En julio, Neuquén produjo 156.774 bpd/d. Pero aún está por debajo de marzo, antes de la caída por el COVID-19.
En abril, en plena cuarentena estricta y con la baja total de los equipos en la Cuenca Neuquina (había 29 que se paralizaron), la producción cayó de 169.683 bdp/d de marzo a 133.802 bdp/d de ese mes. Fue un 21,1% y Vaca Muerta literalmente se cerró, con una caída a cero de las fracturas.
En mayo, la producción siguió cayendo: fueron 130.985 bdp/d en Neuquén con el piso más bajo de la pandemia y con un 29% de caída respecto de los niveles de marzo. Y las etapas de fractura apenas si fueron 28, ejecutadas por algunas pocas operadoras, que ya veían la oportunidad del Plan B de Vaca Muerta asociado a la exportación de petróleo, por el desplome de la demanda interna de los combustibles en el país.
En junio, después de dos meses de cuarentena y con múltiple problemas en la cadena local de pymes que no pudieron facturar en abril (cero fracturas en Vaca Muerta), algunas operadoras empezaron a producir con fines de exportación, un esquema que de alguna manera hizo repuntar la producción.
Fue de esta manera que los números empezaron a estabilizarse: la producción de crudo subió de mayo a junio un 21,8%, y pasó de del piso de los 130.985 bdp/d a los 159.639 bdp/d. Fue un respiro para las empresas y las arcas provinciales. En junio se ejecutaron 196 etapas de fractura, lo que permitió recuperar la actividad para las empresas asociadas y subir la producción, con destino a contratos de exportación.
Este salto en la producción también tiene otro contexto: el 18 de mayo el gobierno nacional estableció un precio sostén de 45 dólares el barril de petróleo, luego de un desplome estrepitoso que llegó a 18 dólares. Ninguna operadora podía cerrar la ecuación con esos precio y costos de producción en la industria no convencional de Neuquén.
Los números de la pandemia terminan por caer 1,8% en la producción de crudo en julio respecto de junio. Fueron 2855 barriles menos en el mes, un dato relativo.
Fuente: Mas energia