El escenario de altos precios para el crudo podría no tener un fuerte impacto por las limitaciones macroeconómicas. En el segmento del gas se espera una disparada de los subsidios.
La apuesta a una transición energética acelerada, pero desacoplada de los niveles de demanda, está generado una fuerte crisis en el hemisferio norte, principalmente ante la escasez de gas natural. Esta situación se traduce en los pronósticos de elevados precios para ambos hidrocarburos para los meses por venir y el año que viene. Desde este extremo sur del Ecuador, el nuevo escenario genera dudas en torno a qué impacto pueden tener estos altos precios en el desarrollo de Vaca Muerta y en el mercado doméstico del gas y los combustibles.
Días atrás el banco de inversión estadounidense Goldman Sachs modificó su pronóstico de precios para el crudo y de cara a fines de este año y el 2022, planteó un escenario en donde el Brent seguirá subiendo y perforará el techo de los 90 dólares por barril.
En el caso del gas, los pronósticos para el invierno austral son aún preliminares pero el mismo secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, anticipó esta semana que podrían ubicarse en torno a los 14 dólares por millón de BTU para el inicio de nuestra temporada fría.
La última vez que el petróleo del Mar del Norte, de referencia para el mercado argentino, pasó la barrera de los 90 dólares fue entre 2013 y 2014. En esos años se dio el desembarco de Chevron en Vaca Muerta, en alianza con YPF, y marcó el inicio de la etapa de fuerte desarrollo de la formación no convencional del fin del mundo.
Pero un alto precio internacional no implica que linealmente entre este año y el año que viene la actividad en Vaca Muerta se multiplicará y volará por las nubes, ya que una serie de factores externos a la industria limitarán ese potencial.
Los frenos
El primer y gran escollo es la macroeconomía: en un país con una fuerte inflación que roza el 50% anual, en donde además del fuerte control de capitales para las empresas hay un desacople exorbitante entre el dólar oficial y el financiero, atraer inversiones externas por el mejor precio internacional no aparece como una opción clara , en especial sin una resolución al proyecto de ley de promoción del sector.
“Es una oportunidad para atraer inversiones al sector, pero no está el contexto macroeconómico para atraer inversiones extranjeras por lo que es el libre flujo de divisas que no está, la ley de Promoción de las Inversiones trata de poner parches pero queda a mitad de camino y hay mucha discusión aún. Además la señal de que por 20 años vamos a necesitar estos parches tampoco es buena porque no se ve esperanza de salir de esto”, analizó Daniel Dreizzen, socio de la consultora Ecolatina y exsecretario de Planeamiento Energético de la Nación.
Para las empresas con fuertes desarrollos en Vaca Muerta el escenario de altos precios tampoco se ve como un gran disparador de las inversiones. “Algunas empresas van a poder sacar una mejor diferencia con las exportaciones, pero no hay que perder de vista que la gran mayoría de la producción de petróleo del país se consume en el mercado doméstico y, al contrario, un escenario internacional de precios alto va a meter presión a los surtidores”, explicaron de una operadora de peso de Vaca Muerta.
La brecha entre el precio que el crudo argentino puede tener en el exterior y el precio que se paga en las refinerías locales es hoy de casi 15 dólares, teniendo en cuenta los descuentos de calidad y las retenciones a las exportaciones.
Un encarecimiento del precio global promete desatar una nueva lucha entre las productoras y las refinadoras, ya que de mantenerse los actuales valores, tanto para el crudo como para los combustibles, la brecha se estiraría hasta los 25 dólares por barril.
Las alternativas en este caso pasarán por una reducción de los impuestos que representan cerca del 40% del precio del surtidor o un alza en el precio de las naftas y el gasoil que están congelados desde mayo pasado.
Después de todo, en el pico de 2013 y 2014, además de un contexto macroeconómico diferente, contó con que el precio interno del barril también se elevó hasta los 80 dólares y un poco más, un escenario que hoy no parece plausible para el bolsillo argentino.
En números
- 1096
- millones de dólares se destinaron este invierno a importar cargamentos de gas natural licuado (GNL).
Pero no todo es negativo. Dreizzen consideró que “para la Argentina es bueno porque tiene excedentes exportables de petróleo y esto puede ayudar a que haya más inversiones en el sector, aunque sean la reinversión de utilidades y no atraer inversiones externas”.
Para otras de las empresas que pisa fuerte en Vaca Muerta “los altos precios internacionales pueden ser buenos para tener un mejor saldo en las exportaciones, pero también son una maldición porque generan un divorcio con los precios del mercado interno y en la síntesis lo que puede pasar es que se desaproveche el momento de altos precios”.
Es que si bien, por ejemplo, en el primer semestre de este año las exportaciones de todos los tipos de petróleo del país sumaron un poco más de 10 millones de barriles, la producción nacional en ese plazo fue de más de 91 millones de barriles. Con lo cual el mercado externo apenas representó el 11% de la producción nacional.
Desde las empresas consultadas se agregó que “no hay que dejar de ver qué sucede con el resto del mundo, en especial con Estados Unidos que podría acelerar su shale y generar el efecto totalmente contrario, haciendo bajar el precio internacional que ahí sí nos complicarían”.
El encarecimiento del gas
En la vereda del gas natural Argentina tiene mucho que perder, ya que en los inviernos funciona como un importador neto.
En el invierno que acaba de finalizar el país importó tanto solo en gas natural licuado (GNL) 56 buques que demandaron una eyección de 1.096 millones de dólares, un costo al cual debe sumarse la importación de gas desde Bolivia, el costo de regasificación y del alquiler de los dos buques y las voluminosas importaciones de líquidos para las centrales térmicas, sin contar el costo de los planes de subsidios a la producción.
Pero el propio Martínez anticipó que el escenario para el invierno que viene es complejo, ya que el valor del GNL llegaría a 14 dólares por millón de BTU para mayo de 2022, un 62% más que el promedio abonado en este año e incluso un 40% más que los buques más costosos que se contrataron en este invierno.
“El Plan Gas.Ar nos defiende de la suba del precio internacional del GNL, pero debemos ser muy inteligentes con el camino que transitamos en la transición energética, para no caer en esta mega crisis de un costo de la energía que sería impagable para la gente y ruinoso para la economía Nacional”, sostuvo Martínez.
Y agregó que “el Plan Gas.Ar fue una decisión inteligente que hoy nos ayuda a defendernos de la crisis mundial que está generando la estampida del precio internacional del gas”.
Sin embargo, además de esta estampida de precios, Argentina deberá hacer frente a dos o tres problemas adicionales en el invierno del año que viene.
El primero es el menor volumen de gas que llegará desde Bolivia. En la negociación por una nueva adenda que el gobierno lleva adelante, desde el país del Altiplano ya se anticipó que la máxima inyección caerá un 14% en relación con lo que se proveyó en este invierno, más allá de que el precio del gas boliviano se encarecerá por estar atado al precio de los combustibles.
Esa menor cantidad de gas que llega por los gasoductos del norte deberá ser compensada con más GNL, ya que aquí es donde se evidencia el segundo problema que habrá el invierno que viene y que es la saturación de los gasoductos que conectan Neuquén y los desarrollos de Vaca Muerta, con el resto del país.
El dato
- 40%
- es la proyección de aumento que ya se tiene del GNL para el invierno que viene.
Ya en agosto las líneas Neuba y Centro Oeste funcionaron casi al tope de su capacidad y hasta tanto no se amplíen o se construya el nuevo gasoducto a Vaca Muerta, bautizado Néstor Kirchner, el shale gas que podría reemplazar importaciones seguirá estando bajo la tierra.
Y como si el escenario no fuera complicado ya, es muy posible que para el invierno que viene la crisis hídrica siga afectando a las principales represas del país, generando un menor aporte hidráulico que deberá ser compensado por las centrales térmicas, con gas o con combustibles líquidos que hoy están más caros que el GNL.
“Con el escenario que se ve tiene mucho sentido exportar todo lo posible a Chile, al menos hasta el inicio del invierno, para tratar de compensar lo más posible las importaciones”, consideró Dreizzen.
De momento, ya son 13 las exportaciones en firme autorizadas por el gobierno nacional y una media docena más esperan que se complete el trámite para poder llevar su producción hacia el vecino país, aprovechando la menor demanda de gas que Argentina tiene en estas épocas templadas.
De todas formas, las proyecciones marcan que aunque se logre reducir en volumen las importaciones lo más ajustadas posibles para que no haya cortes a la industria como sucedió en este invierno, la sangría de divisas será más que importante, en especial si el gobierno apunta a evitar que, como sucedió este invierno, haya cortes de suministro a los sectores industriales.
Fuente: Rio negro