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La descarbonización de la matriz energética va ganando peso a nivel mundial. Sin embargo, en Argentina hay diversos desafíos a sortear antes de avanzar hacia la transición energética.

Con un camino ya tanteado por otros países, Argentina evalúa qué desafíos tiene para lograr la transición energética. Además de los anuncios internacionales de políticas que apuntan a la emisión cero en el país, el «objetivo urgente» que debe plantearse Argentina es el autoabastecimiento del gas según el investigador senior en Fundación Bariloche, Roberto Kozulj.

El papel del gas natural en la generación eléctrica en Argentina es preponderante. La ventaja de esta situación es que el país tiene bajas emisiones «por estar muy basado en el menor emisor de los combustibles fósiles«, expresó Kozulj en la charla «Desafíos y oportunidades de la transición energética en Argentina» del ciclo organizado del IAPG junto a Amcham, la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina.

En el mundo, la matriz energética todavía apoya en más de un 80% en energías fósiles. En el Medio Oriente ese porcentaje asciende a 100%, con un consumo preponderante del carbón. En Latinoamérica, y puntualmente Argentina, se refleja un porcentaje del 84%, con la diferencia de una baja participación del carbón mineral y un 55% de participación del gas natural.

Pensar en términos de emisión trae a consideración que «no es lo mismo para la industria generar o consumir gas natural, fuel oil o carbón natural«. El gas natural se encuentra «prácticamente en un nivel muy inferior al carbón mineral», y por lo tanto es uno de los combustibles que se ubica «en todas las perspectivas como el combustible de la transición«.

Esta transformación según expresó Kozulj, debe ser pensada «en el anclaje previo que existe en la industria, en el transporte, en el sector residencial, en el servicio».

El investigador explicó que «puede ser sencillo transformar un poco la matriz de generación eléctrica incrementando la participación de otras fuentes» como la energía eólica y la solar, «pero no es tan sencillo modificar lo que consume la industria, las partes vehiculares, y el transporte público y lo que tienen los hogares».

Pensar en transición energética con una actividad hidrocarburífera latente también trae a colación la cuestión de las regalías. «La coparticipación que reciben las provincias petroleras va a las zonas menos desarrolladas y parte de la participación va a provincias que no son estrictamente petroleras. Esto es un anclaje también importante, porque implica que la economía depende de las regalías«, señaló el investigador como uno de los desafíos.

Por esta razones, no es novedad que la transición será lenta, como sucedió en el resto del mundo en otras épocas. Así se dio en el caso de Estados Unidos, que ve como el momento de la declinación de la era del carbón, que se dio prácticamente a principios del siglo XX, aún no ha concluido al 2020 pese al ascenso temprano del petróleo y llegados los 70s, del gas natural.

Un escenario desafiante que destacó el investigador tiene que ver con el combustible de la transición: el gas natural está previsto que crezca hasta 2035, 2040 y se estabilice. Por lo que Kozulj señala que el país debe lograr el autoabastecimiento y después vender: «Debe analizar su capacidad y voluntad de ser exportador de GNL«.

Kozulj planteó no posicionarse como un exportador a nivel de Estados Unidos ni Qatar para abastecer el mercado de Asia, si no pensar la exportación por gasoductos a Chile, al sur de Brasil, que son posibilidades más certeras. De esta forma, Argentina se asegura continuar en el camino y lograr en un futuro la nulidad de la huella de carbono, como adelantó en declaraciones internacionales.

 

 

Fuente: Rio negro