alejado de sus negocios. Hasta los últimos días en los que estuvo al volante, mantuvo en su hoja de ruta la radicación de una planta automotriz en la Argentina. Algo que la semana próxima podría ser realidad. Paradójicamente, durante la gira a China de Alberto Fernández, quien no duda en culpar a su antecesor de todos los males del país. Y cuyo Gobierno da una batalla, a vida y muerte, contra los restos de lo que alguna vez fue el imperio que forjó Franco Macri, a punto tal que su heredero denunció “venganza” y “persecución ilícita”. Una página más de esa novela de pasiones, intrigas, conflictos, suspensos y, también, color, con la que se escribe la historia del clan Macri.
Fuente: Cronista