Con China como principal destino, los despachos de carne vacuna al exterior crecen en volumen pero caen en divisas.
Según Peralta, “es un error tener como política de Estado una fuerte dependencia de China, porque esa mercadería no se podría vender en el mercado interno. Hoy ellos se llevan prácticamente 8 de cada 10 kilos que exportamos y es muy poco lo que va a otros países”.
La preocupación tiene una base lógica. Por ahora sigue siendo negocio y la capacidad de los frigoríficos está a tope porque hay rentabilidad y con esas ventas “se pagan las cuentas”, pero si China deja de comprar, estaríamos en problemas porque la carne que hoy se faena para ese mercado no es apetecible para el consumo interno. En general se exportan cortes de baja calidad porque en Asia la cocción es por hervor y durante varias horas, algo que no ocurre en nuestro país donde estamos acostumbrados a la carne asada.
En el sector exportador, todos piensan en que es necesario crecer y eliminar las barreras que hacen que hoy en día no sea posible ampliar los horizontes para la carne Argentina, que afortunadamente sigue gozando de un reconocimiento mundial.
Jorge Grimberg, Presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA), manifestó en diálogo con Ámbito que para crecer en exportaciones “tiene que haber previsibilidad y reglas claras. En este momento tenemos 7 cortes de carne que no se pueden exportar y eso genera una limitante”.
Desde FIFRA, Peralta coincidió en la oportunidad que mantiene la Argentina dentro del comercio global pero advirtió que una de las mayores urgencias a resolver para ir a otros mercados es la de unificar el tipo de cambio. Según Peralta, “la sequía hace que la hacienda esté barata y por eso sigue siendo rentable y competitivo comprar la vaca para exportar, pero cuando empiece a faltar esa sobreoferta, se va a encarecer el mercado en general, incluso el mercado interno. Por eso hay que ver qué tipo de cambio se puede instrumentar, porque podríamos traer lo que más le está faltando a la Argentina, que son los dólares”
Una vez resueltas las cuestiones coyunturales y de política económica, es indudable que la carne argentina tiene grandes oportunidades para conquistar -en mayor medida- los mercados internacionales que supo tener antes de la irrupción de China en el comercio internacional.
Una de las entidades que trabajó muy fuerte en los últimos años para posicionar nuestra producción dentro de la elite mundial es la Asociación de Criadores de Angus, que recientemente firmó un acuerdo con la Secretaria de Promoción Turística de la Nación para obtener el sello “Marca País” para distinguir a la carne certificada Angus.
Sebastián Rodríguez Larreta, Director de la entidad que agrupa a los criadores de la raza, aseguró a Ámbito que “al certificar nuestra carne estamos dandole al consumidor mayor seguridad. Empezamos con volúmenes pequeños en los 90, eso se fue incrementando y este año probablemente volvamos a romper el récord de exportación de carne certificada con ventas al exterior por cerca de 4.500 toneladas gracias a 18 frigoríficos exportadores habilitados por nuestra entidad. Es un beneficio para la carne argentina en general tener una marca premium certificada y reconocida por tantos países, en un escenario donde tenemos que seguir aumentando las exportaciones”.
Todos los actores de la cadena de la carne y específicamente quienes tienen un pie puesto en la exportación, insisten en que deberían cambiarse las condiciones para poder crecer en las ventas al exterior. Para Rodríguez Larreta, “Argentina no tendría techo si tuviera todo el apoyo del Gobierno en la exportación de carne, por empezar no debería tener retenciones. Un país que exporta valor agregado no puede ser que tenga derechos de exportación, mucho menos en un producto premium”.
El negocio de la exportación de carne comenzó a crujir y más allá de las urgencias que pueda mostrar la coyuntura local, es innegable que en la ganadería nuestro país tiene un gran exponente que con las ventas de vaca a China, muestra sólo una pequeña parte de todo su potencial.
Fuente: Ambito