Trump afirma haber hablado con el príncipe saudí Bin Salmán y augura un recorte de producción de Arabia Saudí y Rusia entre 10 y 15 millones de barriles
La ruptura entre Arabia Saudí y Rusia, segundo y tercer productor mundial de crudo respectivamente, terminó de desgajar el mercado petrolero a principios de marzo. Y la expectativa de un nuevo acuerdo para reducir los bombeos y tratar de reequilibrar así una oferta que no ha dejado de crecer y una demanda en caída libre por el coronavirus ayuda este jueves a suturar una parte pequeña de la sima abierta. Tanto el barril de Brent (el de referencia en el Viejo Continente) como el Texas (el de referencia en EE UU) se dispararon más de un 20%, cerrando una jornada récord y recuperando así una pequeña parte de lo perdido hasta ahora. Con todo, y pese a lo espectacular del incremento, los precios parten de niveles tan bajos (25 dólares al inicio de la jornada), que el rebote solo sirve para superar los 30 dólares. El crudo vivió en marzo su peor mes desde octubre de 2008 (tras la quiebra de Lehman Brothers, a la postre el pistoletazo de salida de la crisis financiera global) y su peor trimestre de siempre: entre enero y marzo se dejó casi las dos terceras partes de su valor.
La subida responde, sobre todo, a una palabra: la de Donald Trump. El presidente de EE UU abrió la caja de las expectativas a última hora del miércoles, al dejar caer que confiaba en que Arabia Saudí y Rusia sellen pronto un pacto de recorte de producción que ponga fin al actual entorno de precios bajos. Este jueves el republicano ha vuelto a incidir en el asunto, añadiendo argumentos para los inversores deseosos de comprar crudo para anticiparse a la recuperación económica tras el coronavirus. “Acabo de hablar con mi amigo MBS [las iniciales del príncipe saudí Mohamen Bin Salmán], que [a su vez] ha hablado con el presidente [Vladímir] Putin. Creo y espero que recortarán aproximadamente 10 millones de barriles y, quizá, más. Si esto ocurre, será genial para la industria del petróleo y el gas”, ha tuiteado. Unos minutos después ha vuelto a la carga, pero sin especificar de nuevo si el recorte sería diario, como suele medirse la producción: “Podrían ser hasta 15 millones de barriles. ¡Buenas, muy buenas noticias para todos!”.
La Casa Blanca también ha anunciado que se reunirá con los ejecutivos de las grandes petroleras del país norteamericano para analizar la situación del mercado: los productores de crudo fracking están entre los más golpeados por el hundimiento de precios y son los primeros interesados en frenar la sangría cuanto antes: algunos ya están experimentando serias dificultades para almacenar el petróleo producido y no consumido y en la industria energética texana se están empezando a ver las primeras suspensiones de pagos ante el desplome de la rentabilidad.
Un portavoz de Putin consultado por Bloomberg, sin embargo, negó que el presidente ruso hubiese hablado con el príncipe saudí y Riad tampoco confirmó un recorte de producción inminente. Sin embargo, el régimen del Golfo sí parece dispuesto a convocar una reunión de urgencia del cartel de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP, liderada de facto por Arabia Saudí) y Rusia como principal socio externo para tratar de buscar una salida al enorme desequilibrio actual entre oferta y demanda. Una reducción de 10 millones de barriles diarios, como la que parece haber sugerido Trump en su primer mensaje, supondría un recorte del 45% de la producción conjunta de Riad y Moscú, una cifra que suena demasiado gruesa para dos países que necesitan de los ingresos petroleros para estabilizar sus cuentas públicas, en permanente tensión.
“La senda más probable es un acuerdo de la OPEP+ [la OPEP y Rusia] complementado por un recorte por parte de EE UU”, apunta Ayham Kamel, de la consultora Eurasia, en un análisis exprés para clientes.
Las grandes potencias petroleras, a excepción del reino del desierto —que tiene el coste de extracción más bajo del mundo—, no pueden permitirse mucho más tiempo un crudo en estos niveles, mínimos de casi dos décadas: incluso Rusia, que hasta ahora le ha aguantado el tipo a Riad, ha empezado a emitir señales en las últimas semanas de que no podrá mantener un nivel de oferta como el actual mientras el consumo global continúe cayendo en picado. Incluso si no llegase el tijeretazo anunciado a bombo y platillo por Trump —que ni siquiera es parte involucrada en el acuerdo— Moscú, según ha desvelado el ministro ruso de Energía, Alexander Novak, no tiene planes de aumentar su producción mientras el petróleo siga en precios de derribo. Y China, de largo el primer importador mundial de crudo, ha dado orden de incrementar sus reservas aprovechando la depresión de los precios. Movimientos que, sumados, dan un mínimo respiro a un mercado demasiado acostumbrado a las caídas a plomo en los últimos tiempos.
Fuente: El pais