Aunque pueda parecer increíble, en la actualidad mucha gente no tiene acceso a la electricidad. Esto, unido a la necesidad de acabar con la contaminación y el cambio climático, llevó a los países firmantes de la Agenda de 2030 a añadir, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la búsqueda de una fuente de energía asequible y no contaminante.
Este Objetivo ha llevado al desarrollo de diferentes sistemas de energía renovable a nivel de vivienda. Sin embargo, en la actualidad las únicas energías desarrolladas para uso doméstico son la solar y la eólica, y no son precisamente asequibles…
Energía renovable en España
Desde hace diez años, el uso de fuentes de energía renovable a nivel doméstico se ha incrementado en un 30%. No sólo porque las compañías eléctricas hayan pasado a comercializar (algunas de forma única) con energía renovable, sino porque muchas normativas europeas obligan a ello, en un intento de luchar contra la contaminación y el cambio climático.
De este tipo de energía se dice que llegará a ser, en el año 2040, la forma más barata de obtener electricidad. Sin embargo, este hecho es bastante incongruente con el gran coste de la instalación de alguno de los sistemas de energía renovable para vivienda.
En este sentido, se han creado varias ayudas y subvenciones para instalar este tipo de sistemas, llegando a reducirse, en el caso de las placas solares, en un ochenta por ciento el coste. En la actualidad, como hemos comentado, dos son las energías cada vez más presente en las viviendas españolas: la solar y la eólica.
Energía solar
Del sol se pueden obtener dos tipos de energía, la eléctrica y la térmica, a través del aprovechamiento de la radiación electromagnética del astro rey. La tecnología relacionada con la energía solar está dividida en pasiva o activa, dependiendo de cómo captan, transforman y distribuyen la energía.
A nivel de vivienda, el tipo de energía solar más usada es la fotovoltaica, la cual permite llegar al autoconsumo eléctrico, acabando con las facturas de la luz. Se dice de este tipo de energía que, en el año 2030, podría suministrar a casi el 70% del mundo. Una instalación fotovoltaica a nivel doméstico consta de cuatro elementos:
- Placas solares: es la que recibe la radiación, cuanto más grande sea, más se obtiene.
- Batería: en ella se almacena la energía que el sistema genera produce pero no consume.
- Inversor solar: permite adaptar la electricidad que genera la instalación al sistema eléctrico de la vivienda.
- Contador digital: contabiliza la energía. Se usan en aquellas instalaciones que no llegan al autoconsumo, para saber qué cantidad de electricidad se consume de la red española.
Eólica
Es aquella que obtenemos gracias a la energía cinética de las masas del aire. Para aprovecharla, existen los molinos de viento o los sistemas de aerotermia. Si bien sólo el primer sistema permite el autoconsumo, lo cierto es que, a nivel doméstico, aún no se ha desarrollado lo suficiente, por lo que el sistema más utilizado es la aerotermia.
La aerotermia permite extraer casi un 80% de la energía contenida en el aire. Si bien es cierto que no permite acabar con la factura de la luz, estos sistemas utilizan un 70% menos de la que usan otros sistemas de climatización o agua caliente sanitaria, lo cual supone un gran ahorro.
Su elemento más importante es la bomba de calor, que permite conseguir una temperatura adecuada en cualquier estación y, además, producir agua caliente sanitaria.
Estos sistemas funcionan por el principio de termodinámica, transportando el calor del aire de un lugar a otro. La bomba extrae el calor del aire se pasa por un refrigerante que transforma el gas en líquido, mediante un compresor. Este gas cede su temperatura o bien al aire o al gua por un intercambiador, que se encarga de mandarla al sistema de la vivienda.
Fuente: Ambientum