También es necesario recordar que, en virtud de la pandemia en que nos encontramos, nuestra sociedad se vio obligada a reducir la presencia en lugares de trabajo, incrementándose así el trabajo a distancia (teletrabajo) en aquellos casos en donde no es imprescindible la presencia física de personas.
El 2020 dejó impactos que todavía no somos capaces de visualizar, y en este sentido, el próximo invierno que llegará en tres meses nos encuentra todavía en casa, esperando la vacunación.
En ese marco, se observa que en la actividad hidrocarburífera (upstream) en lo que concierne al no convencional en la formación Vaca Muerta logró alcanzar los niveles de fracturas de última parte de 2019, alrededor de 670 fracturas, incrementando la producción tanto de líquidos como de gas.
No obstante, la dinámica que se impuso en los actuales procesos de explotación del no convencional podría estar produciendo elevado estrés en diferentes partes de los materiales involucrados, los cuales obliga a tener stocks suficientes como para no frenar tareas.
El Estado nacional lanzó a finales del 2020 el Plan Gas.Ar, cuyos resultados se van materializando a medida de los pasos que se puedan obtener, dependiendo mucho esto de cada una de las empresas operadoras, entre ellas YPF. La petrolera pudo acordar con sus acreedores, pero que todavía no se traduce en acciones para definir un plan de perforación a nivel país. Por ejemplo, se está dependiendo en gran medida de bajar costos, entre otros factores, y tratar de conseguir inversiones para alimentar este plan, con el objeto de cubrir demanda pico de nuestro próximo invierno.
Las partes -tanto productores como Estado- realizan los mejores esfuerzos. Sin embargo, compete al Estado trazar una línea de posibilidades para que se pueda desarrollar todas las acciones tendientes a concretar el ansiado suministro de energía para los argentinos.
Anteriormente manifesté que en la actividad hidrocarburífera se hace necesario esbozar y acordar un plan de largo alcance, diez años o más, por todos los procesos involucrados que necesitan ser alimentados con inversiones, las que deben ser reintegradas en tiempo razonables. Caso contrario no son alentadas a volcarse a campos en nuestros yacimientos.
En los diez años de desarrollo no convencional en Vaca Muerta se probó fehacientemente la existencia de la productividad de esta roca reservorio con calidad mundial, y por ello, es reconocida en el mundo.
En esta primera década de producción no convencional fueron depositadas inversiones por más de u$s30.000 millones, que representan un 6 % de la superficie de Vaca Muerta. Con la inercia de esta primera década, y con la estructura de ductos troncales que Argentina tiene desde la década de 1980 -más allá de las potenciaciones que se hicieron en su momento-, se está llegando a satisfacer el transporte hacia los centros de consumo a lo largo y ancho de nuestro país.
A pocos meses a nuestro próximo invierno y con la pandemia a cuesta, seguirán un importante porcentaje de personas en sus casas haciendo teletrabajo, descomprimiendo así a los grandes centros donde se encontraban las oficinas. De esta forma, se trasladarían los consumos energéticos, posiblemente en buena parte de aquellos días que las condiciones climáticas lo exijan, a las diferentes zonas donde residen esta franja de personas.
Nuestro próximo invierno nos obligará a transitar a través de una diversidad de incógnitas. A medida que se vayan develando se podría diseñar una planificación sostenida de largo alcance, haciendo posible también la madurez necesaria para este cometido. También la dirigencia debe visualizar las necesidades para incrementar la explotación de Vaca Muerta, que podría colaborar en la transición energética que se está hablando en el presente.
(*) Exdirector de Hidrocarburos de Neuquén.
Fuente: Ambito