Un informe reconoce la emergencia de una economía de baterías, hidrógeno o coches eléctricos, pero queda contrarrestada por “la resistencia del statu quo y las energías fósiles”.
El petróleo, el gas y el carbón están en el origen todavía de un 80% del volumen total de la energía consumida y son responsables de tres cuartas partes de los desajustes climáticos, afirma.
Hasta ahora, los compromisos climáticos adquiridos por los Estados solo permitirían, en caso de cumplirse, alcanzar hasta 2030 un 20% de la reducción total de emisiones de gases de efecto invernadero necesaria para mantener el calentamiento bajo control.
“Las inversiones en proyectos energéticos descarbonizados deben triplicarse en diez años para (alcanzar) la neutralidad de carbono en 2050”, apunta el director de la AIE, Fatih Birol.
Como la crisis del Covid-19 frenó los progresos en la electrificación, especialmente en África subsahariana, la financiación de los países emergentes es clave porque deberán equiparse evitando las centrales de carbón.
El organismo de la OCDE, por su parte, ofrece tres escenarios de futuro.
En el primero, los países continúan como en la actualidad: las energías limpias se desarrollan, pero el aumento de la demanda y la industria pesada mantiene los niveles de emisión actuales. De esta manera, el calentamiento llegaría a +2,6 ºC respecto a la era preindustrial, lejos del +1,5 ºC que garantiza un impacto gestionable en el clima.
En un segundo escenario, estos cumplen sus compromisos y más de 50 de ellos, incluidos los de la Unión Europea, alcanzan la neutralidad de carbono. En esta situación, la demanda de combustibles fósiles alcanzaría su techo en 2025 y el incremento de temperaturas sería de +2,1 ºC.
La tercera opción, la única para no superar los +1,5 ºC, es la neutralidad de carbono mundial y “requerirá esfuerzos mayores, pero ofrece ventajas considerables para la salud y para el desarrollo económico”, dice la AIE.
La AIE también señala que el actual déficit general de inversiones no repercute únicamente en el clima, pero también en los precios y el abastecimiento, lo que augura más “turbulencias” en el mercado porque la oferta de energía limpia no satisface el aumento de demanda.
“Planea el riesgo de turbulencias más intensas en los mercados mundiales de la energía”, señala Birol.
“No invertimos suficiente para responder a las necesidades futuras y esta incertidumbre nos prepara para un periodo volátil. La forma de respuesta está clara: invertir masivamente y rápidamente en energías limpias para satisfacer las necesidades a corto y largo plazo”, añadió.
Si no, “el riesgo de una volatilidad desestabilizante no hará más que crecer con el tiempo”, señala el informe, que insiste en la importancia de una transición “asequible para todos los ciudadanos”.
Por ello, Birol llama a los dirigentes de la COP26 de Glasgow “a poner de su parte para hacer de los años 2020 la década del despliego masivo de energías decarbonizadas”, un mercado “con potencial para crear millones de empleos”.
Fuente: Ambito