Quienes venden naftas, garrafas y demás mercaderías en la frontera seca de la provincia instalaron sus puestos del lado del país vecino para “burlar” a Gendarmería Nacional.
En San Antonio
Desde la Cámara de Comercio de San Antonio, Silva Dicco pidió que el Gobierno nacional reabra el paso fronterizo, ya que “así bajará el comercio ilegal” que traslada combustibles (naftas y gas), vinos, bolsas de granos y demás mercaderías, porque la gente “trata de hacer su negocio”.
Entiende que esa venta clandestina -que de todas maneras favorece al comercio argentino- no se puede detener porque los gendarmes “están abocados a la custodia fronteriza, a la altura de Bernardo de Irigoyen”.
Mercedes H., una comerciante de la localidad, admite que vende mercadería que va a Brasil de manera clandestina: “No voy a dejar de vender, necesito vivir y los brasileños traen reales que se cotizan a 35 pesos para la venta”, dijo.
En Bernardo de Irigoyen
La situación de frontera es similar. “Hasta la semana pasada la venta de combustible ilegal se acentuaba día a día, hoy sigue pero está un poco más controlada, aunque Gendarmería no puede controlar todo”, agrega Feldman.
En la localidad, principal punto de salida hacia las playas de Brasil, la venta informal es de combustibles, garrafas, vinos, y mercaderías, que los brasileños consiguen aquí a muy bajo precio. Por ejemplo, una garrafa de 10 kilos de gas la venden hasta en 1.000 pesos porque en Dionisio Cerqueira -Brasil-les cuesta, según el cambio, entre 2.500 y 3.000 pesos.
Ese pase hormiga lo hacen los misioneros pero también los comerciantes fronterizos de Brasil, que cruzan a diario, a veces en familia, y adquieren cuatro o cinco garrafas para venderlas en sus comercios.
Como la venta de combustible en bidones está prohibida, los argentinos cargan los tanques de sus vehículos y traspasan después ese combustible a bidones o envases pequeños para venderlos al menudeo. “Compran a cien pesos el litro y lo venden a 150 pesos”, precisa Feldman.
Días atrás, un operativo de Gendarmería terminó desplazando esta actividad hacia el lado brasileño. Sucede que debido a la frontera seca entre Bernardo de Irigoyen (Argentina) y Dionisio Cerqueira (Brasil) es muy sencillo ubicarse rápidamente en territorio brasileño, donde la Gendarmería no puede actuar.
“Vino Gendarmería nos levantó los puestos, entonces al día siguiente como hay frontera seca y nada divide una vereda de la otras, nos instalamos del lado brasileño. Los gendarmes y demás fuerzas no pueden hacer nada porque no pueden actuar del lado brasileño”, dice Jorge K, un exempleado de un comercio que cerró en plena pandemia. “Necesito darle de comer a mi familia. Compro el combustible a 100 pesos y lo revendo a 130 pesos, y las garrafas de 10 kilos las compro a 1.000 (el precio oficial es de 600 pesos, pero los comerciantes de Bernardo de Irigoyen para la reventa la venden a 1.000 pesos) y las vendo a 1.500 pesos”, describe.
En declaraciones a medios locales, el intendente de Bernardo de Irigoyen, Guillermo Fernández dijo que “el municipio no se opone a que la gente trabaje”, aunque advirtió que “el producto que está a la venta es peligroso y explosivo. Entonces tiene que tener su cuidado, tiene que tener un lugar como una estación de servicio, tiene que ser un transporte apto”, aconseja.
Informe desde Misiones.
Fuente: Ambito