Es hora de abandonar el espejismo de la energía fácil e iniciar el camino de la justicia climática. Las comarcas pueden fijar una hoja de ruta para el 2030 y ser la palanca que anime la participación en las fuentes limpias
La situación de la energía en Catalunya es muy preocupante y mucho nos debería preocupar a todas las personas que en ella vivimos: a todas, desde el gobierno hasta cualquier ciudadano, pasando por las instituciones de la sociedad civil, sean empresas u oenegés
Veamos cuál es la preocupante situación: sólo el 8% de la energía final disponible para su uso es renovable y el 92% es no renovable. Catalunya ha incumplido flagrantemente las directivas del EU Climate and Energy Package 20-20-20 (adoptado en 2009).
Para mantener el actual sistema energético, de cada 100 unidades de energía (primaria) que entran al sistema, sólo 65% se transforman en energía final disponible.
Por lo tanto es un sistema muy poco eficiente, pues un 35% de la energía primaria es derrocha (un 25% en las transformaciones, un 7% en consumos propios y un 2% en pérdidas por transporte y distribución). Además de ineficiente, es generador de gases de efecto invernadero y de residuos radiactivos.
Esto, sólo en cuanto a la generación. Si, además, se tiene en cuenta toda la cadena tecno-ecológica de los materiales fósiles y nucleares la realidad es mucho más escandalosa, pues evidencia lo que podríamos llamar claros ecocidios.
Venimos de una situación de práctica parálisis de los proyectos renovables
Estamos ante una situación de plena emergencia climática, pero las emisiones de gases de efecto invernadero en Catalunya no van en camino de disminuir, y si no se hace nada, los residuos radiactivos se continuarán generando, así como las emisiones de radiactividad al aire y al agua, autorizadas administrativamente por el gobierno español.
Que es necesario un vuelco energético en Catalunya es algo que casi nadie ya no lo pone en duda. Y ¿cómo se puede hacer ?. Venimos de una situación de práctica parálisis de los proyectos renovables, que ha hecho que una gran parte de la sociedad catalana no haya hecho los deberes que se debieran haber hecho, sobre todo después del acuerdo de París contra el cambio climático (12/12/2015).
Y ahora, los nuevos objetivos climáticos europeos, de obligado cumplimiento, nos obligan, sí o sí, a actuar en Catalunya, si queremos ser coherentes con nuestro europeísmo.
Cualquier retraso o inacción nos pondrá en evidencia ante el mundo, aparte de hacernos dependientes de generación renovable de fuera de Catalunya y de la sucia generación fósil y nuclear, hoy todavía existente.
Cualquier retraso o inacción nos pondrá en evidencia ante el mundo, nos hará dependientes de generación renovable de fuera de Catalunya y de la sucia generación fósil y nuclear
El reto es monumental. Disponer de un sistema energético donde todos los servicios (eléctricos, motrices y térmicos) sean provistos por energías renovables, en el año 2040, significa hacer unas ingentes inversiones (del orden de más de 60.000 millones de euros, pero los ahorros serían superiores a 200.000 millones). Este nivel de inversión representa 8.000 € por habitante).
¿Está dispuesta toda la ciudadanía de Catalunya a poner sus ahorros en hacer nacer y crecer un sistema que nos dirija hacia el 100% renovable? Y, ¿está dispuesta una parte de la ciudadanía a ponerlos por aquella parte de conciudadanos que no pueden o no quieren? Estas son las preguntas que deberíamos responder.
Los territorios con recursos naturales como el sol, el viento, el agua o la bioamasa para producir energía tienen derecho a beneficiarse de ello y la responsabilidad de aprovecharlos
Muchos territorios de Catalunya son ricos en lo que convencionalmente se denomina recursos naturales, aquellos que se manifiestan en determinados espacios, donde la interacción de los flujos de la biosfera con la orografía y los sistemas naturales, hace que sean lugares donde se pueda aprovechar el sol y el viento, el agua y la biomasa para producir energía que la sociedad pueda utilizar. Y estos territorios tienen derecho a beneficiarse de ello y la responsabilidad de aprovecharlos. Y ello se debería respetar y fomentar.
Mi opinión, forjada en la práctica de más de 40 años de activismo pro-renovables y de práctica en la implementación de proyectos, es que no nos podemos permitir retrasar más tiempo la tan necesaria y urgente acción. Y para hacer frente a las dudas que alguna gente plantea, me atrevo a hacer algunas propuestas para desatascar la situación y hacerla socialmente aceptable.
Las comarcas deberían ser espacios que lideren la transición energética en Catalunya. En vez de esperar que que alguien diga qué es lo que hay que hacer, o idear ‘mágicas’ planificaciones, este ámbito administrativo debería fijar inmediatamente objetivos ambiciosos para desarrollar las energías renovables. ¿Cómo?
Las comarcas podrían dotarse de atrevidas hojas de ruta de cara al 2030, con objetivos bien cuantificados, y con una política dedicada específicamente a las energías renovables, asociando colectividades locales, ciudadanía, campesinado y otros actores locales. Se podrían poner como objetivo, por ejemplo, lograr que un porcentaje significativo de la inversión en renovables esté en manos de actores locales.
Estas instituciones públicas deberían poner a disposición de la ciudadanía todos los espacios públicos, tejados y terrazas de edificios y equipamientos públicos para convertirlos en huertos solares y tejados y terrazas solares generadoras de electricidad. Por ejemplo, un objetivo podría ser que el 100% de los tejados de los edificios públicos sean equipados con solar FV antes de terminar el año 2026.
Las comarcas deberían poner a disposición de la ciudadanía todos los espacios públicos, tejados y terrazas de edificios y equipamientos públicos para convertirlos en huertos solares y tejados y terrazas solares generadoras de electricidad
Las comarcas deberían animar a la ciudadanía a invertir en el capital de los proyectos que surjan o se propongan en el territorio, bien directamente, bien a través de sociedades de economía mixta o fondos de inversión. Por ejemplo, un objetivo podría ser que el 30% de la población de la comarca sea accionista de proyectos de renovables, antes de terminar el año 2030. Y que se materialicen, en cada comarca, un centenar de proyectos ciudadanos (diez proyectos cada año).
En las comarcas se debería movilizar a las colectividades y a los habitantes para implicarlos en proyectos en su territorio. El trabajo de comunicación a la colectividad es clave para incitar y/o desarrollar proyectos de energías renovables en el territorio. Es deseable apoyar la realización de campañas para movilizar los ahorros de la ciudadanía hacia proyectos de energías renovables en la comarca, para actuar como palanca para la difusión de la dinámica de la participación ciudadana.
Los colectivos locales deberían promover proyectos y cooperativas ciudadanas pues son una palanca para la sensibilización de los habitantes de la comarca y para materializar una apropiación social de las tecnologías que posibilitan la transición energética. Cada proyecto de energía renovable ciudadana moviliza muchas personas en su entorno y la comarca debe liderar la comunicación de cada iniciativa que surja, para posibilitar tanto el levantamiento de fondos como la implicación ciudadana.
Es hora de que Catalunya abandone el espejismo de la energía fácil y comience a caminar por le camino de la justicia climática
Estos son algunas de las propuestas que podrían facilitar que Catalunya, salga del espejismo dominante a lo largo del siglo XX -y que ha permitido disponer de energía fácilmente y sin considerar los impactos ecológicos y sociales, pues el sistema actual los ha exportado prácticamente todos fomentando una grave insolidaridad ecológica y social- y comience a caminar por camino de la justicia climática, practicando la solidaridad ecológica, pues si algo hacen las energías renovables en un país es interiorizar, democratizándolas, las afectaciones que pueda provocar la generación de energía.
La transición energética, o la hacemos, o nos la harán. Nos guste o no. Retrasarla o poner obstáculos es una grave irresponsabilidad ecológica, que como sociedad no nos podemos permitir.
¿Quién puede estar interesado en que Catalunya no avance en la transición energética?
Josep Puig Boix es vicepresidente de EUROSOLAR–Asociación Europea para las Energías Renovables
Fuente: La vanguardia