Se trata del Toyota SW4 que, en sus dos versiones de tope de gama, comenzará a pagar el tributo a partir del 1° de septiembre.
Tras la decisión del Gobierno de no flexibilizar el Impuesto Interno para los autos, como pidieron fabricantes e importadores, un modelo de producción nacional quedará afectado por el gravamen. Se trata del Toyota SW4 que, en sus dos versiones de tope de gama, comenzará a pagar el tributo a partir del 1 de septiembre, según confirmaron a Ámbitodesde la automotriz.
La noticia cayó mal en el sector que consideraba que el ajuste del trimestre de 9,5% dispuesto era exiguo, más teniendo en cuenta que la suba del dólar de este mes de alrededor de 25% alteró el mercado. El problema con este gravamen es que si un vehículo queda impactado aumenta su precio en 25%. Por eso, las marcas intentan mantener el valor justo debajo del límite para no ser castigadas y perder clientes.
Son muchos los modelos que quedarán afectados; la mayoría importados, aunque el Toyota SW4 es el caso más emblemático. La automotriz viene manteniendo el valor (fijado en pesos) en un nivel para que no lo alcance el tributo. Sin embargo, ahora decidió un giro comercial.
Sólo la versión de 5 asientos se mantendrá por debajo de la base imponible que, desde el mes próximo, será de alrededor de $2.300.000 de precio al público. En ese caso, el modelo quedará “barato” en relación con sus competidores que, por ser importados, tienen sus listas en dólares y no tienen margen para esquivar el impuesto. Sube el dólar, suben sus autos (en pesos) y caen en el impuesto. Con el nuevo valor pasará a costar unos $2.300.000, lo que significará que su valor será de u$s40.000. Lo normal es que este modelo cueste u$s50.000.
Para un público acostumbrado a manejarse con precios en moneda estadounidense, este SUV quedará a un valor muy competitivo. Esto provocará situaciones insólitas. Por ejemplo, estará apenas por encima de un Audi A1, recientemente lanzado a u$s37.200. Se trata de un auto chico contra un SUV de un segmento superior.
Para la terminal vender a ese valor no es rentable, por lo que, según pudo saber Ámbito, no prevé aumentar la producción y sólo cumplirá con las unidades comprometidas con las concesionarias, además de lo destinado a la exportación. Las versiones de tope de gama pasarán a costar cerca de $3.000.000, lo que hará que caigan sus ventas.
En las concesionarias, anticipan que tendrán un incremento importante de la demanda de la versión sin impuesto. De hecho, en la terminal se escuchó decir que “habrá lista de espera”, debido a que la alteración de los precios que provoca este tributo hará que mucha gente se vuelque a la compra de este modelo. A esto se suma que, aunque la automotriz sancione a las concesionarias que tengan prácticas de este tipo, no se descarta que se pidan “sobreprecios” para los clientes con mucha avidez para tener su vehículo a un valor tan atractivo.
El otro hecho insólito es que este impuesto hace que muchas marcas disminuyan las ventas de los modelos afectados o, directamente, los saquen de comercialización. Esto provoca que a menores ventas, haya también menor recaudación, algo que va en el sentido contrario a la lógica de un impuesto.
Desde el Gobierno dieron a entender a fabricantes e importadores que no tenían margen para subir la base imponible por encima de lo previsto porque se podría leer como una baja de la presión tributaria de un impuesto conocido como “al lujo” en un momento políticamente sensible. De todas maneras, hay que recordar que, durante la campaña de 2015, desde Cambiemos se habló de eliminarlo.
Fuente: Ambito