Desde que el Gobierno anunció que avanzaría con la estatización de Vicentin, el presidente Alberto Fernández y sus ministros señalaron que se piensa aplicar un “modelo YPF” en la cerealera, destacando que la petrolera es “una empresa mixta, cotiza en la Bolsa de Nueva York, tiene un management absolutamente profesional y un directorio con representantes del Estado nacional y las provincias petroleras”, como dijo Matías Kulfas , titular de la cartera de Desarrollo Productivo.
También se hicieron comparaciones entre ambas empresas luego de que el Presidente hablara de “soberanía alimentaria” , que tiene su paralelismo con la “soberanía energética”, como dijo en su momento la entonces presidenta Cristina Kirchner, en 2013, tras expropiar el 51% de las acciones de YPF.
Sus inicios: Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) nació como una empresa del Estado en 1922, y se mantuvo así hasta su privatización en 1998. Su expropiación tuvo un gran apoyo de la opinión pública, que siempre la consideró “propia”. Vicentin, por su parte, se creó siete años después, en 1929, por la familia que lleva su nombre, y siempre estuvo en manos privadas. Su nombre recién se hizo conocido entre la mayoría de la sociedad a raíz del anuncio de expropiación.
Composición societaria: En 2012, cuando se expropió YPF, la petrolera ya cotizaba en la Bolsa de Nueva York y la mayoría de los accionistas eran extranjeros, siendo la española Repsol la que tenía el control con el 57,43% de las acciones. En el caso de Vicentin, la mayoría de los socios de la cerealera son la familia Vicentin, y no es una compañía pública que cotiza en la bolsa.
“Soberanía”: Cuando se expropió YPF, la Argentina había perdido su capacidad de exportar petróleo y gas, y se encaminaba a tener -dos años después- un déficit récord en la balanza energética de más de US$7000 millones, que consumió el superávit en las cuentas fiscales y generó las mayores pérdidas de divisas. En el caso de Vicentin, la empresa opera en el principal sector exportador del país y uno de los más eficientes. La cerealera, en particular, ya ingresa dólares al país; el año pasado liquidó divisas por aproximadamente US$2674 millones .
Inversiones en el sector: En el sector de hidrocarburos, las inversiones que realizó YPF permitió darle dinamismo a una industria que estaba adormecida por el congelamiento de las tarifas de gas y luz, lo que desincentivó la producción. Con la expropiación de la petrolera, se llevaron adelante también políticas de incentivo para volver a movilizar al sector. El mercado agrícola, por su parte, más allá del incremento de retenciones que desincentiva la producción, sigue siendo el principal motor de la economía y uno de los que más inversiones tracciona.
Deuda de las empresas: A diferencia de la situación actual de Vicentin, que entró en convocatoria de acreedores, YPF no tenía un problema de estrés financiero cuando fue expropiada. El Estado pagó alrededor de US$5000 millones por el 51% de las acciones a Repsol, pero no debió hacerse cargo de las deudas de la petrolera.
Impacto en los precios locales: A pesar de ser una empresa que cotiza en la bolsa, el control que el Estado tiene sobre YPF le permite al Gobierno regular los precios de las naftas y el gasoil, ya que, al representar casi el 60% del mercado, la petrolera establece los valores de referencia y ninguna empresa aumenta o baja sus precios si YPF no lo hace. En el caso de Vicentin, será difícil que el Estado tenga injerencia sobre el precio de la harina en el mercado local, ya que la cerealera se dedica principalmente a exportar aceites de soja. “Será difícil que Vicentin sea una empresa testigo de cómo se fijan los precios de los productos que se comercializan en Chicago”, señaló Daniel Montamat, director de la consultora homónima.
Fuente: La nacion