Petróleo, soja, finanzas, turismo… Casi no hay rubro de la actividad que no se vea afectado por la epidemia. Informes de empresas adelantan lo que viene
La llegada del coronavirus encendió las alertas por su eventual impacto en la economía local. Desde su descubrimiento en diciembre pasado a partir de un brote en la ciudad de Wuhan en China, la cepa conocida como COVID-19 ya infectó a más de 120.000 personas y el temor a su fácil transmisión provocó un fuerte golpe a los mercados, que derrumbó las bolsas, hundió el precio de las materias primas y amenaza con desatar guerras de monedas, así como mayores complicaciones para los países endeudados.
En Argentina, en donde ya hubo 21 infectados y un muerto, el virus encontró al país envuelto en una situación de vulnerabilidad económica y volatilidad financiera. Pese a las medidas de emergencia adoptadas en diciembre, la actividad sigue sin mostrar señales de repunte y el Gobierno todavía negocia la deuda con los acreedores.
Ahora, los funcionarios se preparan para un escenario peor. “Que no ayuda a la recuperación, ni acá ni en ningún lado, está descontado”, dijeron a iProfesional en el Ministerio de Economía.
En las últimas horas, la atención se posó sobre la exposición de las empresas a los coletazos de los mercados y a las señales de parate en el comercio internacional.
Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, uno de los primeros efectos de la crisis se sintió en el sector financiero. Allí, el incremento global de la incertidumbre provocó un “flight to quality” (vuelo hacia activos de calidad) por el que los inversores abandonaron activos de riesgos en favor de aquellos considerados más seguros, como el oro o los bonos del Tesoro de Estados Unidos.
Así, el Merval acumuló en el último mes una baja del 10%, los bonos argentinos en dólares cayeron hasta un 12% y las acciones de compañías locales en el exterior se hundieron hasta un 27%. La reacción fue producto de sucesivas bajas en el precio del petróleo, alimentadas por la parálisis económica impuesta por el gobierno chino para contener el avance del virus, que generó una importante caída en la demanda de combustible. Luego, esto derivó en los desacuerdos entre Arabia Saudita y Rusia que llevaron, este lunes, al desplome del 23% en el valor del crudo.
La caída del valor del barril -casi un 50% desde inicios de enero- golpeó a YPF, la principal petrolera argentina. Sus acciones en New York perdieron 47% de su valor en marzo. El derrumbe impacta de lleno en el yacimiento de Vaca Muerta, ya que le resta competitividad al Shale Oil y desincentiva la inversión en exploración y extracción.
En respuesta, el Gobierno restringió este miércoles las importaciones de petróleo, pero las operadores y gremios piden reinstaurar el “barril criollo” a u$s50. Es decir, un subsidio para sostener el precio.
Además del sector financiero y petrolero, el campo es otro rubro clave que concita la atención de los economistas. En el caso de las materias primas, el coronavirus vino a reforzar las dificultades de largo plazo, lo que suma una presión bajista a los precios ya resentidos por la disputa arancelaria entre Estados Unidos y China, y por la peste porcina africana. Así lo refleja el índice de productos agrícolas elaborado por S&P, que en lo que va del año cayó un 16%.
“La menor actividad económica global que se espera para este año se verá reflejada en menores ingresos, que recortarán y/o modificarán el consumo de alimentos, a la vez que caería la demanda de aceites vegetales y maíz para la producción de biocombustibles”, señala el informe de la Bolsa de Comercio de Rosario.
El consenso entre los organismos internacionales es que la actividad económica global crecerá hasta medio punto menos en 2020 y se espera que la peor parte se la lleve China, la segunda economía del mundo.
Ese dato no es menor: el gigante asiático es el destino de casi el 90% de las exportaciones de poroto de soja argentina (que aportaron cerca de u$s3.000 millones en 2019), el 70% de las carnes bovinas (por más de u$s2.000 millones) y el 22% de la carne porcina (con un valor de u$s3,5 millones en 2019).
En Brasil, en tanto, la participación china en las exportaciones es incluso más alta, algo que también impacta hacia este lado de la frontera por ser el principal socio comercial y un termómetro de la actividad local. “Si a ello se le suma la caída de precios que vienen mostrando en el mercado externo los commodities agrícolas, principal complejo exportador argentino, se comprende que el impacto por esta vía puede ser notable”, advierte el equipo económico de la entidad rosarina.
Menos exportaciones, más presión cambiaria
En medio de la pelea por la suba de las retenciones a la soja, todos estos ingredientes acrecientan el riesgo de una erosión del comercio exterior y del ingreso de divisas por exportaciones para este año. La falta de dólares presiona sobre el tipo de cambio, en un contexto en el que, mientras el peso perdió un 4% de su valor en relación al dólar desde el 1 de enero, el real brasileño se depreció un 18% en el mismo lapso. Esta diferencia deteriora la competitividad argentina en relación a su socio comercial.
La situación plantea un dilema para el Gobierno. Es que si opta por dejar correr el dólar para evitar una apreciación, enfrenta el peligro de un mayor traspaso a la inflación en los precios domésticos. Este indicador, como se sabe, ya se encuentra en nivel muy alto desde hace unos años.
Con las tarifas congeladas, enero dio un 2,3% de inflación, la más baja desde julio de 2019, y en febrero daría por debajo, pero las autoridades ya se preparan para que en marzo vuelva a estar encima del 2%. La fuerte suba en alimentos provocó roces en los últimos días entre el Presidente y la industria alimenticia, mientras que, en paralelo, los medicamentos aumentaron hasta un 10%.
El otro flanco que puede abrirse tiene que ver con la deuda. Si bien la caída de tasas en el mundo puede de algún modo limitar el peso de la deuda, en el escenario actual los inversores tienden a desprenderse de sus activos más riesgosos. Ese es el caso de los bonos argentinos.
“Así, el riesgo latente es que los compradores de nuestros títulos a valores muy bajos sean fondos especulativos de alto riesgo (popularmente conocidos como fondos buitre), que tienden a apostar por cobrar la totalidad de la deuda vía su judicialización”, advirtió la Bolsa de Comercio de Rosario.
Fuente: Iprofesional