La decisión oficial de colocar el crudo local por encima del valor internacional no garantiza regalías. El mensaje que se transmite a los inversores
contramano de lo que ocurre con los gobernadores provinciales, que presionaron hasta alzarse con la medida, la decisión del Gobierno nacional de establecer una nueva versión del barril “criollo” de petróleo -estacionado en los 45 dólares- es observada con dudas desde el ámbito de los hidrocarburos.
Lo que se pone en cuestión es su efecto real tanto en las arcas de los territorios petroleros como en las mismas compañías.
Ocurre que si bien la decisión fija un valor por encima del deprimido precio internacional, y propone una pauta de comercialización que les permitiría a las provincias productoras recuperar oxígeno financiero a fuerza de mayores regalías, cualquier estimación de ganancias sigue todavía en el plano de lo potencial. Esto es así a causa de la nula demanda de crudo por el sobrante almacenado y el derrumbe en la venta de combustibles que sigue provocando la cuarentena.
Dicho de otro modo: si no hay comercialización de barriles, las posibilidades de recaudación de las provincias seguirán tan escasas como hasta ahora. Y la realidad es que, en la actualidad y a raíz del parate económico, hoy por hoy prácticamente nadie compra una sola unidad de crudo en la Argentina.
Entre los analistas hay coincidencias en que este aspecto es harto conocido por el Gobierno. Interpelados por iProfesional, los expertos entienden la imposición del barril “criollo” como un gesto político antes que verdaderamente económico.
Entienden que el gesto de la administración Fernández apunta a serenar el malestar de los bloques provinciales, que en las últimas semanas ven una y otra vez cómo la estructura de producción petrolera se derrumba a paso redoblado.
¿A qué responde el escepticismo respecto del efecto real de la medida? La cuestión gira siempre en torno al sobre stock y el casi nulo consumo de combustibles por parte de industrias y particulares. Entre los especialistas destacan que la mayoría de las refinadoras cuenta con reservas por al menos dos meses. Y que esa misma disponibilidad sólo podría bajar como para reactivar la producción si se genera una salida total de la cuarentena en el corto plazo, algo impensado dado el escenario sanitario.
Desde el Instituto General Mosconi, que preside Jorge Lapeña, expusieron ante iProfesional que si el aislamiento se levantara de forma completa a nivel nacional en un mes como julio, el nivel de crudo almacenado y el combustible ya generado les permitirían a las petroleras llegar a octubre sin necesidad de comprar crudo.
Con un detalle adicional: el barril “criollo” tiene fecha de vencimiento estipulada para diciembre de este año. Por ende, su efecto real en los números de las provincias -en el plano ideal de una reactivación total de la economía- recién se haría notar en el último tramo del año y, con suerte, por un lapso de como máximo tres meses.
Sin demanda nada cambia
Julián Rojo, experto del Mosconi, no dudó en tildar de “simbólica” la decisión de fijar un precio alto para el barril si no ocurre en lo inmediato una reactivación económica. En diálogo con iProfesional, sostuvo que sin recuperación de la venta en las estaciones de servicio o renovado movimiento industrial, el stock de crudo existente mantendrá inmóvil la actividad en los yacimientos.
“El precio del barril puede fijarse en cualquier nivel, el punto es que si no vendés, la recaudación sigue siendo igual a cero. Y hoy lo que ocurre en Argentina es eso: nadie demanda un solo barril de crudo. Las refinadoras tiene un acumulado para al menos dos meses y ni siquiera levantando la cuarentena mañana mismo habrá una demanda inmediata que genere regalías importantes para las provincias”, dijo.
“Lo que se dispuso es una medida política antes que económica. De imaginar una desactivación total de la cuarentena en el corto plazo, tal como está el escenario las petroleras y procesadoras llegarán prácticamente al último trimestre del año con stocks. Y el barril ‘criollo’ vence en diciembre. O sea que su efecto en términos económicos, el beneficio, podríamos decir que será nulo”, añadió.
Rojo sostuvo que el crudo debe volver a los niveles de comercialización de febrero para tener algún tipo de efecto positivo en términos de recaudación económica para las provincias productoras.
“Y estamos hablando de un país con pronóstico de derrumbe de la actividad de entre 5 y 8 por ciento para la segunda parte del año. Todo indica que la demanda de combustibles no volverá a ser la de la primera parte de 2020. O sea que, otra vez, las posibilidades de grandes regalías por la venta de petróleo son muy poco probables”, aseveró.
El especialista comentó, además, que la decisión de establecer un valor diferente al del mercado internacional envía, pensando a futuro, una señal negativa de cara al potencial arribo de nuevos inversores.
“La actividad petrolera se rige normalmente por pautas establecidas a largo plazo. Esa es la señal que siguen los capitales para apostar o no en un determinado mercado. Quebrar los valores de referencia casi de forma permanente, como ocurre muy a menudo en la Argentina, es un mensaje sumamente negativo que se envía hacia afuera. ¿Quién se anima a invertir en una actividad cuyas reglas se modifican tan seguido? Manejar el mercado local con otros valores expone una falta de previsibilidad que desalentará cualquier interés hacia adelante”, puntualizó.
Calma política
Consultado por iProfesional, Emilio Apud, ex secretario de Energía de la Nación y hasta hace muy poco director en la estatal YPF, catalogó a la medida oficial de “coyuntural” y también expuso que la decisión “no favorece eventuales inversiones en el mediano y largo plazo”.
El entrevistado sostuvo que la imposición de la unidad de crudo a 45 dólares no aleja la posibilidad cierta de que los territorios con petróleo caigan en la cesación de pagos.
“El Gobierno toma una decisión así por cuestiones políticas, para evitar cuestionamientos mayores en las provincias productoras. Esto tiene que interpretarse como una señal en ese sentido. Se establece un criterio así para frenar cualquier cruce con los senadores de esos territorios. Para que las provincias tengan una mejora en sus arcas debe reactivarse la venta, y eso está muy lejos de ocurrir”, enfatizó.
“Hay sobrante de crudo, los almacenamientos están completos. Esto es un paliativo con vistas a que mejore la venta en algún momento, pero es un misterio cuándo ocurrirá eso. La demanda de petróleo volverá a existir cuando se recupere la comercialización de los combustibles. Mientras tanto, fijar un precio alto del barril no deja de ser una medida simbólica”, añadió.
Apud sostuvo que una medida así “no tiene ningún tipo de efecto positivo en Vaca Muerta” en tanto falta demanda y, al mismo tiempo, se “pone nerviosos a los inversores” a partir del nuevo cambio de reglas para el rubro.
“El barril ‘criollo’, la regulación, vuelve a introducir la desconfianza y no genera cambios en lo económico porque las regalías que se mencionan, que podrían alcanzarse, son todas potenciales. Aporta cierto alivio político para las provincias. Después, complica mucho los números de las empresas que hacen refinamiento, que deberán pagar un valor muy por encima del precio internacional”, concluyó.
Fuente: Iprofesional