El director del Instituto del Gas y del Petróleo de la UBA, el ingeniero Aníbal Mellano, analizó la coyuntura de los hidrocarburos, el futuro del gas argentino en la transición energética y los desafíos y roles que deben asumir el Estado nacional y las empresas para alcanzar un desarrollo integral de los recursos.
P.: ¿El gas argentino puede ayudar a la transición energética en América Latina?
A.M.: Coincidimos con colegas que la perspectiva puede ser regional. Brasil no encontró tanto gas como sí petróleo offshore. El gas de Bolivia no es tanto, si bien con la declinación de Loma La Lata, con un Brasil y Chile que no tenía nada de gas, el gas boliviano y el de Perú en la región aparecía como un recurso potentísimo, pero si lo vemos como requerimiento energético, el verdadero backup está en la Argentina, aunque todavía hay que encontrarle la vuelta económica.
P.: ¿Qué le falta a Vaca Muerta y al país para potenciar sus recursos?
A.M.: Tenemos que aumentar la experiencia. Somos los segundos en entrar al juego, pero el único que tiene la experiencia consolidada es el trabajo en Estados Unidos, que se hizo con fortunas de dinero del Estado. En un país ultra liberal es política de estado militar sostener la producción propia y pusieron miles de millones de dólares para entrar en la meseta en la que están hoy. De los convencionales no te pueden contar nada, pero de no convencionales el Estado estadounidense te dice cuánto cuesta y los riesgos que tenés en cada lugar. Eso es fruto de tener decenas de miles de pozos construidos en los últimos años, con muchos subsidios del Estado. Necesitamos llegar a eso.
P.: ¿Y cómo se logra?
A.M.: Cuando se discute si hay que hacer un tren a Vaca Muerta o no, todavía estamos en un borrador. Las petroleras tienen espaldas para hacerlo sin pedirle plata al Estado, pero las dudas están. ¿Cuánto tiempo se va a usar? ¿Sólo será para llevar arena? ¿No es más barato fabricar arena sintética en el lugar? Si el Estado puede hacer el ferrocarril, las petroleras van a decir ‘háganlo’. Son todas inversiones muy grandes para un uso muy largo, de 20 o 30 años, pero todavía tenemos mucha disparidad de costos. La industria petrolera es de riesgo.
P.: Y pareciera que unos pocos quieren correrlos…
A.M.: Nadie quiere festejar la desgracia ajena cuando se entera que al otro le salió mal, porque sabe que le puede tocar. En cualquier yacimiento existe un riesgo social. Esta es una ciencia de datos y se necesitan muchos datos para llegar a esa meseta que tiene Estados Unidos.
P.: ¿Qué rol debe cumplir las empresas?
A.M.: El sector privado tiene la espalda para hacer de todo, casi cualquier cosa. Una petrolera media o grande a nivel mundial tiene más espalda que un banco, y por eso en general no se endeudan. Si se mira la historia de los portfolios, los bancos se fondean en las petroleas a tasas de interés muy bajas, porque saben que las van a conseguir. No hay un problema crucial en conseguir dinero. Cuando las petroleras tienen el recurso y el mercado aparecen un montón de ofertas de financiación. El sector privado debe focalizarse en manejar datos fiables y no armar historias o relatos ficticios por cinco pozos. Deben proponerse hacer una inversión de riesgo adecuada, como ya hicieron algunas empresas para experimentar con el shale argentino. Deben traer las mejores y mayores cantidades de opciones para establecer cuál es la estrategia más adecuada.
P.: ¿Y qué rol debe asumir el Estado?
A.M.: Tener un plan de desarrollo integral, porque la energía tracciona sola. Si el plan se sostiene mínimamente en el tiempo la energía es la base de sustentación. Como los seres humanos necesitamos comida para vivir, la vida humana cotidiana necesita energía para existir. Sin energía ni alimentos no funciona ninguna sociedad moderna.
P.: Y la Argentina tiene mucho de esos dos componentes…
A.M.: Argentina debería recuperar vectores de desarrollo, de distintas industrias, y una de ellas es la petrolera. YPF nos dejó un recurso gigantesco, que son centenares de fábricas. Somos uno de los 14 países del mundo con una red de fabricantes tecnológicos, que no son ensambladores, sino que diseñan, fabrican y terminan con un objeto como las válvulas de control que se usan en el yacimiento, todo con integración nacional. Es una corriente que empezó con Mosconi y llega hasta ahora. Eso también es economía, porque si movés la industria petrolera atrás del desarrollo general, hay una industria intermedia que funciona y sustituye importaciones y también podría exportar si tenemos políticas adecuadas. El Estado debe tener planes.
Fuente: Ambito