Llega a 110 km/h y tiene una autonomía de 100 kilómetros. Cómo fue el proceso de conversión.
Un ingeniero de La Plata aprovechó la cuarentena para darse un gustito y completar un proyecto muy peculiar: convirtió un Renault Kwid naftero en un auto totalmente eléctrico. Tardó alrededor de cuatro meses y le demandó un gasto total de 20 mil dólares.
“Por la mitad de precio de mercado tengo un auto 0 km 100 por ciento eléctrico”, sostuvo en diálogo con el medio Info Blanco Sobre Negro el ingeniero Javier Idzi, dueño del Kwid en cuestión, que tiene vastos conocimientos en la materia. Es el director de la carrera de Ingeniería Mecánica y Electromecánica de la Universidad Nacional de La Plata.
Lo que Javier dice sobre el precio es cierto, aunque no del todo. Hoy por hoy, hay solo dos autos eléctricos a la venta en la Argentina: el Nissan Leaf, por 61.600 dólares; y la Renault Kangoo Z.E., por $2.460.200 (algo así como 33.600 dólares al tipo de cambio oficial, que es el que utilizan los concesionarios). Además, ofrecen prestaciones y equipamientos superiores al Kwid.
El proyecto de conversión
Javier le contó a Info Blanco Sobre Negro que compró un Renault Kwid 2019 con 10.000 kilómetros específicamente para este proyecto. “El 21 de marzo saqué el auto del concesionario y me agarró la cuarentena. El 25 de mayo lo saqué a la calle con baterías de plomo. Después les coloqué las de litio”, relató.
Lo primero que hizo fue eliminar el caño de escape y el tanque de nafta, al que reemplazó por un tomacorriente. Luego colocó el motor y las baterías, ambos de procedencia china y costeados por su propio bolsillo. Lo que no cambió fue la transmisión, que sigue siendo manual de cinco marchas. “Se puede arrancar en cualquier cambio, incluso en quinta. Se pone más pesado pero el motor no se apaga”, dijo.
“Hice un poco de mecánico para sacar el motor a combustión y adaptar el nuevo eléctrico. Además, tuve que hacer mucho trabajo de electrónica porque es un auto muy nuevo que tiene cuatro airbags, ABS y todo tiene que quedar funcionando. Algunos días fui mecánico, otros días fui un electrónico y otros, diseñador de partes”, confesó el ingeniero.
En el proceso, Javier se sorprendió por “la simpleza de un motor eléctrico comparado con un naftero”. “Saqué más de dos kilos de cables”, explicó sobre su Kwid, que ahora tiene una velocidad final de 110 kilómetros por hora (con motor naftero tiene alrededor de 156 km) y 100 kilómetros de autonomía (el naftero ronda los 600-700 km, según el uso).
“Primero le puse baterías de plomo para probar y pude comprobar que son tan malas como se dice. Tenía 14 kW de batería, de los cuales solo podía utilizar 7 kW porque no conviene descargarlas más del 50 por ciento, ya que se acorta demasiado su vida. Ahora puse 10 kW de litio y las puedo descargar al 90 por ciento, por lo que tengo 9 kW para utilizar. Tengo un 40% menos de energía acumulada y un 30% más de autonomía”, explicó.
“Además, tenía ocho baterías que en total pesaban casi 300 kilos mientras que las de litio pesan 60 kilos. Es mucha diferencia para un auto que nuevo pesa 750 kilos”, detalló Javier.
El ingeniero no dio demasiados detalles sobre el proceso de recarga de las baterías, pero anticipó que tiene como objetivo colocar paneles solares para cargar las baterías de plomo que había utilizado en la primera etapa, y utilizar esa energía para alimentar al auto.
Terminado este proyecto, se dedicará a convertir una Renault Kangoo a combustión en un vehículo 100 por ciento eléctrico. Es el vehículo de otro ciudadano de La Plata que, enterado del resultado del Kwid, se animó a encargarle la conversión a pedido.