Con modernidad y tecnología, estos SUV compactos fabricados en el Mercosur son dos de los modelos más buscados. Pero ¿cuál queda mejor posicionado?
El avance de los SUV durante la última década ha calado hondo en todos los segmentos del mercado. Y en el caso del los Sport Utility compactos se da un fenómeno muy particular.
En general, las versiones tope de gama de estos modelos resultan más caras que un sedán mediano y allí nace la disyuntiva de muchos consumidores: ¿realizo una compra racional o una emocional?
Si tomamos como referencia los patentamientos de los últimos meses, esa cuestión encuentra su respuesta en la segunda opción: a pesar de las ventajas de tener un vehículo más grande, muchos ceden a la moda y la apariencia de viajar en una “camionetita”.
Aquí analizaremos dos propuestas con una mecánica similar y construidos sobre plataformas modernas. La del Chevrolet fabricado tanto en la Argentina como en Brasil se denomina GEM (Global Emergency Markets), mientras que la del Volkswagen es la conocida MQB A0 que emplea el Polo y Virtus. Frentre a frente, Volkswagen T-Cross Highline y Chevrolet Tracker Premier: ¿cuál da más?
SUV compactos frente a frente: diseño y apariencia
En el terreno estético las diferencias están bien marcadas. Si bien los dos son modernos, el Tracker tiene un aspecto frontal más deportivo (con faros rasgados y una parrilla “agresiva”) mientras que el T-Cross recurre a una apariencia más genérica.
Sin embargo, esa sensación cambia en la parte trasera porque el Volkswagen se advierte más futurista gracias al listón plástico que recorre el portón y conecta a los dos faros como si se tratara de una sola pieza, mientras que el Chevrolet está bastante despojado de elementos estéticos.
A los fines de maximizar una impronta “aventurera”, en ambos veremos pasarruedas en color negro, apliques contrastados en los paragolpes y barras de techo.
La carrocería del Tracker es 7 cm más largo (2,70 metros) y ofrece distancia entre ejes 5 cm más prolongada que el T-Cross (2,57 m), pero curiosamente eso no dictamina que sea necesariamente más amplio por dentro. Ambos ofrecen generosa habitabilidad para dos adultos y un menor en las plazas traseras.
En este sector los dos modelos ofrecen doble puerto USB para cargar dispositivos móviles, pero sólo el T-Cross dispone de ventilación.
La capacidad del baúl del Tracker es de 393 litros mientras que la del T-Cross es de 420 litros y ambos disponen de doble piso. La mala noticia es que en sendos SUV la rueda de auxilio es de uso temporal, aunque las del Volkswagen tienen dimensiones más aprovechables.
Calidad interior, un punto arriba para Volkswagen
Con doble regulación del volante y ajustes manuales en la butaca del conductor, ambos ofrecen una adecuada posición de manejo, aunque esta está mejor resuelta en el Volkswagen, ya que el asiente del Chevrolet es de por si muy elevado.
Si hablamos de calidad podríamos decir que el Volkswagen se advierte un tanto más sólido. La decoración interior –con plásticos rígidos y colores combinados presenta más calidez y una percepción al tacto en encastres y comandos superior, pese a que el panel de a bordo del Tracker dispone en algunos sectores de un tapizado símil cuero.
Con el instrumental ocurre algo similar. El tablero del T-Cross es ciento por ciento digital y configurable (hasta se puede visualizar el navegador satelital nativo), mientras que el del Tracker combina relojes analógicos con un display un tanto pasado de moda y con menos información.
En el caso del sistema multimedia, definitivamente el VW Play con pantalla de 10 pulgadas con App Connect inalámbrico es superior al MyLink del Chevrolet, cuya pantalla de 8″ temporalmente ofrece sólo conexión (vía USB) con dispositivos Apple debido a que desde fábrica están faltando componentes (semi conductores) para Android.
Motor y prestaciones, al ritmo del turbo
Indudablemente el apartado mecánico es uno de los ítems más atractivos de estos modelos tuboalimentados de tres cilindros, tanto por sus prestaciones como por su eficiencia en términos de consumo de combustible.
En el caso del Tracker hablamos de un 1.2 de 132 CV y 190 Nm de torque mientras que en el T-Cross de un 1.0 de 116 caballos de potencia y 200 Nm de par máximo. En ambos la tracción es delantera y la transmisión automática de seis velocidades con convertidor de par.
En honor a la verdad, hay que decir que la performance de ambos es similar. No sólo por las sensaciones que brindan al volante sino también porque eso queda reflejado en las planillas de cada uno.
Los datos son los siguientes:
- Velocidad máxima: Volkswagen T-Cross 183 km/h – Chevrolet Tracker 181 km/h
- Aceleración de 0 a 100: Volkswagen T-Cross 11,1 segundos – Chevrolet Tracker 10,7 segundos
- Recupeción de 80 a 120 km/h: Volkswagen T-Cross 8,1 segundos – Chevrolet Tracker 7,8 segundos
- Frenos a 100 km/h (ambos con tambores): Volswagen T-Cross 38 metros – Chevrolet Tracker 42 metros.
- Rendimiento en ciudad: Volkswagen T-Cross 11,3 km/l – Chevrolet Tracker 9,7 km/l
- En ruta: Volkswagen T-Cross 20,5 km/l a 90 km/h y 13,2 km/l a 120 km/h: total 15 km/l – Chevrolet Tracker 18,4 km/l a 90 km/h y 14 km/l a 120 km/h: total 14 km/l
En condiciones normales no hay nada que objetarle al desempeño de ambas transmisiones automáticas, pero al momento de exigirlas con una aceleración intempestiva, es quizás la del Tracker un tanto más imprecisa. Cabe destacar que ambas disponen de modo secuencial para realizar el paso de marchas de manera manual, pero sólo el T-Cross cuenta con levas en el volante.
En cuanto al andar, la solidez estructural que proponen ambos se muestra satisfactoria, pero además denotan un andar que –si bien tira a firme en ciudad– es muy apropiado para el día a día en terrenos en calles dañadas o empedrados, gracias al despeja de las carrocerías y el perfil de los neumáticos (205/55 R17 en el Volkswagen y 215/55 R17 en el Chevrolet).
Lo que sí es inevitable en ambos es la notoria sequedad de sus respectivos trenes traseros, cuyo esquema es un eje de torsión simple. En la ruta ambos modelos ofrecen un buen comportamiento dinámico, pero en el T-Cross se percibe una mejor sensación de control sobre el asfalto. Claro que al exigirlos presentan sus limitaciones, con un marcado rolido, a pesar de contar con sistemas de dirección perfectamente asistidos de manera eléctrica, no tan ágiles ante maniobras bruscas.
Equipamiento y precio
Tratándose de las versiones tope de gama de cada modelo, la dotación de confort y seguridad es muy completa. En el primer ítem, además de los “amenities” mencionados al anteriormente, agregamos la climatización digital automática, arranque por botón, faros de led, tapizados de cuero, control de velocidad crucero (en ningún caso del tipo adaptativo), cámara de retroceso y sensores de estacionamiento (delanteros y traseros).
El Tracker, además, dispone de cargador inalámbrico para teléfonos celulares y de manera opcional, el cliente puede acceder al sistema OnStar de asistencia satelital y un paquete de Wi-Fi a bordo.
En el rubro seguridad, ambos disponen de seis airbags (dos frontales, dos laterales y dos de cortina), control de tracción y estabilidad, anclajes Isofix para sillas infantiles y espejo interior con antiencandilamiento automático, pero el modelo de Chevrolet saca un poco de ventaja con algunas asistencias a la conducción, tales como alerta de colisión frontal y alerta de punto ciego que se agregan al sistema de frenado autónomo de emergencia en caso de colisión inminente.
Si analizamos los pro y contra de cada uno, en líneas generales ponemos como ganador de esta contienda al Volkswagen. Sin embargo, la diferencia de precios entre Tracker y T-Cross es excesiva. Según los precios vigentes sugeridos por las terminales a su red de concesionarios, el Chevrolet Tracker Premier cuesta 8.832.900 mientras que el Volkswagen T-Cross Highline se ofrece a 9.702.300 pesos.
De todos modos son valores ficticios, porque –como es sabido– en las agencias estos modelos rondan en los 10.000.000 y 11.500.000 pesos, respectivamente.
Fuente: Iprofesional