Se había vuelto famoso y los turistas iban a verlo para sacarse fotos.
Cuarenta y siete años. Todo ese tiempo estuvo un auto estacionado exactamente en el mismo lugar. Hasta ahora, que decidieron retirarlo y darle una nueva vida.
El auto que protagoniza esta historia es un Lancia Fulvia modelo 1962, una berlina que el fabricante italiano lanzó para suplantar al Appia. Su dueño, un hombre de noventa y cuatro años llamado Angelo Fregolent, lo estacionó en la vía Zamboni de Conegliano, Italia, en 1974. Y se hizo dueño del lugar.
De tanto tiempo que llevaba en el mismo lugar, el Fulvia se convirtió en un ícono de la localidad italiana. A tal punto que todos los días alguien iba a verlo para sacarse una foto junto a él. Se había vuelto uno de los atractivos turísticos de Conegliano, una comuna de la provincia de Treviso, al norte de la península italiana.
En diálogo con el diario Il Gazzettino, Angelo contó que donde quedó estacionado el auto había un quiosco. Lo manejaban él y su esposa Bertilla. Tener el auto ahí, prácticamente en la puerta del negocio, les venía bien porque lo usaban para guardar mercadería.
El quiosco cerró hace aproximadamente dos años por algunos problemas de salud que sufrió Angelo (se rompió la cadera y movilizarse le resulta complicado), pero el auto quedó allí. De hecho, le pintaron unas líneas blancas especiales porque, en realidad, ningún vehículo podría estar detenido en ese sector de la calle.
Pese al descontento de muchos lugareños, las autoridades municipales acudieron hace algunas horas al lugar y se lo llevaron con una grúa. Adujeron motivos medioambientales, ya que el auto se encontraba en estado de abandono total.
Afortunadamente, el vehículo no será desguazado. La decisión de Conegliano fue restaurarlo (el trabajo estará a cargo de voluntarios locales) y luego dejarlo expuesto en el Instituto Ceretti, junto a otros monumentos locales. Antes, participará de una muestra de autos clásicos.
El Fulvia de Angelo es parte de la ciudad para los locales. Un hombre llamado Luca Zaia (42) le confesó a Il Gazzettino que lo recuerda desde siempre. “Está allí desde que iba a la escuela”, contó.
Para los vecinos será una pérdida importante. Algunos le pidieron al Ayuntamiento estacionarlo en otro sector de la ciudad, a modo de escultura, rodeado de flores y vegetación, pero la respuesta fue negativa. Y la solución propuesta por las autoridades de la localidad italiana fue inmortalizarlo en un salón de exposiciones. Ojalá lo cuiden bien…
Fuente: TN