La productividad está estancada no sólo en la oleaginosa, sino también en un sinfín de cultivos de las economías regionales.
“El resultado económico de los semilleros condiciona su nivel de inversión de corto y mediano plazo para desarrollo y mejoramiento de nuevos genotipos en cada país y ello es sin dudas uno de los factores que condicionan el crecimiento de los rendimientos en Argentina.
De esta manera, considerando los niveles de tecnología utilizados en los tres países como equivalentes y adaptados a las condiciones de cada uno, si atribuimos la diferencia de rendimientos medios al progreso genético logrado en cada país podemos decir que: el no reconocer la propiedad intelectual en la semilla de soja le cuesta a la Argentina no ingresar un total de u$s3.373 millones, tomando un valor FOB medio de u$s515 por tonelada”, explican desde la entidad.
Industria aceitera
Además hay otro factor clave que también está complicando el negocio de la cadena sojera y es la caída en el nivel proteico del cultivo, algo fundamental en la elaboración de harina de soja, principal producto que exporta la Argentina. El retroceso en este ítem, además de cuestiones climáticas, también está asociado a la falta de tecnología en el cultivo.
Según cálculos de la Bolsa de Comercio de Rosario, esta situación generó “pérdida de ingresos por u$s575 millones para el complejo oleaginoso nacional. Estos menores ingresos por la baja de proteína terminan siendo afrontados por todos los integrantes de la cadena: fábricas aceiteras, productores agropecuarios, corredores, acopiadores y otros agentes de la comercialización local”.
Más allá de la soja
Lo cierto es que la problemática no solo se atañe a la soja sino que puede trasladarse a un sinfín de producciones y economías regionales, donde la tecnología también debería cumplir un rol estratégico para ganar productividad pero eso tampoco está ocurriendo por la falta de un marco propicio. Al respecto, Alfredo Paseyro, Director Ejecutivo Asociación Semilleros Argentinos, explica: “No estamos hablando de la necesidad de una Ley de semillas sino de una ley que dé respuesta a todo lo que es la gestión del conocimiento aplicado al mejoramiento genético, que en realidad es algo mucho más amplio. Porque ahí empezamos a ver lo que pasa en los sectores de las economías regionales donde está el garbanzo, poroto, maní, arroz, algodón, frutales, floricultura, el universo es inmenso y lo cierto es que cuando te corres de la Pampa Húmeda, el déficit del mejoramiento genético es muy importante”, sentenció.
Ley agroindustrial
Mientras tanto, en la ley agroindustrial que promueve el Consejo Agroindustrial y que llegaría muy pronto al Congreso hay un artículo específico respecto a las semillas. Paseyro adelanta: “Se propone un incentivo a la utilización de semillas fiscalizadas, en particular de autógamas y especies forrajeras. Significa que el productor compre semilla fiscalizada tenga un incentivo que le permita reducir su impuesto a las Ganancias 1,5 veces de lo que hace hoy. Buscamos cambiar la dinámica y poner el tema en valor para que cuando se den las condiciones se vuelva a discutir la necesidad de una Ley respecto a la gestión del conocimiento aplicado a la propiedad intelectual. De todas formas, sería un gran primer paso avanzar con la ley agroindustrial porque se estaría fomentan la utilización de semillas fiscalizadas”.
Fuente: Ambito