En un mundo que corre tan rápido y la tecnología nos lleva subirnos a dicha velocidad es importante incorporar pequeñas acciones para que la ansiedad no sea un displacer.
No podemos generalizar, pero es un indicio de cómo cada vez estamos menos tolerantes y cómo pretendemos sacarnos de encima los pendientes. Si no tenemos tiempo de escuchar un audio de tanta cantidad de minutos, en lugar de acelerarlo podemos encontrar el momento oportuno para reproducirlo, no tenemos que hacer todo en el mismo momento, incluso podemos, de forma asertiva, expresar a quien lo envía si pudiese especificar el contenido del mismo.
En un mundo que corre tan rápido y la tecnología nos lleva subirnos a dicha velocidad, (responder de forma automática sólo por el hecho de tener el teléfono en la mano, estar pendiente de notificaciones, contar algo en tantos segundos, expresar una idea en tantos caracteres) es importante incorporar pequeñas acciones para que la ansiedad y tantas otras emociones no encuentren en la tecnología un factor de mantenimiento de displacer y, por consiguiente, aumente nuestro estrés.
Para reducir la ansiedad que el uso de la tecnología y el uso del teléfono conlleva podríamos:
- Ser respetuoso del espacio personal de cada uno: escribir en horarios razonables, ofrecer otra alternativa de contacto en este contexto, como por ejemplo programar una llamada telefónica en lugar de una larga cadena de mensajes.
- Establecer límites: ya sea límites de tiempo como reducir el tiempo de uso de las pantallas, programar horas al día en las que no utilizaremos tecnología como por ejemplo, durante las comidas; e incluso límites físicos, como no utilizar el teléfono en la cama o si es posible, prescindir del uso de este cuando hacemos deporte.
- Proponernos pasar a actividades de forma analógica: utilizar agendas, leer desde un libro, tomar notas en papel, utilizar un reloj despertador.
- Tener un uso responsable: utilizar la tecnología con un propósito ya muchas veces se utiliza por aburrimiento, o como conducta evitativa de algún sentimiento, por lo tanto, es importante evaluar qué función cumple en ese momento el estar conectado a un dispositivo.
- No estar pendientes: ¡en primer lugar no agarrar el teléfono ni bien nos despertamos! Se pueden reducir la activación de notificaciones e incluso muchas de nuestras actividades diarias pueden realizarse sin la necesidad de estar conectados.
Si deseamos cultivar una vida de serenidad cuidando nuestra salud física y mental, cada pequeña acción tiene que estar en concordancia con aquello que deseamos y necesitamos, por lo tanto, hay que ser consciente que la tecnología puede jugar a nuestro favor o en contra y a cada momento tenemos la oportunidad de elegir que el uso de esta no nos condicione a vivir en un estado de alarma constante.
Psicóloga clínica y Psicoterapeuta Cognitivo Conductual (M.N. 65.390). Directora de SEPSIAT.
Fuente: Ambito