El brote de coronavirus ha impactado sobre los mercados mundiales de commodities y en las redes de suministro que son claves para la economía mundial. Una coyuntura que avizora tendencias a la baja en la actividad económica en China, la principal compradora de materias primas.
Materias primas claves como el cobre, mineral de hierro, aluminio y el GNL (Gas Natural Licuado) se han desplomado desde la aparición del brote. Los precios del gas cayeron y el GNL alcanzó un desplome del 30% en el norte de Asia.
China con una economía fuertemente industrializada es el principal consumidor de materias primas del mundo. Que la caída pase rápido y pueda resolverse depende tanto de cómo se controle la epidemia y sus alcances, como de la dinámica de la economía mundial más general.
Antes de citar las proyecciones de agencias del Gobierno norteamericano y aspectos de la situación abierta en China, debemos aclarar que estas fuentes pueden ser manipuladas debido a la disputa abierta entre potencias. Mientras EE.UU. anuncia caos, China por su parte afirma una supuesta estabilidad frente a la crisis. Buscamos un equilibrio entre la información pública que ambos arrojan.
La Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA por sus siglas en inglés) estima que el coronavirus reducirá la demanda total de petróleo y combustibles líquidos de China en un promedio de 190,000 barriles por día (bpd) en 2020.
El pronóstico a la baja de la EIA contempla el Producto Bruto Interno, el consumo de jet fuel y otros combustibles. La reducción de la demanda de petróleo y combustibles líquidos causada por la disminución general de la actividad económica en China es medida por el Producto Bruto Interno (PBI), sumado al volumen de consumo de combustible para aviones causado por las cancelaciones de vuelos como consecuencia de las restricciones impuestas por los efectos del coronavirus. Hay además un impacto adicional en la demanda de China de otros combustibles utilizados para el transporte y la industria.
Se pronostica que la demanda global de combustibles líquidos tendrá un promedio de 101.7 millones de barriles por día (bpd) en 2020, 378,000 bpd menos de lo previsto en enero de 2020.
Según informa el New York Times, economistas de JPMorgan aseguran que la economía de China crecerá a un ritmo de solo un 1% en el primer trimestre de este año. Lo que representa una caída importante en relación a estimaciones del año pasado, que anticipaban una tasa de crecimiento del 6,3%.
Hace unas semanas en la Conferencia de Seguridad en Munich, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, dijo que espera que “los gobiernos y los bancos centrales trabajen en una respuesta al brote de coronavirus una vez que el impacto económico se aclare” y que las próximas semanas serán cruciales para construir una imagen “de abajo hacia arriba” sobre el impacto del virus en China y en todo el mundo.
El precio del barril de petróleo Brent (el precio de referencia en Europa) cerró con una baja de más del 3%, llegando a los 56,60 dólares y En Nueva York el barril de WTI para el mismo mes perdía 3,93%, alcanzando los 51,28 dólares, poco después de haber bajado a 51,24 dólares, lo que representa una caída del 4,01%. Los precios del barril se cotizaron las últimas semanas influenciados por el temor a una menor demanda por causa del brote, lo que supera las expectativas de recortes al suministro de los principales exportadores.
El pasado lunes las principales bolsas europeas y el mercado de Nueva York sufrieron caídas. La más importante fue la de Milán que alcanzó una caída de 4,35%. En Wall Street el Dow Jones tuvo pérdidas del 2,7% (más de 700 puntos), muy similar a los índices de S&P500 y el Nasdaq.
Eventos como el brote de coronavirus pueden llegar a ser graves o no, según la dinámica y profundidad del conflicto. Por ejemplo, el ataque a la refinería de Aramco en Arabia Saudita, sucedida el año pasado, hizo que durante 2 semanas subiera el precio del crudo. El conflicto que abrió el bombardeo de EE.UU. contra Irán a comienzos de este año, al cerrarse rápidamente, permitió que la escalada de precios del barril de petróleo durara sólo 10 días.
La escalada de precios o su baja se da ante múltiples conflictos, pero lo importante de seguir estas fluctuaciones temporales es que, a pesar de ser coyunturales, evidencian un problema central, que es estructural como la crisis financiera de los frackers o la crisis de sobreproducción y el hecho de que nadie quiera hacer recortes de los barriles que salen al mercado.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) reunió a su comité técnico para debatir sobre las perspectivas. Su posición es que habrá una caída bastante importante en EE.UU. producto de la crisis financiera y el organismo tratará de acompañar esa caída con algunos recortes para ayudar a que suba el precio.
Acerca de la crisis de sobreproducción en el petróleo
En el marco de un bajo crecimiento económico durante las últimas décadas, se mantiene una crisis de sobreproducción del petróleo, un fenómeno que en particular lleva al capitalismo a un problema estratégico para nada menor: la inexistencia de nuevos espacios de acumulación (sin los cuales la inversión permanecerá débil) y los declinantes índices de crecimiento de la productividad del trabajo.
Una de las razones de esta crisis es la incapacidad de continuar un ciclo de reproducción ampliada. Una crisis que se traduce en una escasez de demanda y una incapacidad de absorción de la oferta. Algo que muchos economistas llaman “desaceleración de la oferta potencial”, que se traduce en una caída del valor de la producción.
Lejos de esa mirada capitalista, señalamos los límites de esta lógica donde no existe un mundo que pueda crecer en términos económicos de forma armónica. Es decir no es de demanda el problema, es de horizonte productivo y de transición.
El petróleo no es una materia prima cualquiera, es la más importante en términos de geopolítica mundial. Tiene un doble valor, de uso y de cambio, formando parte fundamental del capital constante de la inversión capitalista. Se trata de una materia prima especial de la especulación financiera.
En el caso de los hidrocarburos es especial por ser apalancamiento moderno del capital, incluso va reemplazando al carbón, otro fósil que viene de retirada. El gran problema es que es una mercancía que no tiene competencia y hoy no están planteados, en la lógica de los capitalistas, desarrollos alternativos que la reemplace en escala masiva. Hay desarrollos técnicos que podrían reemplazar gran parte del petróleo mundial, pero los capitalistas no invierten.
Es importante señalar los límites de la “calidad energética” de petróleo de fracking, además de que los pozos se agotan más rápido de lo proyectado, es que tienen menos tasa de retorno energético (TRE o ERoEI – energy returned on energy invested), mostrando una casi nula ganancia energética por todos los procesos necesarios para el fracking, que en última instancia, consumen casi tanta energía como la que contiene el petróleo obtenido.
El petróleo, el oro, la soja, etc, son mercancías con una particularidad propia porque se comercian a futuro en mercados especiales, llamadas “commodities” y su precio no está sujeto a las determinaciones profundas de la formación del valor y los precios de producción, sino que están particularmente expuestos a los poderosos vaivenes de la especulación financiera. Más allá de la especulación financiera, los movimientos más comunes son por problemas productivos, de oferta y demanda.
Hay tendencias generales que afectan directa o indirectamente al conjunto de estos productos. Como primer motivo general que incide directa o indirectamente sobre el precio de las materias primas, es la debilidad de la economía mundial y fundamentalmente sus perspectivas declinantes.
Así en un contexto de débil crecimiento económico, los flujos de dinero encontraron en los mercados a futuro de las materias primas un lugar privilegiado para su “inversión” especulativa.
Existe una apropiación creciente de plusvalía que no se reinvierte productivamente y que por tanto no abona el proceso de acumulación ampliada del capital. El fracking por ejemplo viene tras años de balances en rojo, lo que impide las ganancias esperadas por los accionistas. La ganancia de las empresas las garantizamos en definitiva los usuarios. Y esa doble dependencia que ata a usuarios y a los Estados a mantener una actividad que necesita de todo un esquema de subsidios para mantenerse. Así se erogan subsidios, infraestructura estatal, garantías en endeudamientos, exenciones impositivas, etc.
Si bien este problema se puede profundizar reflexionando acerca de la tesis sobre el estancamiento secular, nos excede abordar en este artículo aspectos significativos como la contradicción latente en el último período entre la recuperación parcial de la tasa de ganancia y la débil acumulación de capital.
Sin embargo, podemos considerar que el problema del crecimiento débil nuevamente emerge como un gran dilema del capitalismo, focalizado fundamentalmente en los países centrales y no sólo a partir de la crisis de 2008 entendida únicamente en términos financieros.
En su informe de actualización de “Perspectivas de la economía mundial” publicado en el mes de enero, el FMI prevé que por dos años continúe la desaceleración de crecimiento en las economías avanzadas, y el contrapeso será por parte de las llamadas economías emergentes, apostando principalmente a China. Aun así, se mantienen las tasas de crecimiento más bajas de los últimos 30 años.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) situó el crecimiento mundial del año pasado en un 3 %, el dato más bajo desde la crisis internacional abierta en 2008.
El crudo en medio de una tregua entre EEUU y China
Estados Unidos, que en los últimos años se ha convertido en el primer productor mundial de petróleo impulsado por el esquisto, superará por primera vez los 20 mbd de producción en el cuarto trimestre de 2020.
Las reservas comerciales de crudo aumentaron en 7,5 millones de barriles hasta los 442,5 millones, una cifra muy superior a las previsiones de los analistas consultados por la agencia Bloomberg.
Con respecto a la deuda relacionada con la bancarrota entre las compañías de servicios petroleros que dependen de los ingresos de los frackers, el Instituto de de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA)planteó que las quiebras se multiplican para el sector del fracking, alcanzando en el año 2019 42 solicitudes de quiebra entre las empresas de exploración y producción (E&P), y que la deuda de las compañías, que era de $ 26 mil millones de dólares, se duplicó con respecto al año anterior.
En un artículo publicado recientemente el periódico New York Times plantea que la próxima crisis financiera “espera bajo tierra”, porque el auge energético de Estados Unidos, impulsado por la deuda y años de crédito fácil, se encuentra una situación demasiado inestable.
En la actualización de enero de 2020 sobre la “Perspectiva de energía a corto plazo” (Short Term Energy Outlook) se pronostica que la producción de petróleo tendrá una desaceleración en el próximo periodo.
Una razón clave de los malos resultados financieros del fracking en Estados Unidos, que viene de tres años de números por debajo de lo esperado, es que los pozos de petróleo fracturados muestran una fuerte tasa de disminución: la productividad respecto al segundo año es drásticamente menor que durante el primero.
Según un economista de la Reserva Federal de Kansas City, la producción en el pozo promedio en la zona Bakken, el área clave para el fracking de esquisto en norteámerica, disminuyó un 69% en su primer año y más del 85% en los primeros tres años. Mientras pronostica que un pozo convencional podría disminuir en un 10% al año.
Para que las operaciones de fracking sigan creciendo necesitan grandes inversiones cada año para compensar la disminución de los pozos de los años anteriores.
Debido a que la industria del fracking tiene una necesidad tan voraz de capital, el fracking no podría haber despegado, si no fuera por las tasas de interés bajas récord después de la crisis financiera de 2008. En otras palabras, la Reserva Federal es responsable del boom del fracking.
Los analistas de Wall Street que cuestionan el fracking argumentan que la base financiera de la industria es inestable: Frackers no han demostrado que puedan ganar el dinero esperado. “La industria tiene una muy mala historia, de dinero entrando pero nunca saliendo” dijo el año pasado Jim Chanos, administrador de Kynikos Associates, uno de los fondos de inversión de venta corta más importantes del mundo.
Como ha salido en varios sitios que analizan el mercado de hidrocarburos, varias empresas de exploración y producción afirman no estar generando resultados demasiado favorables de sus operaciones para cubrir gastos operativos y de capital.
Los grandes jugadores de capital privado han hecho fortunas, pero no necesariamente porque las compañías que financian hayan producido ganancias. Esta situación recuerda un poco a la burbuja de las puntocom de finales de la década de 1990, cuando las compañías de Internet eran valoradas por la cantidad de globos oculares que atraían, no por las ganancias que probablemente obtendrían.
En estos días la retórica de la “independencia energética” levantada por EE.UU significa que se mantiene como el principal productor mundial porque ya no depende de nadie para su petróleo, ni siquiera Arabia Saudita o la OPEP+ están en armonía con el “Make America Great Again”.
Pero la retórica por sí sola no produce ganancias y el futuro plagado de incertidumbre golpea a Estados Unidos con una profundidad que si bien no podemos predecir, puede compararse con las sacudidas de las puntocom pasando por las hipotecas de alto riesgo, que significaron enormes pérdidas de dinero.
No resulta improbable que este 2020 presente mayores problemas. Sin un invierno severo para ayudar a drenar la gran cantidad de gas natural almacenado en todo el mundo, es probable que el mercado global se enfrente a otro año de excedente de suministro.
Pese a estas condiciones inestables, la potencia norteamericana se acercaría a cubrir su propia demanda petrolera, situada en una media de 21,34 millones de barriles diarios (mbd) en este año, según la OPEP.
Fuente: La izquierda diario