La petrolera cuenta con un centro de operaciones que emula el trabajo que se realiza para el tráfico aéreo. Desde Neuquén capital controlan más de 880 pozos de gas y petróleo, las perforaciones, fracturas y hasta la cantidad de arena que se inyecta en cada nuevo desarrollo.
Pantallas curvas por donde se mire, gráficos y más gráficos y miles de variables que ante el menor cambio disparan una alerta que se marca con colores según su seriedad. Con dos pisos repletos de especialistas, el Centro de Operaciones de YPF para el control de los desarrollos de Vaca Muerta es realmente el análogo a la torre de control de un aeropuerto, con un adicional especial: los técnicos pueden tomar el control de las operaciones, algo que sería como manejar a distancia los aviones.
El Centro de Operaciones se ubica en la ciudad de Neuquén, en la zona este, sobre calle Pelagatti y desde este edificio de cuatro pisos un equipo de 50 profesionales controla de punta a punta lo que sucede en cada una de las áreas que opera la petrolera de bandera no solo en Vaca Muerta, sino también en los desarrollos tight, otro tipo de producción no convencional.
Se trata de uno de los centros de monitoreo a distancia más importante de América Latina, con tecnología de última generación y que demandó una inversión de 3,5 millones de dólares para ponerlo en funcionamiento en 2020.
Un piso entero está dedicado al control de los pozos que ya están en producción. Allí dos equipos de trabajo formados por tres especialistas por turno se encargan de controlar la producción que parte de nada menos que 830 pozos.
Pero, como si eso fuera poco, los técnicos controlan de punta a punta la actividad, es decir desde el mismo pozo desde donde surge el gas o el petróleo, hasta el punto de venta o entrega comercial, pasando en el medio por una extensísima red de instalaciones de tratamiento, oleoductos y gasoductos.
“Desde aquí controlamos 380 pozos de gas de toda la zona oeste de Vaca Muerta, desde la zona de Rincón de los Sauces hasta el área de Rincón del Mangrullo (cerca de Cutral Co)”, relata uno de los técnicos antes de precisar que “son 12.000 variables las que tenemos en monitoreo”.
En el extremo opuesto del mismo piso está la sala de control de nada menos que unos 450 pozos productores de petróleo.
El trabajo de estos especialistas es similar al de un controlador aéreo, vigilando desde los niveles de producción y las presiones, hasta supervisando la activación de todo tipo de alertas que se suman a los sistemas automáticos que tienen los equipos y al trabajo que realiza otro grupo de operarios en el campo.
Un piso debajo en esta torre de control de YPF para Vaca Muerta, se encuentra el gran cerebro de las operaciones del shale. Una enorme sala de geonavegación, perforación y fractura, una suerte de equipo de resonancia para medir con precisión quirúrgica los nuevos pozos que están en desarrollo.
El trabajo comienza con el trabajo integrado de dos especialistas que monitorean el proceso de perforación que se va realizando, ajustándolo a las zonas de mejor productividad disponibles a través de la geonavegación.
Para realizar esto, los equipos cuentan con un sistema que brinda información casi en vivo de lo que están haciendo a miles de metros bajo tierra. Un geólogo es el encargado de interpretar esa información para determinar si el trépano se encuentra en el jamón del medio de Vaca Muerta, y de necesitar una corrección será su compañero a cargo del control de la perforación el que la realizará.
Pareciera ser un trabajo sencillo, pero en realidad la clave de esta operación está en realizar el pozo con la menor necesidad de correcciones posibles, no solo porque a la hora de fracturar luego el pozo será más complejo si tuvo más correcciones en la dirección, sino también porque cada corrección se realiza a una décima parte de la velocidad habitual de perforación. Y en la búsqueda de la eficiencia y la reducción de costos, la velocidad es central.
Una vez terminada la perforación del pozo llega luego la etapa de la fractura y puesta a punto para la conexión de ese nuevo pozo. Aquí nuevamente un equipo de trabajo se encarga de monitorear desde la torre de control todo lo que pasa en las áreas que opera Vaca Muerta.
En el caso de las fracturas, el trabajo consiste en corroborar que el personal que está en el campo se apegue al diseño que se escogió para ese pozo puntual, y en caso de que haya alguna modificación se brinda la colaboración para que vuelva a cuadrar con el plan.
La receta de los pozos es clave para que la producción que luego entreguen sean lo más alta posible, y es por esto que uno de los parámetros que se controlan es la cantidad de arena y fluidos que se inyectan en cada momento de la fractura.
Terminado ese trabajo entra en escena el último paso del control que es la puesta a punto del pozo para su conexión final, es decir para que comience a entregar su producción, ya sea de gas o de petróleo. Un trabajo que también es de control y colaboración aunque en este caso no al set de fractura sino al equipo de coiled tubing que esté en el lugar.
Realidad virtual para el entrenamiento
En el último piso de esta suerte de torre de control de Vaca Muerta funciona una sala de Realidad Virtual y tres equipos de simulación de perforación, especialmente adaptados a la operación de YPF, que están destinados a la capacitación del personal.
Con estos equipos, que son los únicos de su tipo en la región, los trabajadores pueden entrenar antes de ir al campo, reduciendo situaciones de riegos con prácticas realistas tanto de cómo se opera y funciona una locación como también cómo operar un equipo de perforación.
Pero además, estas salas dejan algo muy en claro a quien pueda visitarlas: hay mucho espacio disponible para seguir sumando técnicos y espacios de control, marcando la clara decisión de la petrolera de multiplicar por seis la producción no convencional en los próximos cinco años.
Fuente: Rio negro