En un año, la industria automotriz mundial vivió una explosión de anuncios sobre movilidad eléctrica hasta prohibir los motores térmicos. La realidad empezó a mostrar otros aspectos y ya se vislumbra un camino de moderación y apertura más razonable
Solo era cuestión de tiempo para comprobar las razones de la intempestiva decisión de Volskwagen de finalizar el contrato de Herbert Diess, CEO del grupo hasta el 31 de agosto de 2022. Las fallas en el desarrollo de Cariad, el software propio para todos los autos de las marcas que componen la compañía, fue probablemente la estocada final, pero en verdad lo que había detrás de ese gran problema era un cambio de rumbo tan radical hacia la electricidad y la eficiencia a cualquier precio, que encontró demasiada oposición interna.
Oilver Blume, el nuevo CEO de todas las marcas del Grupo Volkswagen, llegará este 1 de septiembre proveniente de Porsche, y ese no es un dato que debe pasar desapercibido para entender las razones de su nombramiento. Lo que hizo Blume en Porsche fue desarrollar el camino hacia la continuidad de los motores de combustión interna a través del reemplazo de la gasolina fósil por la gasolina de laboratorio, conocida como e-fuels o combustibles sintéticos.
Y si bien ese proyecto era privativo de la marca, iba en dirección contraria a la política de Diess. Ahora, a pocos días de tomar el control de la Dirección Ejecutiva, Blume ha dado algunos detalles de su mirada que permiten comprender mejor toda la situación.
Lo hizo con declaraciones a un medio alemán, Automobilwoche, asegurando que los acuerdos de París en cuestión de cuidado ambiental, no se pueden alcanzar únicamente con la movilidad eléctrica, y “veo a los e-fuels como una solución sensata”.
Su opinión tiene una argumentación muy razonable. Según Blume, los combustibles sintéticos serán un aporte complementario a la propuesta de los autos eléctricos. “Durante décadas, seguirá habiendo vehículos con motores de combustión interna. Con estos combustibles, ese tipo de automóviles seguirían funcionado y podrían contribuir a una rápida reducción de CO2″, señaló Blume.
Y la lógica lo confirma. Que en 2035 se dejen de fabricar en Europa, y quizás también en China y EE.UU., vehículos con motores térmicos, no implica que en el resto de mundo no se sigan haciendo, pero además, la enorme cantidad de autos que se alimentan con petróleo y se hayan fabricado hasta 2034, seguirán estando en las calles y rutas de todo el mundo, con lo cual un objetivo de reducción de los GEI (gases de efecto invernadero) en esos millones de automóviles sería un gran aporte para la neutralidad de carbono pretendida para 2050.
Del lado de quienes rechazan los e-fuels se escuchan argumentaciones también. Producir estos combustibles sintéticos es costoso y demanda mucha energía por el proceso que requieren, pero los costos que están enfrentando la industria y los gobiernos para generar una matriz eléctrica que asegure provisión al volumen de autos a batería no es mucho menos costosa, porque esa electricidad tiene que ser renovable, sino el ciclo no se cumple y aun siendo eléctricos, esos autos también mantendrán los niveles de contaminación actuales trasladándolos del caño de escape de cada auto a las generadoras de electricidad a través del carbón.
Por otro lado, conseguir las toneladas de litio que se necesitan para asegurar la fabricación de baterías para los próximos años, y cerrar el círculo sustentable de conseguir que esas baterías sean recicladas, sigue siendo una promesa que deben cumplir todas las partes involucradas.
El debate está sobre la mesa de cada reunión de directorio de las marcas globales. Atender la demanda actual con sus exigencias de reducción de emisiones contaminantes, es necesario para sostener la rentabilidad del negocio, que de vender autos se trata, y también para generar los recursos que permitan apostar por la nueva movilidad sustentable. Blume aseguró pocas semanas atrás, cuando ya se conocía su nombramiento como CEO de VW Group, que el costo actual de los combustibles sintéticos podría bajar a 2 euros el litro si la producción es de un volumen razonable como el que imagina para que los actuales motores térmicos también ayuden a cumplir los objetivos de carbono neutral.
Fuente: Infobae