El apagón mundial de Facebook, Instagram y WhatsApp, y una denuncia por privilegiar sus intereses por sobre el bien común sacudieron en menos de una semana al gigante de las redes.
Todo en menos de una semana: Haugen, en la entrevista y luego el martes en una testificación ante el Congreso de Estados Unidos, acusó a Facebook de debilitar a la democracia, de su pasividad al saber el daño que provoca en la salud mental de las adolescentes respecto de la percepción de su cuerpo a partir de su app Instagram, y -en suma- de privilegiar sus ganancias por sobre el bien común.
En medio de un revuelo mediático, Mark Zuckerberg rompió el silencio en una carta pública y respondió a varios asuntos: “La preocupación más profunda con un apagón como éste no es cuántas personas cambian a servicios competitivos o cuánto dinero perdemos”, dijo tras el incidente que le restó 7.000 millones de dólares en la bolsa, y le sumó más de 70 millones de usuarios al servicio de mensajería Telegram.
Para el fundador de Facebook -el gigante que duplicó sus ganancias durante el segundo trimestre de 2021 respecto del 2020- el problema del apagón fue lo que “implicó” para las personas y negocios que dependen de ese servicio, y no tanto cómo golpeó a su compañía; mientras que a la acusación sobre que le “dan prioridad a sus ganancias por encima de la seguridad y el bienestar”, contestó: “eso no es verdad”.
“Puede que lo que pasó con Facebook sea un llamado de atención sobre la precariedad de los servicios, sobre la idea de que ‘La Nube’ (red de servidores interconectados) no es un lugar mágico que siempre va a funcionar, sino la cruda realidad de que la nube no es otra cosa que una computadora ajena sobre la que tenemos nulo control”, indicó a Télam Bea Busaniche, presidenta de la Fundación Vía Libre.
Más allá del problema técnico que dejó a millones de usuarios sin servicio, se abre la pregunta sobre cómo impacta en el mapa tecnológico-corporativo esta nueva crisis de Facebook.
“Por lo pronto, repercute en la reputación de la compañía, que está en horas bajas. Y ello ocurre más allá, incluso, de que algunas de las acusaciones de Haugen me resultan inconsistentes”, dijo a Télam Martín Becerra, profesor e investigador del Conicet.
“Se me dirá que ello no incide en sus negocios, ya que los ingresos de Facebook en los últimos años crecieron a pesar de varios escándalos que dañaron su reputación, pero esto hay que medirlo a mediano plazo, y no en lo inmediato. La prolífica actividad parlamentaria para regular distintos aspectos referidos a las grandes plataformas digitales está en directa relación con este tipo de discusiones públicas y sobre la necesidad de garantizar derechos ciudadanos en el actual ecosistema de comunicaciones”, completó el especialista.
Busaniche consideró que esta crisis “a nivel instrumental” puede que “no cambie nada” en las empresas del grupo.
“La denuncia de Haugen no plantea nada que ya no fuera bastante sabido y el grupo empresarial está muy preparado para lidiar con este tipo de denuncias. Hasta tanto no haya una regulación fuerte, Facebook no va a cambiar radicalmente nada de su modelo de negocios”, agregó.
Pero lo que sí generó esta crisis es el regreso a la conversación pública y mediática de una posible regulación de este tipo de compañías, que a nivel parlamentario ya tiene su recorrido.
Al respecto, “en el Congreso de EEUU y en el Parlamento Europeo hay varios proyectos de ley que apuntan a regular diferentes aspectos del desempeño de Facebook”, expresó Becerra.
“Su excesiva concentración en el mercado de plataformas de redes sociales digitales, su posición dominante en el segmento publicitario, su opacidad en política de contenidos que se traduce en arbitrariedad respecto de cuentas y posteos que son removidos o cancelados sin derecho a apelación por parte de las personas u organizaciones que sufren la censura privada de la compañía, su cuestionada política de extracción, procesamiento y manejo de datos personales sin consentimiento explícito de sus titulares -las y los usuarias/os-, entre otros”, completó el especialista.
Fuente: Ambito