A pesar de la liquidación récord del campo, el gabinete económico apunta a que se acelere la comercialización en las próximas semanas. Estiman que en los silos queda oleaginosa valuada en u$s2.500 millones.
En la vereda de enfrente los productores agropecuarios remarcan que el tipo de cambio oficial está muy atrasado respecto a la inflación y la brecha con los tipos de cambio paralelos le quitan rentabilidad a un negocio que ya paga 33% de retenciones a las exportaciones. Es por ello que si bien las ventas de soja siguen activas, están algo demoradas respecto a campañas anteriores. Durante la primera semana del mes se comercializaron 578.000 tonelada, lo que marca una retracción de 208.000 toneladas en comparación con los siete días previos. De esa manera, la venta permanece atrasada en más de 9 puntos porcentuales respecto al ritmo de la campaña previa.
Tradicionalmente la soja es el refugio de valor para los productores agropecuarios en medio de la incertidumbre económica, es decir venden lo que necesitan para financiarse y si tienen oportunidad conservan una mínima parte de la cosecha para liquidarla cuando sus requerimientos financieros lo demanden. En el intermedio se fondean con el maíz y el trigo. Este escenario no sería el óptimo para el Gobierno que necesita que en las próximas semanas las empresas agroexportadores continúen ingresando dólares en el mercado de cambios local.
Un claro ejemplo de la necesidad que tiene hoy el Gobierno de los dólares del campo fue lo que sucedió en la jornada del jueves pasado cuando el Banco Central tuvo que vender u$s200 millones, de los cuales u$s180 millones fueron por el pago de importación de energía y combustibles. Como antecedente el día previo las empresas agroexportadoras habían liquidado apenas poco más de u$s90 millones y ese mismo jueves unos u$s100 millones.
Así es que cuando retacean los dólares del campo, el BCRA en seguida no solo que no acumula reservas sino que las pierde, por eso la mirada del oficialismo está puesta en que se aceleren las ventas de soja. Se habla de “mecanismos” o “incentivo” pero en rigor de la verdad todavía el equipo económico no terminó de definir como sería el plan.
Los antecedentes son poco auspiciosos, en octubre de 2020, en plena pandemia y cuando el Gobierno también necesitaba que entren más dólares del campo, el ministro Martín Guzmán, dispuso una baja temporal de las retenciones a la soja hasta diciembre. En la práctica la medida tuvo muy poco efecto ya que las ventas de soja lejos estuvieron de acelerarse, también es cierto que en aquel momento la oleaginosa no ostentaba los actuales precios internacionales que la posicionan por arriba de los u$s600 por tonelada.
De cualquier manera, en el oficialismo dejan trascender que en las próximas semanas habrá novedades, en primer lugar en cuanto a ponerle un tope a los sectores importadores y en segundo con medidas orientadas para que los productores se desprendan de esa soja valuada en u$s2.500 millones que el Gobierno tanto necesita.
Fuente: Ambito