Los gasoductos y obras similares mejoran también el tráfico de Internet. Pero alimentan igualmente inclinaciones a la propaganda
Más allá de la controversia sobre el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK), existe una vinculación poco conocida entre estas obras con las comunicaciones/TIC.
Al mismo tiempo que son habilitadas para el transporte de fluidos implantan sistemas de telecomunicaciones que contribuyen a ampliar las redes generales troncales que conducen señales de Internet o telefonía.
En otra vuelta de tuerca igualmente relacionada, pero mucho más visible, sirven a veces para generar, simbólica y comunicacionalmente (y con verdades, medias verdades y aun mentiras), una narrativa “épica” de logro nacional pero que en realidad busca un rédito político-partidario por parte de los gobiernos que inauguran estas obras.
Ambos casos se han dado en ocasión del GPNK. Aunque funciona, no está terminado en toda su extensión, que debe llegar a San Jerónimo, en Santa Fe, y conectar con otros gasoductos. Por ahora, el GPNK solo se vincula en Salliqueló con el Neuba II (gasoducto construido en 1988 y que posiblemente representó en su momento un esfuerzo mayor que el GPNK, pese a su capacidad actual limitada).
La fibra y el gasoducto
Como otros, el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner tiene en forma paralela una fibra óptica paralela de alta capacidad que además de servir a sus operaciones se agregará a la red general troncal de fibra.
Esa red troncal o backbone es la que operan distintas empresas privadas (Movistar, Claro, Personal, Silica, Iplan y otras) y es también complementada por la estatal ARSAT y las SAPEM (compañías estatales provinciales), llegando finalmente a los cables submarinos internacionales.
El GPNK es propiedad de la estatal Enarsa, pero será operado por concesión por TGS (Transportadora de Gas del Sur SA), que ya tiene a cargo desde hace años algo más de la mitad de los gasoductos del país.
TGS es controlada por Pampa Energía (Marcelo Mindlin) y también por la familia Sielicki y la brasileña Safra. Hasta 2020 participaba el grupo Werthein (que una década atrás era controlante de Telecom —hoy Personal— y hoy es titular de DirecTV en América Latina).
Los gasoductos de TGS —incluyendo el mencionado Neuba II— son acompañados por una red de fibra óptica y microondas digitales para su propio mantenimiento y control. Pero con la capacidad sobrante de esos sistemas TGS creó en 2000 su subsidiaria Telcosur, que ofrece conexiones mayoristas en una extensa área de la Provincia de Buenos Aires y la Patagonia. Es utilizada por proveedores locales de Internet (ISP), así como por servicios especiales (entidades eléctricas, comunicaciones corporativas, etc).
Más redes troncales (mayoristas) de fibra, como la que agrega ahora el GPNK entre Tratayén (Neuquén) y Saliquelló, significan mayor competencia y oferta: permiten reducir el costo de cada bit transportado.
Por consiguiente, los proveedores de Internet y compañías celulares (en lo que se refiere a unir a sus radiobases —antenas— entre sí) conectados a estos mayoristas pueden ofrecer a sus usuarios minoristas finales de última milla menores tarifas o más velocidad.
Aunque TGS y Telcosur no respondieron los pedidos de este medio —deberían brindar información ya que operan sendas prestaciones declaradas “servicio público” y por tanto están sometidas a normas de transparencia básica—, se supone que será Telcosur la que operará la fibra paralela al GPNK, integrándola a su red general.
La red actual de fibra de Telcosur, que sigue a los gasoductos ya existentes de TGS, cubre Buenos Aires-Bahía Blanca-Neuquén-Añelo (esta última zona de Vaca Muerta) y Bahía Blanca-Puerto Madryn-Comodoro Rivadavia-Río Gallegos. Hay también una red de microondas digitales de respaldo o complemento de la fibra en un tramo similar (que en este caso llega a Rio Grande, Tierra del Fuego).
Sin embargo y considerando la propiedad estatal del gasoducto, también podría ser que ARSAT tuviera algún rol en la operación de este nuevo tramo de fibra paralelo al GPNK.
De las carretas a la fibra óptica
El sistema troncal de comunicaciones argentino que hoy se usa primordialmente para conducir señales de Internet y de telefonía le debe bastante —desde hace décadas— a los gasoductos, oleoductos y líneas de alta tensión.
Estas obras requieren comunicaciones rápidas entre los distintos puntos (con fines de control, operativos o de telemetría) y han tenido un rol históricamente muy importante en posibilitar mejoras en las comunicaciones de uso público.
Ya en el siglo XIX los ferrocarriles tendieron líneas telegráficas paralelas a sus rieles, abriendo vías de paso en muchos casos donde antes no había nada, ni siquiera caminos para las carretas.
Si bien el uso inicial de estas líneas tenía por fin coordinar el movimiento de trenes, la red telegráfica así conformada se puso a disposición del público para transmitir telegramas particulares o comerciales creándose así una red alternativa (y en ciertos lugares única) a la red nacional de los entonces Correos y Telecomunicaciones.
Los gasoductos, oleoductos y líneas de alta tensión que se construyeron mucho después y que también requerían sistemas de control avanzados fueron responsables de llevar comunicaciones modernizadas (esencialmente microondas de alta capacidad, aunque analógicas en esa época) a muchos puntos de Argentina.
YPF o las entonces Gas del Estado y la hidroeléctrica Hidronor eran las propietarias de estas microondas, pero le alquilaban capacidad a la vieja telefónica estatal ENTel o a Correos y Telecomunicaciones para cursar comunicaciones del público. Luego, el esquema se revirtió: ENTel pasó a ser su propietaria y le alquilaba a YPF o Gas del Estado para sus comunicaciones.
Cuando se privatizaron los gasoductos, oleoductos y líneas de transmisión eléctricas a principios de los 90, Telefónica y Telecom se hicieron cargo de esos sistemas de microondas analógicos paralelos (que fueron reemplazados en unos años por fibras ópticas—digitales— interurbanas, aumentando aún más la capacidad y estabilidad de los circuitos).
Al mismo tiempo le continuaron alquilando circuitos a la nueva YPF privada, a TGS y a su equivalente del norte del país, TGN (a cargo de Techint) y a otras empresas para uso corporativo.
Cuando se desrregularon las comunicaciones en 2000, compañas como TGS tendieron nuevos trayectos de fibra independientes de las telefónicas fijas para sus propias comunicaciones. De paso, con la capacidad sobrante ofrecieron servicios mayoristas a terceros y otros operadores, tal como hacía la mencionada Telcosur.
Por su parte, la operación de TGN por Techint le posibilitó habilitar la red de fibra Techtel (adquirida luego por Claro Argentina para formar su propia red).
Techint, Techint, qué grande sos
En 1949 se inauguró el Gasoducto Presidente Perón entre Buenos Aires y Pico Truncado (al sur de Comodoro Rivadavia). Curiosamente, los protagonistas de la obra fueron los mismos que 74 años después habilitarían el GPNK: el Estado argentino, que encargó el gasoducto y la recién creada Techint, que lo construyó.
Pese a la magnitud de la obra, las comunicaciones del gasoducto se basaban en inestables enlaces de radio de onda corta (HF) o líneas alámbricas, cuando en otros países ya se usaban sistemas más modernos (onda portadora sobre cables o microondas).
En 1960, por otra parte, se inauguró el extenso Gasoducto del Norte (Campo Durán, Jujuy-Buenos Aires). Sobre el mismo trayecto hasta San Lorenzo —cerca de Rosario— se estableció un oleoducto. Esta vez se implantó un sistema de microondas construido por una compañía norteamericana (Sargo), operado entre YPF y Gas del Estado pero cuya capacidad sobrante se cedió a ENTel para el servicio telefónico público.
Este sistema de microondas, el primero de Argentina y que permitía reemplazar cables aéreos (o radio HF) por haces de ondas direccionales transmitidas por parabólicas terrestres, con gran capacidad, revolucionó los vínculos entre Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Salta y Jujuy.
Con sucesivas ampliaciones y en una época sin celulares ni Internet permitió el télex (máquinas de escribir a distancia para comunicaciones empresarias), transportar señal de TV en directo y redujo las interminables demoras para conseguir comunicaciones telefónicas.
En 1968 el gasoducto del sur, ahora llamado General San Martín, fue dotado de las mismas microondas y mejoró sustancialmente las comunicaciones con Comodoro Rivadavia y luego con Río Gallegos. En 1970 el proceso se repitió cuando se habilitó una red de microondas paralela al oleoducto de YPF entre Bahía Blanca y Neuquén.
Luego de esta época, ENTel se hizo cargo de esas microondas en todo el país por más de 20 años y le cedió en alquiler canales para sus comunicaciones a YPF y Gas del Estado. En los 90 Telefónica y Telecom reemplazaron esas microondas por fibra óptica, la que demoraría unos 20 años más para llegar a las casas, como empieza a ocurrir hoy.
Los sistemas de microondas instalados por las empresas privadas que construyeron los gasoductos de los 60 nunca fallaron, al contrario de los desperfectos habituales de tramos de microondas cuya operación tuvo lugar desde sus inicios por ENTel (como Neuquén-Bariloche-Esquel, con interrupciones constantes en los 70 y los 80 que dejaban incomunicadas a esas localidades por días).
Propaganda gaseosa
En muchos países, la inauguración de gasoductos, oleoductos u otras obras de infraestructura son temas más bien técnicos o industriales, más allá de cómo contribuyan en forma efectiva al progreso y desarrollo de una nación.
Sin demasiada alharaca, las noticias correspondientes aparecen en la sección económica de los diarios o reciben menciones acotadas en la TV o más extensas en medios especializados.
En Argentina, la irrefrenable pasión por la propaganda de muchos gobiernos, pero muy especialmente el primer peronismo o el kirchnerismo actual, convierten obras públicas en épicas fuera de proporción y en una manipulación que busca apropiarse de logros que, en todo caso, deberían celebrarse por todos y no por una facción.
Se han transformado en acontecimientos épicos desde la apertura de una canilla en un patio (el gobernador Jorge Capitanich llorando en Charata) hasta la inauguración de hospitales casi vacíos (La Matanza). Temas de mayor peso como los satélites de ARSAT, avance sin duda positivo, fueron presentados con una mística falaz y como una epopeya nacional engañosa pero que no viene al caso analizar ahora.
Resulta paradójico, sin embargo, que el gasoducto lleve el apellido Kirchner (debió llamarse Neuba III, de la misma forma que el resto de los actuales tienen nombres que no aluden a personas, salvo el que refiere al general San Martín).
Bajo las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner tuvo lugar el descenso sostenido de la producción de gas natural cada año desde 2006 a 2014 (28%), aun luego del publicitado descubrimiento de las reservas de Vaca Muerta. Esto implicó importar gas en esos años por 60.000 millones de dólares, según el exsecretario de Energía Emilio Apud.
A partir de 2015 y hasta 2019 la producción local de gas subió en 15% para volver a bajar hasta el día de hoy, de acuerdo a estadísticas de la propia Secretaría de Energía citadas por varios expertos.
Más propaganda… y un Cinzano
La inauguración del Gasoducto Presidente Perón en 1949 fue un tema central del programa radial en cadena nacional Anuario de la Patria. La totalidad de las emisoras, de todas formas, ya había sido adquirida por el peronismo. Los opositores ni siquiera tuvieron la improbable posibilidad de aplaudir: se les prohibió a todos el acceso a la radio por nueve largos años.
En 1958 el presidente Arturo Frondizi lanzó su “batalla del petróleo”, que incluyó la inauguración del gasoducto/oleoducto del Norte. Su política fue exitosa, pero la oposición radical le criticaba llamar a empresas extranjeras cuando Frondizi había postulado todo lo contrario. Los radicales prometieron cancelar todos los contratos y así lo hicieron cuando asumió el presidente Arturo Illia.
Los noticieros de cine desarrollaban una incesante propaganda de la “batalla del petróleo” y de Frondizi. No era para menos: el propietario del famoso Sucesos Argentinos fue insólitamente beneficiado por el gobierno en la negociación de contratos petroleros; obtuvo una comisión millonaria de un 6% del contrato con la norteamericana Southeastern Drilling.
En 1966 Illia anunció un mes antes que lo derrocaran la realización de “la obra del siglo”: la represa de El Chocón. Illia, de bajo perfil, nunca hablaba en cadena nacional, pero esta vez no resistió la tentación. El Chocón fue inaugurada por etapas entre 1972-1977.
Los militares posteriores se felicitaban a sí mismos y procuraban tapar sus problemas con una invocación épica de El Chocón. Los radicales reclamaban que ellos habían concebido la obra y los peronistas, para no ser menos, también festejaban las inauguraciones de turbinas como parte de la Argentina Potencia, aquel slogan de la publicidad oficial del siniestro José López Rega (y que hoy utilizan inadvertidamente los millenials de Javier Milei).
Yacyretá, una represa más imponente aun que El Chocón pero que tardó 15 años en ser terminada (1983-1998), con un costo final 10 veces mayor al inicialmente presupuestado, ya no resultó tan glamorosa ni tan épica, pese a su tremenda importancia: al día de hoy genera el 20% de toda la electricidad argentina.
Nada menos que el mismísimo presidente Carlos Menem la calificó como “un monumento a la corrupción”. No obstante, Yacyretá contribuyó también a mejorar las telecomunicaciones en una zona como el noreste de Corrientes, históricamente postergada en ese aspecto.
Aunque el gobierno actual o Cristina Kirchner (si cabe alguna distinción) han intentado revivir una épica de las obras públicas con el GPNK, no parecen haber logrado ese objetivo ante audiencias bastante cansadas de la propaganda y agobiadas por la crisis actual.
La inauguración del necesario gasoducto resultó en un acto partidario-proselitista que exhibió además un sectarismo pocas veces visto en esos eventos, en el cual esta vez se aplaudieron y celebraron los candidatos electorales K mientras se trataba de boludos (CFK dixit) a los mismos empresarios privados que habían construido o apoyado el gasoducto.
Insistentes spots de publicidad oficial ya habían comenzaron a transmitirse en febrero de 2022, antes que el gasoducto fuera incluso licitado, dando entender que se estaba construyendo, cuando lo que se veían eran imágenes de archivo de otros gasoductos.
En otras épocas, en un país con menos desilusiones y con audiencias más crédulas, la épica inducida por los gobiernos podía trasladarse también al sector privado.
En una publicidad de Cinzano de 1972, que se puede ver por YouTube, el actor Arturo Puig se encuentra con su amigo, ambos personificando a dos ingenieros recién graduados. “Yo me voy a trabajar a Alemania”, le dice el amigo, pero Puig replica: “No, yo me voy a trabajar a El Chocón… Las cosas van a cambiar; vamos a salir adelante y cuando ese cambio se produzca… yo quiero estar metido en él“.
Revisando su actitud, el amigo le dice a Puig: “Me voy a meter en el cambio… ¿Cómo hay que hacer para solicitar un puesto en El Chocón?”. Comentarios irónicos dicen que 50 años después el amigo aun lo busca a Arturo Puig para reclamarle.
Esos ingenieros ficcionales que se quedaron en El Chocón vieron un país que, durante ese medio siglo, pasó de un 5% de pobreza al 39,2% y sufrió un tremendo deterioro de infraestructura.
Paradójicamente las telecomunicaciones —debido a un modelo competitivo y relativamente abierto implantado hace ya tres décadas, que resistió embates macro y micro de todo tipo— nos ofrecen servicios algo mejores que el país que tenemos, situación que no se ve en otros rubros (electricidad, rutas, agua potable).
Pero nuevas obras de infraestructura como gasoductos o líneas eléctricas de largo alcance, con sus fibras ópticas asociadas, contribuirán de todas formas a más y mejores comunicaciones, con precios decrecientes.
En ese momento, es posible que esas obras cumplan exclusivamente su función TIC y dejen ser objeto de una apropiación comunicacional-propagandística, con fines proselitistas o electorales de bajo vuelo.
Fuente: Iprofesional