La pandemia redujo en un tercio el consumo diario de crudo a principios del 2020. El cambio del equilibrio entre la oferta y la demanda del petróleo se produjo en el peor momento para la industria, al estar caracterizado por el aumento de vehículos eléctricos y la transición de los países a las fuentes de energía renovable.
Todos estos factores, según la agencia Reuters, han empujado a varios funcionarios de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a preguntarse si esta dramática destrucción de la demanda presagia un cambio permanente en el mercado y cómo deberían gestionarse los suministros en caso de que la era del petróleo acabe llegando a su fin.
“La gente se está despertando ante una nueva realidad e intenta trabajar en torno a todo ello”, señaló a la agencia una fuente cercana a la OPEP, destacando que “existe la posibilidad en la mente de todos los actores clave” de la industria de que el consumo de crudo nunca se recupere por completo.
Hace 12 años, cuando el hidrocarburo alcanzó un máximo de 145 dólares por barril, los Estados miembros de la OPEP ganaron mucho dinero en efectivo después de que aumentase la demanda. Ahora, tropiezan con una realidad distinta y tendrán que gestionar mejor su cooperación con otros productores, como Rusia, para maximizar sus ingresos decrecientes.
En 2019, el mundo consumió 99,7 millones de barriles diarios y la OPEP preveía alcanzar los 101 millones en 2020. Sin embargo, tras el cierre global que hizo aterrizar aviones y cortó el tráfico, el cartel petrolero se vio obligado a reducir su pronóstico sobre la demanda para el 2020 a 91 millones de barriles diarios. Mientras tanto se prevé que el consumo en 2021 siga estando por debajo de los niveles del 2019, según los nuevos cálculos.
Estas previsiones poco optimistas revelaron que en el futuro la OPEP se enfrentará a un gran reto. La mayor parte de sus miembros, que poseen el 80% de reservas de petróleo del mundo, depende en gran medida de la venta del crudo. Mientras tanto los precios continúan situándose muy por debajo del nivel óptimo que los gobiernos, incluido el de Arabia Saudí, necesitan para equilibrar sus presupuestos.
La publicación de este artículo fue “un tipo de fiesta” para algunos analistas que volvieron a especular sobre el posible malestar de Rusia, escribe el columnista ruso Iván Danílov. Considera que el coronavirus no ha introducido nada nuevo en el panorama a largo plazo sobre la demanda global del petróleo.
“Solo agregó un shock más en la lista de factores que pueden influir sobre ella, salvo las medidas para luchar contra el calentamiento global y el desarrollo sin precedentes de las tecnologías relacionadas con la energía verde”, escribe el analista en su artículo para la versión rusa de Sputnik.
Si bien la recuperación de la economía global puede durar dos o cuatro años, solo frenará a corto plazo el crecimiento de la demanda del petróleo en el mundo. La única amenaza lo suficientemente seria con la que la industria podrá tropezar en el futuro es un avance tecnológico real que haga competitivos a los automóviles, camiones y buques portacontenedores eléctricos.
No obstante, incluso en este caso el abandono del petróleo y la imposición de los impuestos al uso de los hidrocarburos sería una idea peligrosa no tanto para los productores del crudo como para los políticos que “tienen ilusiones verdes”, advierte el analista ruso. A este respecto Danílov cita la experiencia que tuvo el presidente galo, Emmanuel Macron, con los chalecos amarillos, cuyas protestas comenzaron después de que se introdujese el tributo draconiano ambiental.
“Es posible que dentro de uno o dos años, las discusiones actuales sobre el futuro deplorable de la producción petrolera mundial parezcan ridículas mientras surgen problemas no con la demanda, sino con la oferta”, supuso.
En este contexto el autor cita una publicación de Bloomberg en que la agencia estadounidense destacó que distintas empresas estadounidenses realmente habían exagerado sus reservas de petróleo.
Según el medio, la revolución del petróleo de esquisto en EEUU se produjo a causa de “un baile bien orquestado”. Durante casi una década los productores intentaron atraer a los inversores pregonando una estimación optimista sobre el crudo que podían extraer de una forma rentable.
“Esto terminó el año pasado, incluso antes de que la pandemia mundial desplomase los precios del petróleo. Los inversionistas, después de años de escasos retornos, comenzaron a exigir que las compañías dejasen de comercializar los míticos barriles del futuro que nunca ganarían un dólar”, escribe la agencia.
Actualmente la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos exige que los productores informen con razonable certeza sobre el volumen de reservas con extracción rentable. Estos pozos deben ser perforados durante cinco años tras ser añadidos al balance de la empresa. Sin embargo, aún no existe una forma verdaderamente estandarizada de medir con qué precisión los productores de petróleo cuentan sus reservas.
Cinco ingenieros actuales y anteriores que hablaron con Bloomberg en condición de anonimato describieron la existencia de una cultura que recompensa el parloteo. Dos interlocutores del medio han asegurado que los ejecutivos les dijeron explícitamente que inflasen las reservas. Otros han comunicado que estas peticiones fueron implícitas, y terceros han declarado que fueron despedidos o vieron cómo sus compañeros perdían el trabajo por haber sido reacios a falsificar las métricas clave.
Por ello, Danílov advierte que es posible que la demanda del petróleo se recupere después de la pandemia, pero la oferta no será suficiente para satisfacerla.
“En este escenario, mucho más probable de lo que parece a primera vista, la OPEP+ también se enfrenta a la tarea de gestionar adecuadamente la producción, solo que en condiciones de precios del petróleo mucho más altos”, resumió.
Fuente: Sputniknews