Ayer fue noticia que el empresario estadounidense Elon Musk superó al fundador de Amazon, Jeff Bezos, en la lista de las personas más ricas del mundo. La empresa que fundó, Tesla, no se destaca por tener ganancias millonarias, sino por producir autos eléctricos. Durante 2020, los precios de las acciones de Tesla subieron más de 700% y se convirtió en la compañía automotriz más valiosa del mundo.
En el futuro, ya nadie duda de que los autos eléctricos predominarán. La japonesa Toyota tiene como objetivo que para 2025 todos los modelos que comercialice tengan alguna versión con algún tipo de electrificación. Esto puede ser un vehículo enchufado a batería, híbrido (con dos motores, naftero y eléctrico) o alimentado por hidrógeno.
En la Argentina, el año pasado aumentaron 53,9% las ventas de estos vehículos, ya que pasaron de las 1548 unidades vendidas en 2019 a 2383, según el informe de patentamiento de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara).
El vehículo más vendido en este rubro fue el Toyota Corolla híbrido, con 884 unidades patentadas. Luego le siguieron: Toyota RAV4 (721 unidades vendidas), Ford Kuga (213), Toyota C-HR (201), Ford Mondeo (97) y el Toyota Prius (58), que fue el primer vehículo híbrido que se fabricó en el mundo.
Toyota es dueña, además, de la marca de alta gama Lexus, que el año pasado completó el ranking con la venta de 48 unidades de Lexus NX 300H y 32 de Lexus IS 300H.
“La mejor opción para la realidad actual de América Latina son los autos híbridos, por una cuestión de infraestructura. Es difícil pasar 100% el parque automotor a eléctrico, porque no podríamos tener heladeras o aire acondicionados. Además, la matriz energética de los países de la región es más bien fósil”, explicaron a LA NACION en Toyota.
Los autos híbridos permiten suplir algunas limitaciones que tienen los que funcionan 100% a batería eléctrica, como la autonomía de solo 200 kilómetros en promedio o la espera de entre 45 minutos y 6 horas para cargarlo, dependiendo si es un enchufe convencional o de los que se encuentran en algunas estaciones de servicio y supermercados, que tienen más potencia.
Con los vehículos con motor eléctrico y naftero, en cambio, no hay necesidad de hacer una inversión grande de infraestructura por parte del Estado y de la cadena de distribución. Además, la batería no necesita enchufarse nunca. Se recarga automáticamente durante la desaceleración y frenado del vehículo. Estos autos permiten ahorrar un 50% en el consumo de combustibles y, por lo tanto, reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
Es cierto también que los vehículos híbridos son más caros, ya que su costo de construcción es mayor porque hay que agregarle además de las partes de un vehículo convencional, el motor eléctrico, el conversor y la batería. El Toyota Corolla híbrido, por ejemplo, es en promedio un 12% más caro que el que es completamente a nafta.
En algunos casos, los gobiernos buscan con desgravaciones impositivas emparejar las diferencias de costos. Por ejemplo, la importación de autos híbridos tiene un arancel del 5%, mientras que el gravamen para los autos convencionales comprados fuera del Mercosur es del 35%. Además, en la Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza y Neuquén, estos vehículos están eximidos del pago de patente.
Para las empresas, sin embargo, la tecnología del futuro son los autos a hidrógeno, que solo emiten vapor de agua. “Hay que desarrollar la cadena de producción de hidrógeno, para que las estaciones de servicio lo provean. Pero es muy sencillo de utilizar, en un par de minutos se carga el auto y se puede tener una autonomía superior a los 500 km. La molécula es 100% renovable y se puede almacenar”, dijeron en Toyota, donde ya están comercializando este tipo de vehículos en el exterior, con el modelo Toyota Mirai como insignia.
Fuente: La nacion