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Alemania, Italia y China lideran las compras de combustibles fósiles del país euroasiático

Rusia tiene mucho más que una mina de dinero en los combustibles fósiles, el principal sostén de una economía que va camino de sufrir este año su mayor batacazo en tres décadas. En los dos meses transcurridos desde que Vladímir Putin ordenase invadir Ucrania, el 24 de febrero, el gigante euroasiático lleva ingresados 63.000 millones de euros por sus exportaciones de petróleo, gas y carbón, según las últimas cifras publicadas este jueves por el think tank ambientalista Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA). Esa cifra tiene que ver, en gran medida, con los altos precios de la energía, que han compensado con creces la caída en las ventas a la Unión Europea.

La mayor economía comunitaria, Alemania, es de largo el país del mundo que más ha contribuido a esos ingresos extra: 9.100 millones de euros han salido del bolsillo de los consumidores alemanes destino Rusia, mayoritariamente como contraprestación por el gas recibido por gasoducto. Le siguen Italia (6.900 millones), China (6.700), Holanda (5.600), Turquía (4.100) y Francia (3.800). Por bloques, la UE —que no tiene forma material de sustituir la energía procedente de Rusia en el muy corto plazo— fue responsable del 71% de los ingresos rusos por ventas de crudo, gas y carbón: en suma, los Veintisiete pagaron 44.000 millones a Moscú.

La sexta parte de los envíos de petróleo, gas natural y carbón llegaron a solo seis puertos europeos: dos en Holanda (Róterdam y Maasvlakte), uno en Italia (Trieste), uno más en Polonia (Gdansk) y otro en Bélgica (Brujas). Sin embargo, una parte sustancial de las llegadas a la UE, sobre todo de gas pero también de crudo, lo hacen por tubo, en especial a los países del centro y el este del bloque.

De ahí que, en lo más inmediato, Moscú tampoco tenga fácil encontrar compradores alternativos a sus socios tradicionales europeos: “A corto plazo, Rusia no tiene alternativa a la demanda europea. Las terminales alternativas de gas natural licuado (GNL) y las conexiones por tubo [hacia otros destinos] sencillamente no existen”, apuntan los técnicos de CREA. Fuera de Europa, añaden, el Kremlin tiene “difícil encontrar compradores para su crudo y su carbón, dado que hay pocas refinerías y centrales eléctricas diseñadas para su uso”.

Una fuente “clave” de recursos para Moscú

Sí se ha producido, en cambio, un fuerte repunte en la cantidad de crudo ruso que llegó a un ramillete de receptores poco habituales antes de la guerra: Egipto y, sobre todo, India, que están aprovechando los fuertes descuentos que Moscú está ofreciendo por obligación, ante la toxicidad de sus productos en Occidente. También ha aumentado “considerablemente” el número de buques que salen de puertos rusos sin destino definido, con la esperanza de encontrar compradores.

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Pese al impulso inicial de varias petroleras de dejar de hacer negocios en Rusia, CREA documenta cómo barcos o infraestructuras ligadas a grandes nombres del sector (entre ellos la estadounidense Exxon Mobil, las británicas Shell y BP, la francesa Total y la española Repsol, entre otras) participaron en este tipo de intercambios. También algunos de los mayores traders y refinadores de materias primas del planeta, como Trafigura, Neste o Formosa, y siderúrgicas como la japonesa Nippon Steel o la surcoreana Hyundai Steel, están participando en este tipo de operaciones.

“[Las exportaciones energéticas] son un elemento clave para el régimen de Putin y el mayor agujero en las sanciones”, apunta Lauri Myllyvirta, analista de CREA. “Animamos a todas las corporaciones y Gobiernos a acabar con las compras y a imponer aranceles punitivos: todos los combustibles fósiles importados [de Rusia] pueden reemplazarse a medio plazo con energía limpia y eficiencia energética si empezamos a invertir hoy mismo en este objetivo”.

 

 

Fuente: El pais