El momento actual de la industria petrolera golpea a Neuquén, que se las había ingeniado para permanecer aislada de un contexto que para el país era cada vez peor
En el mientras tanto, las petroleras se las rebuscan para explorar la posibilidad de concretar algunas exportaciones. Por lo que se sabe, ese intento todavía no prosperó. Y por eso el sistema de almacenamiento de crudo está saturado.
Al mismo tiempo, esa opción, que sería para sostener cierto ritmo de producción, choca con un cuadro idéntico en el resto del mundo: todos los países con petróleo buscan a quién vendérselo. Sobran barriles y a un precio muy bajo. Tanto que quien vende un barril hoy en buena medida casi que queda hecho.
La foto del último año arroja también algunas enseñanzas. Está claro, tambien, que aprende el que quiere.
Argentina pasó de desarrollar un potencial exportador a poner trabas internas, producto de su macroeconomía y la parálisis en la toma de decisiones para el sector que, más bien, añadieron una cuota adicional de incertidumbre a la que ya impera producto del coronavirus.
Es una discusión que quizás sería necesario dar. Nadie en su sano juicio podría estar en contra de una cuarentena que busca preservar a millones de personas de un riesgo como el que casi no se recuerde en la historia.
Lo que no significa que la política se detenga, que las buenas ideas que alguien tenga que aportar sean escuchadas. Acaso más temprano que tarde la máquina comience a funcionar y haya mercado para el crudo argentino, por no mencionar que el país necesitará crear miles de puestos de trabajo nuevos y contar con divisas para atender una urgencia dentro de la urgencia previa, tal es el efecto de muñecas rusas que parece imponer el actual cuadro de situación.
Ese actual mal momento golpea a provincias como Neuquén, aislada como había estado en los últimos cuatro años de un contexto que para el país era cada vez peor. Mejor dicho, durante ese lapso, con recursos propios se las ingenió, con un nivel de actividad casi sin equivalentes en el resto del país, para surfear la ola brava de la caída de empleo y actividad económica que daba de lleno en el resto de las economías provinciales. Vaca Muerta era la apuesta nacional. Pymes de todo el país supieron encontrar refugio en medio de ese descalabro.
Hoy, esa suerte de isla no existe. Las provincias petroleras con la mayor cuota de hidrocarburos quedaron en una especie de cuenta regresiva. Una en la que el conteo marca lo que resta para el momento en que, por la flexibilización de las actuales condiciones o por la vacuna contra el COVID-19, la recaudación vuelva a los niveles de la plena producción en las áreas petroleras, y también, por lo que deja el resto de la actividad económica que, directa o indirectamente, queda vinculada a lo que ocurre en Vaca Muerta.
Resta ver qué será lo mejor dentro de lo peor también para el resto de la economía. Buena parte de esto tiene que ver con el contexto mundial, pero también con las políticas que pongan en juego el gobierno nacional y los que están al frente de las provincias productoras de hidrocarburos. ¿Será la idea?.
Fuente: Mas Energia