El gremialista Guillermo Pereyra lanzó una severa advertencia a la compañía si insiste en su objetivo de firmar un acuerdo por empresa.
El conflicto remite al modelo sindical vigente y pone a Pereyra ante una encrucijada: si acepta una reforma del convenio a la baja dejará asentado un precedente para el rubro pero también para otros sectores privados interesados en flexibilizar las condiciones laborales sin pasar por la negociación integral de sus actividades. Sobre este punto, en el gobierno anterior el dirigente hizo una concesión de su convenio en Vaca Muerta pero tuvo como argumento que lo hacía para una actividad no contemplada, la explotación de hidrocarburos no convencionales, y que regiría para todas las operadoras.
En YPF admitieron esa intención, destinada a reducir costos operativos, pero plantearon que la compañía representa más del 60% de la actividad y que esa posición le habilita a buscar condiciones puntuales para reanudar la producción en Vaca Muerta. El caso testigo es el acuerdo que la firma nacional suscribió con el gremio de jerárquicos petroleros de Mendoza, a cargo de Julián Matamala.
Entre otros puntos, como informó el sitio especializado Econojournal, la flexibilización impulsada por YPF prevé el pago sólo de las horas efectivamente trabajadas, la unificación de varios bonos extra en un solo adicional no remunerativo, el rebalanceo de los días de trabajo, los de descanso y los de eventuales suspesiones y la posibilidad de establecer contratos laborales a plazo fijo, entre otros tópicos.