Según un estudio de la Universidad Austral, casi el 80% de los productores consultados prevé vender una parte de su producción en esta campaña.
Según el sondeo, aproximadamente la mitad de la producción tendría que estar vendida antes de julio para poder cubrir compromisos. En principio, este número es inferior a lo que se planteaba en abril de 2020, considerando que en aquel momento las estimaciones en función de lo que argumentaban los productores rondaban el 60% de la producción.
En cuanto al panorama internacional de precios, el maíz y la soja en pesos cotizan prácticamente al doble que el año pasado, y el trigo un 40% por encima. Sin embargo hay que tener en cuenta que la producción agrícola bajó por cuestiones climáticas.
El índice de confianza del productor agropecuario argentino consolida una recuperación por cuarta edición consecutiva, y se acerca a un valor de 100, el más alto de las últimas nueve ediciones. De hecho, para el caso del Índice de Condiciones presentes el valor de 88 observado en esta última edición es el segundo mayor de toda la serie.
Una buena parte de los resultados económicos positivos se volcará a inversiones en activos fijos: más de la mitad de los productores espera invertir lo mismo o más que el año pasado. En cuanto a la ganadería, la enorme mayoría de los productores mantendrá (58%) o incrementará (30%) el stock.
Es una respuesta a los buenos precios actuales, en particular de la cría e invernada y a expectativas de que los valores actuales se mantendrán. El informe aclara que el relevamiento fue realizado previamente a las recientes declaraciones respecto de un potencial cierre de exportaciones.
Sin embargo, los académicos del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Austral señalan que “estas expectativas favorables de rentabilidad e inversión en incremento de stock, nuevamente se ven ensombrecidas por los anuncios oficiales de control de las exportaciones, que se asemejan mucho a los ROE rojos implementados durante la gestión de Guillermo Moreno en la Secretaria de Comercio a partir del 2006″.
“Los resultados de esas políticas fueron muy negativos para el sector ya que de decisiones de inversión e incremento del stock se pasó a una etapa de enorme liquidación de vientres (las máquinas de producir terneros) y finalizó con una caída del stock ganadero de 10 millones de cabezas y la desaparición de la Argentina de los mercados internacionales pasando a ser el exportador número 11”, sostienen los especialistas.
Se bajó de 800.000 toneladas a 180.000 toneladas de exportaciones y el consumo interno pasó a representar más del 91% de la demanda total. Esas políticas, según detalla el informe, no lograron el objetivo de bajar el precio de la carne, sino que la escasez, resultado de una menor oferta presionó al alza de los valores de la carne en el mercado interno sin lograr los objetivos deseados.
Además, se produjo el cierre de muchas plantas frigoríficas dedicadas a la exportación con la pérdida de un número importante de fuentes de trabajo.
Fuente: Ambito