El proyecto ya está presentado. No se venderán más motores nafteros o diésel.
El plan de electrificación del parque automotor en Europa no se detiene, sino todo lo contrario. La semana pasada la Comisión Europea propuso que a partir de 2035 no se vendan más vehículos con motores nafteros o diésel, es decir, que en los concesionarios solo haya modelos eléctricos.
El paquete de medidas ya fue presentado y se someterá a debate. El objetivo final es que Europa alcance la neutralidad de carbono en 2050.
La norma no contempla la prohibición explícita de las mecánicas tradicionales, pero establece límites de contaminación tan bajos que literalmente solo se pueden lograr con eléctricos o vehículos a hidrógeno (que también utilizan motor eléctrico).
Según el plan oficial, los fabricantes de automóviles deben reducir las emisiones de CO2 de sus autos y comerciales en un 55% para 2030 en relación a los niveles de 2021, y emisiones nulas para 2035.
Según estimaciones, la reducción del 55% equivaldría a un consumo promedio menor a 2 litros cada 100 kilómetros, es decir, algo imposible de lograr sin una electrificación total o casi total. Por otro lado, la inversión para lograr que un motor a combustión emita eso es tal alta que no tiene sentido para las automotrices.
La norma además establece que los estados miembro deben garantizar el acceso a cargadores cada 60 km en las rutas, como una forma de incentivar y hacer realmente posible el uso del auto eléctrico. Al menos en las Trans-European Transport Network (TEN-T), las autopistas principales del continente.
Los puntos de recarga deberían tener una potencia total de 300 kW en 2025 y ser de 600 kW para 2030. En el caso de los camiones la red de carga debería tener una potencia de 1.400 kW en 2025 y 3.500 kW en 2030.
En el caso de los vehículos a hidrógeno (como el Toyota Mirai), los puntos de abastecimiento deben estar cada 150 km para 2030, siempre hablando de las principales arterias de comunicación del continente.
La propuesta sorprendió con los plazos, un punto sobre el que las automotrices suelen poner reparos por lo costoso de la adaptación. Pero todavía queda un largo camino por recorrer. Ahora hay que esperar la negociación con los 27 estados miembro y con el parlamento europeo. Luego, resta ver las normativas y leyes nacionales de cada país miembro.