La compañía, con fuerte presencia en Chile, comenzará este año a producir en sus parques fotovoltaicos españoles tras ampliar capital
David Ruiz de Andrés, fundador de Grenergy, sabe desde los 26 años qué significa ser empresario. Trabajaba en el mundo del marketing y la publicidad cuando, casi por casualidad, entró en el negocio de las renovables. “Comencé instalando placas fotovoltaicas en dos edificios, en China y España”. Fue en 2007 cuando fundó Grenergy, en plena efervescencia económica, casi como un negocio secundario y en una ola a la que se subieron muchas otras compañías (Solarpack, Solaria). Ignoraba lo que venía después: el “exilio” voluntario de las empresas renovables que, con la crisis y el parón de los desarrollos en España, vieron oportunidades fuera. Él las encontró en Chile, un país donde ya han conectado 45 plantas solares, pero también en México, Colombia, Perú o Argentina.
“El año 2012 fue muy importante y en el que desarrollamos el modelo de negocio actual”, cuenta por videoconferencia. Ese modelo consistió en no ser un mero tramitador de proyectos para venderlos a terceros. “Apostamos por construir las plantas nosotros y quedárnoslas en el balance e ir rotando”. El suyo es un negocio fuertemente apalancado, donde los promotores, como mucho, llegan a poner el 20% del dinero que necesitan para construir las plantas solares. De modo que para conseguir capital optaron por salir a cotizar en el antiguo MAB en julio de 2015 y en 2019 dieron el salto al Continuo. Cada acción costaba en sus inicios 1,18 euros y el viernes pasado cerraron a 29,30 euros, con una capitalización por encima de los 800 millones: “Ha sido una historia de crecimiento extraordinario, empezamos con un pipeline de 300 megavatios y ahora eso es lo que construimos en medio año”, resume. El año pasado facturaron 113 millones y ganaron 15. Ninguno de sus parques depende de primas, todos se han concebido con PPA (acuerdos de venta de la energía a largo plazo con terceros a un precio determinado), y, aunque siguen en Latinoamérica, hace tres años que volvieron a interesarse por España y algunos países europeos (Italia y Reino Unido).
Este año van a conectar parques con una potencia de 500 megavatios y acabarán 2021 con una cartera de 660, con el objetivo de tener en operación 2.500 megavatios en 2023. Puntos de conexión, disponibilidad de suelo e informes medioambientales favorables es todo lo que necesitan. Pero en esa carrera hay un rebaño de empresas que buscan lo mismo y dependen también de enormes cantidades de efectivo. De hecho, las salidas a Bolsa que pueden darse en los próximos meses (Acciona Renovables, Capital Energy, Factor Energía, OPDE o Repsol Renovables) han alimentado la idea de que se está inflando una burbuja. De Andrés no lo cree. “El accionista tendrá que elegir, porque meternos a todos en el mismo saco…; hay empresas más internacionalizadas, otras que hacen una gran apuesta por España, en planteamientos más como una utility. Cada uno tiene que encontrar su lugar. La oportunidad es fantástica, pero se tiene que hacer de manera ordenada”. Reconoce, eso sí, que hay “cierta inflación en los precios de los permisos” y advierte que “también hay que ver cuántos de los megavatios proyectados en España llegan a la meta”. E insiste en que la energía solar es “el gran milagro energético del siglo XXI. Hace 11 años desarrollar un megavatio costaba seis millones, ahora son 400.000 euros… Esa es la gran revolución”.
Hace algunos días, y quizá anticipándose a esas salidas, la empresa se apresuró a ampliar capital en 105 millones de euros con un descuento sobre el precio del mercado del 13%. Eso ampliará su capacidad para endeudarse con nuevos proyectos. “Estamos [en un nivel de deuda de] entre el 70% y el 75% de cada proyecto, cinco veces el ebitda. Aunque nos preocupa la imagen del balance total. La tentación podría ser llegar a apalancarte el 100%, pero ha habido experiencias en el mercado español donde se ha demostrado que el endeudamiento excesivo te puede llevar a situaciones complicadas”. Antes de esa ampliación aseguraba que no cedería ni todo ni parte de su paquete de acciones (68%), pero se ha visto diluido en la operación y ahora cuenta con el 59,8%. “No me planteo vender la empresa, quedan años fantásticos por delante”.
Fuente: El pais