“Claramente no es una corrida. Porque si hubiera una corrida, el Banco Central tendría que estar vendiendo dólares y todos los días compró un montón de dólares”. Javier Milei, 23 de mayo, 21:19 horas (por alguna razón mencionará la palabra “corrida” tres veces más).
Un punto interesante en esta historia, más allá del simpático cruce de su ex empleador Eduardo Eurnekian fue el encendido discurso que hizo el miércoles 15 el Presidente Milei en la reunión del CICyP, donde arrancó fustigando duramente a quienes hablaban del atraso cambiario del dólar a pesar que la evidencia, hasta la “de a pie” -como señala Matías Surt- apunta en otro sentido.
A pesar que el billete experimentaba la mayor suba en 17 semanas, con la tasa de riesgo país cediendo 0.71% entre el viernes 13 y el 17, nadie se mostraba demasiado preocupado (la excepción puede haber sido el “hiper opositor” economista, Horacio Rovelli, quien el mismo 14 había advertido que “Hay serios riesgos de una corrida cambiaria”) y lo que primaban eran las voces mesuradas como la de Juan Luis Bour (afortunadamente la gente de FIEL dejó la politiquería de lado), señalando que “La reacción en el tipo de cambio es razonable en un contexto donde a Argentina le faltan dólares”, pero sin dejar de reconocer que “Si hoy el dólar estuviera libre, el precio sería más alto”.
El caso es que, en lugar de calmarse -ya que “las malas” eran todas eventos puntuales, cuyo ajuste en el mercado debería de haber sido “rápido/instantáneo”-, la situación continuó enturbiándose.
Con el 5.36% que “voló” el blue el lunes 20 (el mayor salto diario desde el 9 de enero y el tercero mayor de la actual Administración) comenzaron a oírse los primeros comentarios sobre una corrida cambiaria, que fueron creciendo hasta el jueves 23, cuando prácticamente desaparecieron de los medios, para quedar refugiados en las “redes”. Si bien este viernes el billete se derrumbó 4.69%, a $1220 (la mayor caída diaria desde el 6 de marzo -en el arranque llegó a negociarse en $1,300-), finalizó con una suba de 8.9% la mayor e idéntica a la de la semana del 15 al 19 de enero.
En el gobierno juran y perjuran que en la última rueda no intervinieron de ninguna manera para frenar la suba del “billete” pero, a pesar que pocos se atreven a alzar la voz o si lo hacen es de manera elíptica e incluso de la boca para afuera tranquilizadora -tal vez no queriendo enemistarse con el León- , la verdad es que parecen ser más los que no le creen.
En este sentido, la suba de la tasa de riesgo país, 14.3% en la semana, la mayor desde la del 20 de marzo de 2020 y al máximo desde el 22 de marzo último, y el giro de 180 grados del ministro Caputo no ayudan demasiado.
Algo que no podemos dejar aquí de lado es la suba del “blue” entre el 3 y el 23 de enero, cuando “voló” 26% en 14 ruedas (esta vez fue 23% en 9 ruedas), un proceso en el que, a diferencia del de ahora, la idea de una corrida estuvo prácticamente ausente.
Mas allá del momento político y las percepciones, la diferencia puede haber tenido con la definición de lo que es una “Corrida cambiaria”
¿Qué es una Corrida Cambiaria?
Una recorrida por los principales diccionarios económicos y financieros – Palgrave’s Dictionary of Economics, Barron’s Dictionary of Finance and Investment Terms; Oxford Dictionary of Finance and Banking, The Penguin Dictionary of Economics, The Herold Financial Dictionary y en la WWW, Investopedia’s Financial Dictionary- no nos dio ninguna respuesta a que es una “corrida cambiaria” (currency run”). Ni siquiera el diccionario financiero del BCRA habla de ello.
Rebuscando en la “literatura”, no es mucho lo que encontramos y en general es en referencias a las crisis cambiarias, corridas bancarias o la “Crisis del Tequila” y su efecto sobre la Argentina.
Un poco más de suerte tuvimos preguntando a las tres principales máquinas de I.A., ChatGTP 4.0; Grok y el Copilot de Bing. Posiblemente la mejor respuesta fue la del ChatGTP (en inglés no varió.
Claramente no existe para la profesión económica ni financiera una definición única y taxativa -de hecho, no existe una definición- de que constituye una corrida cambiaria; …y sin embargo cualquier argentino de más de 13 años que alguna vez haya visto alguna vez un dólar, sabe de memoria que es una corrida cambiaria.
Qui in gladio occiderit, gladio peribit,
“Quien a hierro mata, a hierro muere” (Evangelio según San Mateo 26:52). El ultimo evento indiscutible de una corrida cambiaria lo vimos entre el 26 de noviembre y el 23 de octubre del año pasado, cuando el dólar libre “voló” 42.9% en 18 ruedas.
Frente a este tipo de fenómenos, los gobiernos suelen tomar uno de dos caminos. Primero, ignorarlos de manera pública -mientras presiona a los mayores actores del mercado y aprovecha las voces mas afines-, al estilo de lo que ha hecho la actual administración. Segundo, buscar y apuntar a algún culpable -Pero estos no son caminos excluyentes, sino que muchas veces terminan empalmándose a medida que las cosas se ponen más difíciles, al estilo de lo que está haciendo la actual administración
La ironía detrás de todo esto es que, a pesar de sus desmentidas en aquella corrida de octubre, el actual presidente de la Nación fue considerado e imputado como uno de los principales factótums.
Claro que Javier Milei no es el único vinculado a corridas cambiaras. El Ministro de Economía, Luis Caputo, supo asumir como presidente del BCRA en junio de 2018 luego que Federico Sturzenneger fuera “limado” para renunciar en medio de una corrida cambiaria, una corrida que no pudo frenar y que lo llevó a dar el portazo intempestivamente tres meses mas tarde y que nos dejó el año con la mayor suba del billete desde el fin de la convertibilidad.
El lector avispado seguramente se habrá dado cuenta que en esta nota no hablé ni de las causas, ni de los efectos, ni de cuánto puede durar o si ya finalizo o de si el proceso de las dos últimas semanas es una corrida cambiaria o no
El punto es que probablemente lo que vivimos estos días sea el primero de muchos episodios similares que tendremos a futuro -en que el gobierno “ganar” o “perder”- en la medida que no exista un tipo de cambio único, se reprima el valor del “billete” (en la variante que sea) o no logre un nivel de confianza suficiente en la sociedad.
Lo demás queda para otra nota.
Fuente: Ámbito