“Podríamos vender por u$s 30.000 millones para 2050”, dijo Juan Carlos Jobet, ministro de Energía del país. “Esa es la cantidad de cobre que exportamos hoy”.
Hace menos de una década, las empresas de energía se burlaban de los esfuerzos de Chile para desarrollar energías renovables. Los rechazaban por considerarlos demasiado caros a pesar de que el país andino cuenta con algunos de los mejores rayos solares del mundo.
Desde entonces, una revolución en la tecnología verde redujo el costo de producción de energía solar en un 80%, y las energías renovables ahora representan el 44% en una nación que ya no depende de la energía importada.
Chile ahora espera que esto le permita lograr una hazaña similar con el hidrógeno verde, una alternativa limpia a los combustibles fósiles que, a diferencia de la energía solar y eólica, se puede utilizar en cualquier momento del día o de la noche y en cualquier condición climática.
El hidrógeno verde se produce utilizando electricidad de energía renovable para electrolizar el agua, separando los átomos de hidrógeno y oxígeno. Como combustible, el hidrógeno no produce emisiones y se puede utilizar en celdas de combustible o en motores de combustión interna de automóviles, micros, barcos e incluso naves espaciales.
“Chile podría estar exportando u$s 30.000 millones de hidrógeno verde para 2050”, dijo Juan Carlos Jobet, ministro de Energía del país. “Esa es la cantidad de cobre que exportamos hoy”.
El cobre es el eje actual de la economía de la nación minera, representa aproximadamente la mitad de sus exportaciones, con una gran demanda de China.
Jobet dijo que el hidrógeno verde tiene el potencial de ser “transformador” para la economía de Chile, con un gran impacto en la creación de empleo y el desarrollo económico local, enfatizando la necesidad de diversificar la actividad económica y reducir las emisiones de carbono en su sector minero para cumplir con las metas del Acuerdo de París.
McKinsey calcula que la inversión global en hidrógeno verde, tanto los electrolizadores necesarios para producirlo como las plantas de energía renovable para hacer funcionar los electrolizadores, debería alcanzar aproximadamente los u$s 500.000 millones para 2030 y u$s 2,5 billones para 2050.
“Estos son números muy, muy grandes, y Chile tiene que encontrar la manera de capturar una parte de esa inversión”, dijo Jobet. “Pero incluso si fuera la mitad, sería gigantesco”.
Para que esto suceda, se necesitarán avances en países que desarrollan la tecnología como Estados Unidos, Alemania, Japón y el Reino Unido para llevar el costo de producción a niveles económicos.
El objetivo del gobierno es producir hidrógeno verde por menos de u$s 1,50 el kilo para 2030, un precio que sería altamente competitivo en los mercados internacionales y permitiría al país reemplazar otros combustibles.
Hans Kulenkampff, presidente de H2Chile, la asociación de hidrógeno verde del país, dijo que se podría llegar a un punto de inflexión en 2027. Sin embargo, advirtió que esto requeriría una mayor conciencia y comprensión del potencial del país, especialmente en el sector minero donde el gobierno espera que la tecnología se implemente primero, con un enfoque en los enormes camiones diesel que se utilizan para transportar rocas.
“En principio, todo es posible, pero hay que ampliarlo y ese es un problema de gasto de capital”, dijo Kulenkampff, y agregó que esto requería “un estado activo para resolver el problema del huevo y la gallina” entre la oferta y la demanda.
“La pregunta es quién paga la inversión, quién paga la transición energética (…) tenemos que resolver eso y no es fácil”, dijo, señalando que mientras Alemania, por ejemplo, ya había destinado u$s 9000 millones para promover el hidrógeno verde, economías en desarrollo como Chile también deben atender problemas sociales urgentes. El país sufrió una ola de protestas contra la desigualdad el año pasado.
Hasta ahora, los grupos mineros en Chile han demostrado ser “tímidos” en su respuesta al hidrógeno verde, según Eduardo Bitrán, expresidente de la agencia de desarrollo de Chile, Corfo.
Sin embargo, dijo que más de 65 empresas de todos los sectores, incluidos los grandes actores del sector energético como Siemens, Enel y AES, participaron de conversciones destinadas a promover la tecnología. Agregó que ya hay alrededor de 20 proyectos piloto de hidrógeno verde en el país, incluida la potenciación de montacargas para Walmart, y una empresa conjunta entre la agencia estatal de explosivos Enaex y la eléctrica francesa Engie para producir amoníaco verde para los mineros.
Sebastián Carmona, gerente de innovación corporativa del grupo minero estatal dominante de Chile, Codelco, dijo que la empresa tiene grandes esperanzas en la tecnología, ya que ha dado “pasos pioneros con la introducción de la movilidad eléctrica en nuestras minas y transporte subterráneos”.
Pero mientras el grupo estudia usar celdas de combustible de hidrógeno en motores de camiones, dijo que se necesitará hacer una evaluación “cuidadosa” de los requisitos de energía y agua, así como de los costos de generación y almacenamiento.
Roberto Muñoz, gerente de energía de Antofagasta Minerals, la minera privada chilena más grande del país, dijo que la compañía está monitoreando “permanentemente” el desarrollo de tecnologías limpias, con una de sus minas más grandes, Los Pelambres, la más avanzada en el estudio del uso de hidrógeno verde.
Pero dijo que se necesita más trabajo para establecer la viabilidad económica y la seguridad, y agregó que aún podrían pasar “varios años” antes de que la tecnología esté disponible comercialmente.
Bitran insistió en que es “obvio” que los mineros y otros adoptarán el hidrógeno verde dado el potencial de mejorar la aceptación pública de la minería y también la tendencia de cobrar mayores impuestos a las empresas contaminantes, especialmente los gravámenes transfronterizos al carbono que penalizan el “dumping ambiental”.
Sin embargo, enfatizó la importancia de que el Estado juegue un papel catalizador y corrija las fallas del mercado, con un impulso necesario por el lado de la oferta.
“Hay mucho por hacer, hay una gran oportunidad, hay mucha voluntad política y también mucho interés de los actores privados”, dijo Jobet. “Estoy convencido de que los gobiernos pueden crear las condiciones y dar señales regulatorias, pero al final esto lo hará el sector privado (…) que se ha dado cuenta de que su huella de carbono es cada día mayor “.