Es difícil ponerle el precio a una fábrica de vehículos en la Argentina. Ámbito Financiero consultó a varias fuentes, entre empresarios y economistas, para aproximarse a una idea. Son muchas las variables a tener en cuenta. Uno de los factores que se pueden manejar es su facturación anual. Tomando un precio promedio de u$s15.000 para un auto y de u$s25.000 en el caso de una pickup (según el valor que utilizan en ADEFA) y el volumen de operaciones de las principales terminales, la facturación anual de estas compañías va a unos u$s500 millones a más de u$s3.000 millones. Está claro que ese no es el valor de la empresa, sólo un parámetro para contraponerlo con un aporte de uno o dos millones de dólares que pueden recibir en esta emergencia. Dentro de esa facturación, la rentabilidad de una de estas compañías ronda el 5%. Claro que no se puede tomar como ganancia pura. Las automotrices aducen pérdidas. De ese porcentaje hay que descontar, por ejemplo, la amortización de inversiones, entre otros ítems. Para tener una idea también de esta asistencia dentro de los costos generales, el impacto de la masa salarial en una automotriz es de alrededor del 6% de la masa global (varía según el valor del dólar). Es cierto que si la fábrica está parada, ese porcentaje es mayor.
Otra forma de tener una referencia respecto del valor de una fábrica de autos en el país tiene que ver con los activos y las inversiones. Los “fierros” -como se llama en el sector a las líneas de producción- , la infraestructura, los terrenos sobre los que está ubicada y red de concesionaria son elementos a cotizar. Por otro lado, las inversiones realizadas. En estos momentos hay terminales que desembolsaron entre u$s400 millones y u$s850 millones para producir nuevos modelos. No todo se puede considerar dentro del valor ya que una buena parte corresponde a know how, capacitación de personal y otros rubros. Pero, sin duda, más de la mitad de esa inyección de dinero tiene que ver con activos tangibles. Sólo a modo de ejemplo, de un caso concreto, habría que recordar la venta de Ciadea, de Manuel Antelo, a comienzos de los 90, que rondó los u$s900 millones. Eran tiempos del 1 a 1. Más recientemente, durante el Gobierno de Mauricio Macri, el presidente de Fiat, Cristiano Rattazzi, chicaneó al mandatario -en esos cruces tan habituales que tenían- que por u$s600 millones se podría quedar con la fábrica de Córdoba. Si bien son ejemplos para darle color al tema, sirven para aproximar la envergadura que puede tener el valor de una automotriz. De todo el recorrido periodístico por distintas fuentes, la conclusión que se pudo obtener, según las opiniones de las mismas, es que una fábrica de autos en el país no puede tener un valor menor a u$s300 millones en una situación de normalidad económica. Es decir que, por la asistencia de un mes de salarios, la participación a la que podría aspirar el Estado en una de estas empresas sería del 0,33%. Demasiado poco para la revolución.
Fuente: Ambito