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Al ser el mayor productor internacional de turbinas de viento y paneles solares, se plantea una oportunidad para exhibir tecnología verde y ensanchar mercados.

Golpeados, expulsados de sus tierras, estafados o, incluso, encarcelados, agricultores de China están pagando el precio de la acelerada transición a energías verdes buscada por las autoridades antes de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín.

China quiere que los Juegos de febrero sean los primeros alimentados completamente por energía eólica y solar. Para ello multiplicó la construcción de plantas renovables pero, en el proceso, abusó de personas ordinarias a las que requisaron sus tierras, advierten activistas y afectados.

En detalle, para asegurar un suministro ininterrumpido durante los Juegos (y para limpiar la nube tóxica que suele envolver la capital), la provincia vecina de Hebei construyó una gigantesca planta que recibe toda la energía de proyectos renovables de la provincia.

Esta instalación genera 14.000 millones de kilovatios hora de electricidad limpia cada año, una cantidad similar al consumo anual de energía de Eslovenia.

Para los agricultores, el boom de la energía verde ha convertido sus vidas en más peligrosas y difíciles. Aseguran además que los lugareños fueron obligados a firmar contratos cediendo su tierra al parque solar construido por State Power Investment Group (SPIC), una de las cinco mayores empresas de servicio público del país.

Quienes no accedían eran golpeados por la policía, dicen. “Algunos fueron hospitalizados, otros fueron detenidos”.

El gobierno de Zhangjiakou, la otra ciudad que acoge los Juegos, afirmó que desde la elección de su candidatura en 2015, la zona “se ha transformado de la nada a la mayor base de energía renovable no hidráulica en China”.

Los subsidios del gobierno para granjas solares y eólicas también aceleraron la construcción de estos proyectos en otras partes de Hebei, coincidiendo con el intento de reducir la contaminación del aire antes de la contienda.

En un comunicado, Amnistía Internacional indicó que “los desahucios forzados, las expropiaciones ilegales y las pérdidas de sustentos de vida vinculadas a la pérdida de tierra” eran sus principales preocupaciones de derechos humanos en el sector de la energía solar y eólica.

La segunda economía mundial quiere que un 25% de su electricidad proceda de fuentes no fósiles para 2030. Pero para ello necesita duplicar su actual capacidad eólica y solar, lo que hace temer a los activistas más expropiaciones.

A pesar de los ambiciosos compromisos expresados por Pekín respecto a la transición ecológica, los militantes medioambientalistas apenas pueden discutir el discurso oficial.

 

Fuente: Ambito